La “O” no nos representa
El lunes 28 de octubre se aprobó en el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) el uso del lenguaje inclusivo para comunicaciones oficiales, administrativas y legales, así como para textos y producciones académicas. Se suma a otras unidades académicas que están reconociendo una lucha histórica impulsada desde los feminismos.
Por Redacción La tinta
La marea verde vino con todo. Pudo conglomerar las demandas de los feminismos y entre tantos asuntos, nos invitó a reflexionar sobre cómo nos nombramos y cómo hacer del uso del lenguaje una herramienta política; como todo lo que hacemos en nuestras vidas. Una de las formas de violencia de género, es la simbólica. En la homogeneidad de la “o”, en lo masculino que no incluye a todxs. Años de vernos invisibilizadxs en las formas de hablar, de escribir, haciéndonos creer que el masculino abarca la diversidad que somos. A partir de la gran batalla que dieron los feminismos, los espacios académicos no pudieron mirar más para otro lado. La demanda está en sus narices.
Este lunes 28 de octubre “se aprobó el empleo del lenguaje inclusivo para nuestra comunidad educativa. La Facu es la primera en habilitar su uso en la comunicación oficial, textos oficiales y administrativos, trabajos y producciones académicas para quien desea hacerlo», informaron en un comunicado las autoridades de la FCC. A partir de esta reglamentación y desde esta semana, es la primera facultad de la UNC en habilitar e incorporar el uso de “e” y “x”, en lugar de vocales que designen pertenencias binarias de identidad de género. Esto estará vigente para comunicaciones oficiales, textos administrativos, legales, trabajos y producciones académicas.
En septiembre de este año, desde el rectorado de esta universidad se aprobaron las recomendaciones de uso de lenguaje inclusivo incluyendo a los colegios preuniversitarios. La iniciativa no aconseja la utilización de la “e”, “x” ni el @, sino el empleo de palabras y formas de la lengua castellana, para evitar el uso del masculino universal y otras denominaciones sexuadas. Dichas recomendaciones integran un Manual de Estilo, un proyecto más amplio actualmente en desarrollo. Es decir que facilita una lista con alternativas de palabras y formas a utilizar, en reemplazo del masculino genérico y las denominaciones sexuadas, entre otras. Otro de los ejes claves es que están terminando de elaborar, conjuntamente con la Decana de la Facultad de Lenguas, un manual universitario de recomendaciones de uso de lenguaje inclusivo.
Desde la Real Academia Española (RAE), el parámetro “correcto” que se intenta transmitir como referencia en la escritura, que aclaran en el primer capítulo del libro de estilo de la lengua español, «Cuestiones gramaticales», aborda la actual polémica sobre los géneros. Afirma que «el masculino, por ser el no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos. No hay razón para pensar que el género masculino excluya a las mujeres en tales situaciones». Sin embargo el director de dicha institución dijo hace pocos días que todavía no lo están abordando, «lo que no impide que puedan presentarse mociones en las comisiones».
En 2017 la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) marcó el puntapié inicial. Todavía no se hablaba de lenguaje inclusivo, pero ya estaba planteada la inquietud en torno al sexismo en la palabra. Tal es así, que la UNRN fue la primera en «incorporar perspectiva de género y erradicación de violencias directas e indirectas de género» en su estatuto.
Más cerca en el tiempo, la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, en Chubut, decidió ir más allá. Hace dos meses aprobó el lenguaje inclusivo en exámenes, trabajos prácticos, tesis de grado, monografías y cualquier actividad académica que involucre la escritura.
En la Facultad de Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) sucedió algo similar. Autorizaron el lenguaje inclusivo para cualquier producción de lxs estudiantes tanto en carreras de grado como posgrado. «El lenguaje con el cual nos comunicamos y relacionamos comporta sentidos que reflejan desigualdades entre los géneros, naturalizando la segregación, discriminación o exclusión», dice la resolución. La Universidad de Mar del Plata y de Rosario también consiguieron incorporar este cambio.
Solo por mencionar algunos ejemplos, ya son 15 Universidades y 2 colegios preuniversitarios que se adaptaron a los cambios que la marea verde impulsó a partir del tratamiento de la legalización del aborto en el Congreso pero que viene de una lucha histórica de los feminismos. Más allá de estas excepciones, el lenguaje inclusivo aún encuentra resistencia en otros sectores académicos y sociales, la batalla continúa.
*Por Redacción La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto.