¿Ha llegado la oposición boliviana al punto de no retorno?
En Bolivia, se mantiene la tensión social luego de las elecciones presidenciales. La oposición de derecha ya deja ver su fragmentación.
Por Marco Terugi, desde Bolivia, para Sputnik
El cabildo realizado por la oposición boliviana en La Paz, el 31 de octubre, tuvo una gran concurrencia. Fue la expresión de una nueva correlación de fuerzas donde, por primera vez desde que Evo Morales comenzó la presidencia en el 2006, sectores opositores lograron convocar a una movilización de esa magnitud en el centro del poder político del país.
El fenómeno es caracterizado como “momento de luchas emergentes” por parte de Álvaro Zárate, antropólogo e integrante de Columna Sur, una organización juvenil dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido de gobierno. “Son varios sectores que se van sumando bajo el tema de reivindicaciones regionales, racismo, demandas empresariales, de las universidades, de los médicos o de grupos ecologistas”, explica.
La reunión en el cabildo de La Paz, así como las movilizaciones que día tras día viene realizando la oposición, son un espacio heterogéneo, con demandas diferentes y discursos que abarcan desde un rechazo a Cuba y Venezuela hasta la necesidad de proteger el medio ambiente.
La complejidad de la movilización ha ido, sin embargo, acordando en un objetivo que se ha radicalizado desde el día siguiente de las elecciones del 20 de octubre hasta la fecha: ya no se pide segunda vuelta, sino la anulación de las elecciones y la renuncia de Evo Morales. ¿Quiénes decidieron que ya no era segunda vuelta, sino elecciones sin Morales ni Carlos Mesa?
La dirigencia
¿Quién conduce a los que se movilizan? Zárate nombra a varias personas que dirigen desde las sombras, como, por ejemplo, “Carlos Sánchez Berzain, el ex ministro de gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, que está conduciendo desde las ONG de Washington, y Branko Marinkovic, el presidente del primer Comité Cívico de Santa Cruz del año 2008”. Otras figuras han emergido: la principal es la de Fernando Camacho, que “con un grupo de empresarios, dirigen el Comité Cívico de Santa Cruz y lideran este intento de golpe de Estado”.
Ese escenario deja de lado a los partidos políticos tradicionales, un fenómeno que lleva varios años. Zárate sitúa el declive de los partidos desde la votación del referéndum del 21 de febrero 2016, celebrada para saber si Evo Morales podía presentarse nuevamente para presidente.
“Los partidos perdieron legitimidad, la única fórmula para derrotar al presidente Morales fue uniéndose a una bandera no partidista. En el caso de Comunidad Ciudadana, fue una alianza coyuntural, debían poner un candidato que resultó Mesa”, señala.
“La figura de Mesa, o del alcalde de La Paz, así como la elección de octubre ya pasaron a segundo lugar -analiza Zárate-. Los verdaderos enemigos son los radicales que no vienen con cara de partido y buscan hacer un golpe de Estado”. Mesa no asistió al cabildo, fue abucheado en varias oportunidades y anunció que celebrará una “asamblea extraordinaria” de Comunidad Ciudadana.
Junto con eso, ocurre un fenómeno nuevo: Camacho, principal figura emergente, tomó fuerza no solamente en Santa Cruz, sino también en La Paz y zonas andinas. “Nunca los sectores andinos habían aceptado un liderazgo del oriente”, analiza el militante de Columna Sur.
¿Cómo responder?
“La conducta de Evo Morales ha sido la de no confrontar, eso nos ha dicho, y vamos a apostar siempre a la paz y la democracia”, indica Zárate. Eso ha significado la realización de movilizaciones de cara a mantener la presencia en la calle sin confrontar, en un escenario donde, como ha denunciado el gobierno boliviano, la derecha busca generar violencia, heridos y muertos.
Al mismo tiempo, la apuesta es la auditoría vinculante de la cual participan 30 especialistas de la Organización de Estados Americanos (OEA). “Si, en algún momento, la OEA dice por recomendaciones ‘vamos a segunda vuelta’, el presidente Morales está dispuesto, va a dar todo lo posible para apaciguar esta violencia que viene de un solo lado, de un sector que quiere desconocer la elección”, resume Zárate.
¿Qué dirá la oposición movilizada si la auditoría valida los resultados del 20 de octubre e indica que Morales ganó en primera vuelta? Y si, en cambio, la auditoría indica que es necesaria una segunda ronda, ¿entonces, no participarán? ¿Han llegado al punto de no retorno? Se trata de un escenario complejo, donde bajo la diversidad de quienes se movilizan existe una dirección que ha tomado la decisión de lograr el golpe de Estado.
*Por Marco Terugi para Sputink