Evo Morales: “Lo que hemos hecho es refundar Bolivia”
El domingo se realizan las elecciones presidenciales y Evo Morales asegura que en su país el colonialismo fue derrotado.
Por Cris González para Correo del Alba
Días antes de las presidenciales del 20-O (10 de octubre), el presidente Evo Morales concedió una entrevista exclusiva a Correo del Alba, donde hace un balance del Proceso de Cambio y ahonda en el futuro mediato de Bolivia de cara al bicentenario.
—¿Cómo definiría la Bolivia de antes del Proceso de Cambio?
—Como un país sin desarrollo, sin esperanza y sin futuro por causa del saqueo al que fue sometido. Cómo podría haberse desarrollado en los tiempos neoliberales, si tenía una deuda externa de casi cinco mil millones de dólares y el Producto Interno Bruto (PIB) era tan solo de cinco mil millones de dólares. El 2006 nos entregaron un PIB de nueve mil millones de dólares.
Entonces, qué futuro y qué esperanza podía haber si todo era saqueo; saqueo de la clase dominante, que lo único que hacía era ver cómo aprovechar la corta gestión que les tocaba en la presidencia. “Vas a ser presidente, vas a ser terrateniente en el oriente boliviano y que todos los de tu clase tengan tierras”, así actuaban.
—Usted ha dicho que no quiere ser el mejor presidente de Bolivia, pero sí que Bolivia sea el mejor país. ¿Cómo se consigue ese anhelo?
—Yo diferencio porque he visto pancartas con mensajes: “Evo es el mejor presidente de Bolivia”. No me gusta eso, por eso dije que no quiero ser el mejor presidente de la historia del país, sino más bien que queremos, junto al pueblo, la mejor Bolivia de nuestra historia; ese es el plan que tenemos. Yo digo que no estamos lejos, porque si para fines de 2005 el PIB era de nueve mil millones de dólares, el pasado año llegamos a 40.800 millones de dólares, es decir, si en 180 años nos dejaron nueve mil millones de dólares, en 13 años llegamos a 38 mil o 39 mil millones de dólares.
—¿Cómo ha sido posible lo que menciona?
—Con la nueva política económica de recuperar nuestros recursos naturales, rescatar las empresas estratégicas y sobre todo las inversiones pequeñas, medianas y grandes. Después de esto, vino un tema de planificación, acompañado de inversión a la cabeza del Estado, apuntalado también por el sector privado y sectores asociativos. Entonces, estamos haciendo inversión bajo una política de economía plural. Nos han sorprendido los resultados. Yo quiero ser muy sincero, no pensábamos que con la nacionalización de los recursos naturales rápidamente iba a cambiar la situación de todo el país, pero ha empezado a cambiar y eso nos compromete como autoridades y como pueblo, porque se ven los resultados gracias al Proceso de Cambio, y la nacionalización se acompaña de políticas sociales.
En lo político lo que hemos hecho es refundar Bolivia, acabar con el Estado colonial y crear un Estado Plurinacional. Con esta refundación, constitucionalmente reafirmamos el gran pedido clamoroso del pueblo boliviano, de que todos tenemos los mismos derechos y beneficios. El sector más abandonado por la historia era el movimiento indígena y las mujeres. Ahora ambos tienen los mismos derechos que el resto.
En materia social el mayor logro ha sido la redistribución de las riquezas. Antes no había programas sociales, menos productivos; aunque para el sector privado hasta habían leyes, y los mal llamados “hospitales de empresas”. Yo entendía que las empresas privadas estaban enfermas y que había que hacerlas curar, y veía que se sacaban créditos para donar a los grandes empresarios. Que el Estado neoliberal curaba la enfermedad de las empresas privadas, claro, mientras los pobres no tenían nada y vivían a su suerte.
Hoy hay una redistribución de riqueza con bonos, rentas para los hermanos y hermanas más humildes, pero también programas productivos donde el Estado garantiza un 70 u 80 por ciento de inversión, y el responsable o beneficiario aporta solo un 20 o 30 por ciento. Por eso hemos reducido de 78.2 por ciento a menos del 15 por ciento la extrema pobreza, aunque nuestra meta es llegar a menos del 5 por ciento.
—¿Cómo visualiza a esa nueva y mejor Bolivia?
—La hemos proyectado alrededor de cuatro rubros: agropecuario, hidrocarburífero, minero y energético. Yo veo ahí la esperanza de Bolivia. Así como la mesa o la silla tiene cuatro patas, nosotros cuatro rubros.
Hay otros rubros como el turismo, la ciencia y tecnología, pero son complementarios. Mediante los hidrocarburos estamos entrando a la industrialización; nos falta la petroquímica y el tema de energía –nos estamos preparando para generar más energía–. En el tema agropecuario, quiero ponderar que hemos abierto mercado para que los grandes ganaderos, junto con los pequeños, exporten carne a China, y nos estamos abriendo a Rusia. Otros productos, como la almendra y la quinua, ya se exportan, y como dije, este año está previsto exportar carne; después vendrá el café, la soja, entonces imagínense la esperanza de Bolivia.
En el sector minería e hidrocarburos hemos comenzado por industrializar para sustituir la importación, por ejemplo, hicimos eso con el gas licuado del petróleo (GLP). Al llegar al gobierno, se exportaba gas natural y se importaba GLP. Actualmente seguimos exportando gas -casi un 90 por ciento al mercado paraguayo, una parte Argentina y otra a Paraguay y Perú-. Asimismo, antes se importaba urea, y hoy exportamos mayoritariamente al Brasil, aunque estamos empezando a exportar a Paraguay, Perú y la Argentina.
El modelo descrito podremos aplicarlo pronto con otros rubros, cuando tengamos la industria de hierro dejaremos de importar hierro para la construcción, y después exportaremos. Queremos compartir lo poco que tenemos con los países vecinos.
—Uno de los eslóganes del gobierno es “Bolivia como corazón energético de Sudamérica”. ¿Cómo y para qué se busca eso?
—Efectivamente, en materia energética nos proponemos exportar energía, así para el año 2025 mínimamente estaremos generando cerca seis mil megavatios (MW), pese a que yo quisiera que fueran nueve mil MW. ¿Cómo explico esto? Porque cuando llegamos al gobierno la demanda interna era de 700 MW y hoy asciende a 1.500 MW, aun cuando estamos generando más de dos mil MW, y cerraremos el año con la incorporación de ciclos combinados, con alrededor de tres mil MW. Solamente con ejecutarse lo del Bala, en Río Grande, con las ocho plantas hidroeléctricas generaríamos otros tres mil MW, lo que sumado a lo anterior daría un total de nueve mil MW. La pregunta obvia es ¿para qué tanta generación sin mercado? Resulta que Brasil cada año tiene que incorporar cinco mil MW para su demanda interna, Argentina otros mil, aunque por su crisis económica tiene algunos problemas. Y, como está subiendo el precio de la energía, nosotros venderíamos más barato a estos países vecinos y compartiríamos lo poco que tenemos con ellos; eso es la integración energética.
—¿Cuál es el objetivo final de todo este desarrollo?
—Consolidar totalmente una liberación política, económica, cultural y social; pero además caminar hacia la liberación en ciencia y tecnología.
Cuando llegamos al gobierno, el PIB per cápita era de apenas 900 dólares; después de 13 años, tenemos más de cuatro mil dólares per cápita. En el momento en que lleguemos a 10 mil dólares per cápita podríamos hablar de una potencia económica; ese es nuestro deseo.
—En el ámbito internacional, ¿cómo se proyecta Bolivia hacia otros centros políticos mundiales?
—Si bien tenemos problemas con Estados Unidos, mantenemos buenas relaciones con otras potencias como China, India, buena parte de Europa y Rusia. Lo que hay que informar al pueblo es que Estados Unidos, bajo una política de dominación, decidió desde el 2007 al 2017 evitar la presencia de China y Rusia en América Latina, entonces si esa es la política norteamericana nos vemos en la obligación de que Latinoamérica tenga su propia política, bajo la mirada de integración del mundo, con la presencia de esos países que son tan trascendentales para la humanidad.
Estados Unidos lo que quiere es saquear nuestros recursos naturales, y si esa es su política la nuestra debe ser abrirse a países como China, Rusia y otros de Europa. Algunos países importantes que hemos visitado recientemente, además de Rusia, fueron Turquía, Qatar, Emiratos Árabes Unidos. Todos quienes quieran ser socios; mientras respeten las normas en las políticas económicas, serán bienvenidos.
