Para entender a los kurdos en Siria
Desde hace más de una semana, Turquía bombardea el Kurdistán sirio (Rojava), pero no puede doblegar la resistencia de los pueblos de la región.
Por Víctor de Currea-Lugo para Kurdistán América Latina
Todos recordamos el niño Alan Kurdi, nacido en la ciudad kurdo-siria de Kobane, pero poco sabemos de su pueblo, los kurdos. Son una comunidad distribuida principalmente entre Turquía, Siria, Irak e Irán. A ellos, la comunidad internacional les prometió un Estado en 1920, pero nunca les cumplieron. En esos mismos años, Turquía fue creada a partir de las ruinas del Imperio Otomano y bajo el ideal de tener una sociedad homogénea, con una sola cultura y lengua.
Por esto, los kurdos nunca fueron aceptados como parte de Turquía, sus nombres fueron prohibidos, sus costumbres perseguidas y su identidad negada. En 1978, los kurdos decidieron crear una organización política llamada PKK: Partido de los Trabajadores de Kurdistán. Esta organización intentó, por varios años, generar acciones políticas de reconocimiento, pero se estrellaron con una gran represión por parte de Turquía, con lo cual optaron, en 1984, por la lucha armada. Así me lo explicaron sus líderes hace pocos meses.
Luego de la caída de la Unión Soviética, el PKK replanteó sus paradigmas y optó por un modelo que ya no busca tener un Estado propio, sino por hacerse un lugar digno dentro de los países donde los kurdos viven. Así las cosas, los kurdos le han apuntado a un modelo llamado “confederalismo democrático”, que podemos resumir en una mezcla de democracia directa, feminismo y ecologismo, sin poner en duda las fronteras actuales. En Turquía, a pesar de las restricciones y la represión, se hicieron con más de 100 alcaldías.
La situación de los kurdos en los países vecinos tampoco era la mejor. En Siria, a los kurdos se les fue retirada la nacionalidad en 1962 y perdiendo sus derechos. En Irak, en 1988, Sadam Husein asesinó a más de 180.000 kurdos usando armas químicas entregadas por Estados Unidos. De hecho, en la ciudad de Suleymania, hay un museo que recuerda a las víctimas mediante 180.000 pedacitos de espejo en los que, me decían, uno se puede mirar para ver si su alma es pura.
En el caso iraquí, la dirigencia kurda está bajo el control de dos apellidos: Talabani y Barzani, ambos acusados de corrupción y clientelismo. Ellos no ven con buenos ojos al PKK ni tampoco a las fuerzas de resistencia de Siria, conocidas como Unidades de Protección Popular (YPG/YPJ). En Irak, luego de la caída de Sadam Husein, se estableció un gobierno federal para la zona kurda, con cierto grado de autonomía, pero, en el cual, los líderes mencionados han reproducido los mismos vicios de poder del pasado.
En Siria, la más frágil de las zonas, los kurdos se enfrentaron a la discriminación del gobierno de Bashar Al Assad y a las atrocidades del Estado Islámico. Contrario a todo pronóstico, los kurdos no sólo resistieron, sino que triunfaron en batallas épicas como la librada en la ciudad de Kobane. En esa zona, los kurdos y otros pueblos han venido construyendo, en los últimos años, un modelo de administración autónoma, que ha traído la tranquilidad al norte de Siria e, incluso, a alojado miles de refugiados de Irak y de desplazados de otras partes del país.
Hoy, la guerra de Siria tiene tres zonas: una bajo control del gobierno, el norte bajo control de los kurdos y una tercera zona donde continúan los enfrentamientos entre diferentes actores, entre ellos, los residuos de los grupos radicales islamistas.
Como pude verlo hace pocos meses, hay decenas de campos de refugiados y desplazados, cuya administración kurda es bastante satisfactoria. Además, allí están las familias del Estado Islámico, mujeres y niños que no pueden ser acusados de lo que hayan hecho sus padres. También hay prisiones donde están bajo custodia miles de prisioneros del Estado Islámico.
Esa administración kurda en Siria es un “mal ejemplo” para los kurdos de otros estados de la región y una gran preocupación para Turquía. Los turcos han bombardeado a los kurdos más allá de su territorio. Por ejemplo, en Irak, en el campo de refugiados de Makhmur, están vivas las huellas de las incursiones turcas.
Ahora, Turquía decide atacar el experimento kurdo de autonomía en Siria. No es cierto que allí haya bases terroristas; de hecho, fueron los kurdos los que derrotaron al terrorismo islamista para beneficio de toda la humanidad. Tampoco es cierto que desde allí se amenace a Turquía. Pero el odio turco a los kurdos, especialmente, del actual presidente Recep Tayyip Erdogan, lo lleva a golpearlos en Siria.
La ofensiva empezó hace pocos días. Aunque, en rigor, es una ocupación de territorio sirio y un crimen de agresión; se dice que hubo una reunión entre servicios de inteligencia turcos y sirios, ya que ambos se benefician de una derrota kurda. De hecho, las mayores reservas de petróleo de Siria están en el norte, donde están los kurdos.
La zona ya es receptora de miles de desplazados y refugiados, por tanto, la propuesta de Erdogan de crear una “zona para que retornen los refugiados sirios” es una excusa. Cuando enfrentaron al Estado Islámico, muchos civiles kurdos y de otras comunidades fueron evacuados. Hoy, muchos de ellos piden armas. En caso de un caos en esa zona, se facilitaría la liberación de los miles de prisioneros del Estado Islámico y, por tanto, del reverdecer de este grupo.
Parece que la táctica kurda será llevar la guerra a Turquía, con la vieja fórmula de que la mejor defensa es el ataque. Por eso, hay unidades que han cruzado para atacar territorio turco y, es de esperar, que las tropas del PKK en Turquía hagan otro tanto.
Las protestas regionales y mundiales no son tanto a favor de los kurdos, como en contra de Turquía, quien juega a recuperar su liderazgo regional guiado por su nostalgia del Imperio Otomano. Una parte de la izquierda mundial, que ha defendido al genocida gobierno de Siria, mira a los kurdos con desconfianza. Su argumento de que “los kurdos están con Estados Unidos” tiene varios errores: son algunos líderes kurdos de Irak los que tienen vínculos con Washington, no todos los kurdos. Además, en una guerra como la de Siria, donde estaba en juego su supervivencia, estos entraron en la coalición contra el Estado Islámico, como Simón Bolívar, en su época, recibió apoyo del imperio británico.
Después de visitar los pueblos y cementerios del norte de Siria, es insostenible acusarlos de terrorismo. El sueño kurdo ya no pasa por un Estado independiente, sino por nuevas relaciones sociales al interior de los estados que habitan. Al igual que ante otras minorías, la comunidad internacional mide, estudia, espera y solo dará pasos para salvaguardar sus propios intereses.
*Por Víctor de Currea-Lugo para Kurdistán América Latina