Bauhaus 100 en Córdoba: “El arquitecto tradicional ha muerto”
El miércoles y jueves de la semana pasada, se desarrolló, en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNC, el evento Bauhaus 100, con un programa que propuso revisar la vigencia de las propuestas e influencias de esta escuela alemana. Uno de los ejes se centró en el diseño y su compromiso social, político y cultural, y La tinta se acercó a profundizar sobre esto.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Hace exactamente un siglo, Walter Gropius fundaba una de las escuelas de arte que marcaría la historia cultural de la humanidad, dejando una herencia clave para la arquitectura, el diseño industrial y el diseño gráfico: reformar la enseñanza de las artes y refundar la arquitectura para lograr una transformación de la sociedad burguesa. A esto apuntaba la Bauhaus y el vocablo, que une las palabras bau, construir, y haus, casa, reflejaba el sentido de edificar algo nuevo, que exceda la arquitectura y el arte. Gropius y su banda pensaban, en pleno contexto de posguerra, en edificar una nueva sociedad, un nuevo ser.
Como ha sucedido mundialmente, en Córdoba, la Bauhaus también tuvo su celebración y, la semana pasada, el evento Bauhaus 100 de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNC coronó la serie de actividades conmemorativas en nuestra ciudad, proponiendo un encuentro para reflexionar acerca de la experiencia de esta escuela de diseño en el centésimo aniversario de su fundación. La apertura del Encuentro estuvo a cargo de los profesores Max Welch Guerra, representante de la Bauhaus Universität Weimar, y Markus Vogl, representante de la cátedra Gropius FADU-UBA.
Además de múltiples espacios de micro-experimentación para especialistas, docentes y estudiantes, hubo mesas de discusión con expertos -y dirigidas también al público general- con diferentes ejes, pero a La tinta le interesó específicamente el que se centró en el Diseño y el compromiso social y político.
“Una característica interesante que quisimos rescatar de este período es el hecho de entender el diseño y las transformaciones del ambiente como parte de un trabajo colectivo, donde se abandona la figura del genio creativo y delirante diseñando desde una torre de marfil para acercarnos a un diseño forjado en el trabajo codo a codo junto a equipos diversos. Donde las ideas no valen como epifanías, sino que, en realidad, el diseño se va forjando en base al estudio, la investigación de los problemas a abordar”, contó a La tinta el arquitecto Juan Santiago Palero, quien, junto a Patricio Mullins y Cecilia Becerra, coordinó este eje de trabajo.
Acto seguido, Palero aclaró que, desde el comienzo, el equipo de coordinación intentó, además de recuperar algunos valores propuestos por esta escuela/movimiento estético vanguardista, poner en crisis algunos de sus lineamientos y explicó que “antes que nada, es importante no olvidar que la Bauhaus fue una Institución que reflejó todas las tensiones propias de la modernidad (con lo bueno y lo malo) y estaba cargada de un alto contenido homogeneizador, donde se apostaba a un modelo cultural universal, normalizador y tecnocrático.
Hoy en día, desde la realidad de Córdoba, consideramos importante cuestionar esa idea de vanguardias o de saber técnico que dictamina cómo debe ser la cultura, cómo deben ser las transformaciones ambientales, cómo se debe vivir. Por el contrario, creemos que esas respuestas deben surgir desde abajo, retomando y reconociendo el trabajo que se viene realizando junto a organizaciones territoriales, agrupaciones de vecinos y cátedras vinculadas directamente con las problemáticas de la ciudad de Córdoba.
Por eso, el taller rescató esa intención de la Bauhaus por aportar, desde las artes y el diseño, a mejorar las condiciones de vida de las mayorías, una búsqueda que caracterizó el periodo en que la escuela estuvo dirigida por Hannes Meyer”.
Meyer es a quien lxs arquitectxs de la UNC citaron para invitar a la taller. “Construir ya no es una obra individual para la realización de ambiciones arquitectónicas. Construir es el esfuerzo común de los trabajadores y los inventores. Solamente aquel que, al dirigir la comunidad de trabajo de otros, domina la vida misma es maestro constructor. Construir, entonces, pasa de ser un asunto individual a ser una cuestión colectiva”, decía Hannes Meyer. El arquitecto y urbanista suizo sucedió a Gropius entre 1928 y 1930. Con él como director y profesor, la Bauhaus procuró desmarcar la actividad proyectual del mero placer estético (reservado para las élites) y asentar el carácter científico y comprometido del diseño al servicio de las mayorías, históricamente postergadas.
“El abordaje de las problemáticas del hábitat constituye un desafío prioritario para todo aquel que indague en el compromiso social y político del diseño. No es necesario que se cumplan cien años de una institución formadora de diseñadores del centro de Europa para rescatar esta deuda pendiente de las disciplinas proyectuales. Es suficiente con mirar la realidad cotidiana”, explican lxs arquitectxs en el documento base.
Desde el Eje, además de un mapeo colectivo que se realizó junto a distintas organizaciones para sintetizar algunas de las problemáticas a abordar -desde el compromiso social y político de la arquitectura y el diseño urbanístico-, se propuso la realización de una obra conceptual que fuese la “metáfora del habitante urbano”: el bauhenen (henen significa pueblo en la lengua de los hênia-kamiare, comechingones).
“El propósito de hablar de bau-henen -un término que armó Patricio Mullins- fue recuperar esta intención de construcción (BAU) en el sentido colectivo que le daba la Bauhaus, pero desde la realidad de Córdoba, “partiendo de nuestra concepción de la vida, desde las raíces de nuestro pueblo. HENEN aparece siempre como el vocablo de lo Henia-Kamiare (comechingones) para referirse a la gente al pueblo, es decir, una construcción colectiva desde nuestra realidad como cordobesxs”, concluyó Palero.
*Por Soledad Sgarella para La tinta.