En el trabajo hacia la región nos sentimos orgullosos, porque ahora Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) por primera vez prestará servicios a algunos países vecinos. Igual pasa con la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE): ya estamos instalando el tendido eléctrico a la Argentina, en su territorio, cosa que no había ocurrido antes. Así nos damos cuenta que Bolivia tiene un futuro seguro para las próximas generaciones.
—En unos días enfrentará una nueva elección presidencial, en la que los ataques opositores se concentran en su imagen. ¿Cómo ve estos comicios?
—Siento que el pueblo boliviano está vacunado ante las mentiras de la derecha. Nosotros, como siempre, vamos a trabajar con la verdad y no con la falsedad, seguir informando la verdad como país y gobierno.
—¿Cómo aborda la amplitud de los derechos a las mujeres y las personas LGTBIQ+?
—Es nuestra obligación como Estado defender el derecho de las mujeres, no se puede entender la violencia hacia la compañera, hermana, madre o abuela. Ellas se han sacrificado en el hogar y son integradoras de este, pero también de sectores sociales, son más inteligentes y menos corruptas; no sé cómo pueden ser agredidas, no lo logro entender. Pero, al margen de crear conciencia, del trabajo de educación y formación para la prevención, pedí que el feminicidio sea un delito de lesa humanidad, lo que de ser viable sería aprobado por las Naciones Unidas como una norma mundial.
Respecto a los otros grupos que nombra, entiendo que somos seres humanos y cada uno tiene su forma de vivencia, sea lesbiana, gay, transexual, bisexual.
—¿Qué debería saber el mundo de Bolivia?
—Que nuestra forma de vivencia proviene del movimiento indígena originario, del Vivir Bien y no del vivir mejor.
—¿Qué quiere decir con eso?
— Por ejemplo, que debemos vivir no solamente en solidaridad y en complementariedad entre los seres humanos, sino además con la madre tierra.
—Usted fue un gran amigo de Hugo Chávez. Nuestra revista, le comento, tiene una edición que se publica en Venezuela. Para las y los lectores, ¿cuál estima es el mayor legado de Chávez?
—En estos tiempos ni se imagina cómo nos hace falta el hermano Hugo Chávez. Claro, eso no significa que no reconocemos el gran esfuerzo de lucha del hermano Maduro.
Yo conocí a Chávez, era muy humano y solidario, sobre todo con la política del Libertador y de liberación. Ese legado no lo deberían abandonar las nuevas generaciones y nuestra obligación es informar acerca de tanta lucha, desde que estuvo en el Ejército venezolano, y cómo recuperó el gran pensamiento y sentimiento de Simón Bolívar y la Patria Grande.
En estos momentos tenemos algunos problemas, hay países vencidos en Sudamérica, pero tengo mucha esperanza en que pronto nos vamos a recuperar. Hay gobiernos sumisos a algunos organismos internacionales que no quieren la igualdad, que no respetan la dignidad y que desconocen la identidad, sin embargo los pueblos estamos ahí, aunque a veces nos equivocamos y los movimientos sociales exageramos en nuestras reivindicaciones, lo que trae consecuencias.
En Venezuela la lucha de Hugo es seguida por Maduro y continúa vigente. El pueblo venezolano, bolivariano y chavista, derrotó la intervención, los golpes de Estado, está derrotando el sabotaje, y lo que le falta derrotar es la agresión económica, pero el pueblo está firme.
Repito, tengo esperanza y confianza que nos vamos a recuperar para nuevamente estar como en tiempos de Chávez, de Fidel, de Lula, de Néstor. No estamos lejos, solo se requiere fuerza y energía para reconquistar las grandes gestas libertarias democráticas en América Latina.
—¿Qué significa Tiwanaku para usted? ¿Por qué hace 13 años tomó posesión de su cargo en esta ciudad-templo?
—Es un lugar milenario, de nuestros antepasados, que después de tantos siglos sigue presente. Tomar posesión en Tiwanaku es algo simbólico, no solo histórico, es algo inédito y originario. Pertenecemos a esa familia.
—¿Volvería a tomar posesión allí?
—Estamos a la orden del pueblo, ¿por qué no?
*Por Cris González para Correo del Alba