La Covid-19 se ceba con las comunidades latinas y negras de Nueva York
El 62 por ciento de las muertes por coronavirus en la Gran Manzana son latinos y negros, a pesar de que ambas comunidades representan el 51 por ciento de la ciudad.
Por Manuel Ruiz Rico para Público
Del país del mundo más afectado por la Covid-19, Nueva York es la ciudad más azotada. Pero no toda Nueva York está siendo golpeada de la misma manera: el virus se está cebando con las comunidades latina y negra. Ambas representan el 51 por ciento de la población de la Gran Manzana, pero acumulan un 62 por ciento de los fallecimientos por la Covid-19.
Esos datos contrastan con los de la comunidad blanca de Nueva York. A ésta le corresponde el 27 por ciento de las muertes, mientras que representan el 42,7 por ciento de la población de la ciudad.
El alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, ya reconoció el miércoles pasado que “la verdad es que, en muchos sentidos, los efectos negativos del coronavirus se relacionan con profundas disparidades que hemos visto durante años y décadas en la ciudad”.
Por lo tanto, las muertes por coronavirus se han revelado con un termómetro tan trágico como fiable: si un barrio tiene un elevado número de muertes es que se trata de una zona con una elevada población de alguna de las minorías raciales de Estados Unidos, que en Nueva York son latinos o negros.
El último parte con datos por razas publicado por el servicio de salud municipal, la tarde del domingo, cifró en 6.182 las muertes por la Covid-19. El 83 por ciento de ellas se habían producido en tres barrios con una notable población de ambas comunidades, sobre todo latina: Queens (1.994 muertos), Brooklyn (1.746) y el Bronx (1.400).
El barrio más golpeado está siendo este último. Brooklyn tiene 2,5 millones de habitantes y Queens casi 2,3 millones. El Bronx tiene 1,4 millones. ¿Qué explicaría su alto porcentaje de víctimas mortales? Mientras que en Brooklyn la población latina representa un 20 por ciento y en Queens el 28, en el Bronx los latinos son el 53,5 por ciento del censo. A lo que hay que sumarle que otro 43 por ciento son negros.
Manhattan, cuya población asciende a 1,6 millones de habitantes, ha registrado en cambio 710 muertes. La mayoría de la población del barrio es blanca y no latina. Los latinos son el 23,8 por ciento de ese barrio.
“Los datos muestran que el 34 por ciento de las muertes por la Covid-19 en la ciudad de Nueva York han ocurrido en la comunidad latina, a pesar de que sólo constituyen el 29 por ciento de la población”, lamenta el congresista por Nueva York Adriano Espaillat.
Según explica a Público, “la población latina está más perjudicada que el resto, porque por el tipo de trabajo que suele ocupar no suele poder acogerse al teletrabajo. Los latinos suelen ocupar empleos en primera línea y están también más expuestos a contagiarse del virus”.
Una fuente muy problemática de contagios y que afecta especialmente a la población latina y otras minorías, detalla el congresista, ha sido la de personas que han dado positivo en el test y como tenían síntomas muy leves los han mandado para su domicilio. “En los hogares latinos de barrios como Queens o el Bronx –explica- viven con frecuencia un elevado número de personas en un espacio reducido, y es imposible mantener aislado al familiar con la Covid-19, que acaba infectando a otros”.
Para paliar esto, añade el congresista, se ha habilitado hace pocos días una instalación en el Hospital Presbiteriano “para que estos pacientes con síntomas leves o sin síntomas, pero que han dado positivo, puedan pasar ahí los 14 días de cuarentena antes de volver a sus hogares”.
Aunque Espaillat señala que en la ciudad los test son gratuitos para toda la población, incluso para los indocumentados, y lo mismo ocurre con la atención sanitaria en los hospitales públicos, que está garantizada sin coste por el Estado de Nueva York, “la población de los barrios con menos recursos de la ciudad, como latinos y negros, tienen más dolencias subyacentes como diabetes, enfermedades cardíacas, hipertensión o problemas respiratorios, justo las que más pueden perjudicar el agravamiento de los síntomas de la Covid-19”.
Otro de los problemas añadidos es la desconfianza de la población inmigrante en general, y en especial la indocumentada, a la hora de acudir al sistema sanitario por miedo a tener problemas con la autoridad o ser detenida, o incluso deportada.
El gobierno de Donald Trump, por ejemplo, ha aprobado esta legislatura un factor conocido como la regla de carga pública. Consiste en que, si un inmigrante recibe alguna prestación estatal, entre ellas atención sanitaria del programa público Medicaid, dejan de ser automáticamente elegibles para optar a un visado o un permiso de trabajo en el país.
La agencia de Servicios de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) ha anunciado la suspensión de esta regla mientras dure la pandemia, sin embargo mucha población inmigrante suele desconfiar de este tipo de anuncios, aparte de la dificultad que sufren las minorías migrantes de un país para acceder a información actualizada y precisa.
En este sentido, se expresó la semana pasada la Comisionado del Departamento de Salud de la ciudad, Oxiris Barbot: “Estoy muy preocupada cuando veo el gran porcentaje de latinos que han muerto de esta enfermedad, y aunque hemos hecho muchos esfuerzos para asegurar a la gente que todos nuestros hospitales públicos atienden a individuos independientemente de su estatus de inmigración y del estatus de su seguro, la retórica antiinmigrante que hay en este país tiene implicaciones reales en la salud de nuestra comunidad”.
Para paliar esto, el ayuntamiento de Nueva York anunció la semana pasada una amplia campaña de concienciación pública, que se centraría especialmente en los barrios con más casos de positivos por la Covid-19, y que comprenderá anuncios en 14 idiomas diferentes, incluyendo el español, en televisión, radio, medios digitales y prensa escrita.
Por su parte, Laura Esquivel, portavoz de la Federación Hispana, la primera ONG latina del país, señala a Público que “la situación de los latinos en la pandemia de la Covid-19 es igualmente mala en multitud de estados”. “La mayoría de los migrantes son latinos – apunta-, y se ha excluido a los migrantes indocumentados de las ampliaciones de cobertura del programa de sanidad pública, a pesar de que muchos de esas personas están considerados ahora trabajadores esenciales por recoger las cosechas del campo. Es un contrasentido”.
Esquivel alerta que, de este modo, “en Estados Unidos habría unos 11 millones de personas indocumentadas que no tendrían derecho a la cobertura sanitaria en medio de una pandemia”.
Para tratar de resolver estos problemas, la Federación Hispana ha remitido un documento con propuestas al Senado y al Congreso de Estados Unidos, que están empezando a trabajar en el cuarto paquete de ayudas sobre la pandemia.
Aunque tanto los congresistas como los senadores trabajan online, ambas cámaras, sin embargo, permanecen cerradas y sin una fecha prevista de vuelta a la actividad.
Espaillat confía en que este paquete, “que incluiría más fondos para apoyar a las pequeñas y medianas empresas, para la atención sanitaria y para ayudar a los Estados y los municipios”, pueda aprobarse en el plazo de unas dos semanas.
*Por Manuel Ruiz Rico para Público / Foto de portada: Joy Malone