Palestina: Una solución económica para un problema político

Palestina: Una solución económica para un problema político
28 junio, 2019 por Gonzalo Fiore Viani

La conferencia impulsada por Washington en Bahréin propuso dinero a cambio de que los palestinos y las palestinas entreguen su soberanía.

Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta

La iniciativa de Estados Unidos de llevar adelante el supuesto “Acuerdo del Siglo” entre Palestina e Israel para poner fin al histórico conflicto está condenada al fracaso desde el primer momento. Los líderes palestinos, como era de esperarse, rechazaron, desde el principio, el intento de acuerdo. El mismo Jared Kushner, yerno del presidente Donald Trump, quien estuvo encargado de convocar al encuentro que se realizó esta semana en la ciudad de Manama, capital de Bahréin, admitió que “sin una solución política justa y duradera” no habrá plan de paz para la región.

Uno de los problemas es suponer que Estados Unidos, en su papel auto-impuesto comisario del mundo, puede ser tanto el impulsor como el garante del mismo. Más allá de los 50.000 millones de dólares que Kushner ofreció en nombre de su gobierno, la región necesita soluciones profundas. En medio de un complejo panorama, con la guerra en Yemen sin atisbos de terminar y un posible grave conflicto en las puertas del Estrecho de Ormuz, quizás el gobierno estadounidense no tuvo el mejor timing político para convocar a tan ambicioso encuentro.

Lo curioso es que el foro, denominado “Paz para la Prosperidad”, se sucede con representantes de 41 países, entre ellos, el promotor Estados Unidos y el anfitrión, el rey Hamad Bin Al Khalifa, y también con representantes empresarios y económicos, pero sin los dos países en conflicto. Según el presidente palestino Abu Abbas, la invitación simplemente era un “intento de soborno para acabar con los derechos del pueblo palestino”. Mientras tanto, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, aunque se encuentre alineado plenamente con Washington, no puede darse el lujo de participar en este tipo de encuentros. Su popularidad se encuentra en su peor momento y, tras las elecciones fallidas de comienzos de este año, deberá celebrar comicios nuevamente en septiembre. A su vez, enfrenta graves acusaciones de corrupción que podrían alejarlo del poder primera vez en dos décadas. Mostrarse dispuesto a un diálogo por la paz podría hacerle perder apoyos en la base electoral israelí. En los últimos años, Netanyahu viene mostrándose cada vez más duro, preocupado por la pérdida de votos por derecha. Estados Unidos decidió no invitar a Netanyahu, consciente de la situación electoral en Israel de cara a los comicios del 17 de septiembre próximo.

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El premier israelí dice no entender el motivo por el cual los palestinos rechazaron la ayuda económica. La respuesta se puede encontrar de boca del mismo primer ministro palestino, Mohamad Shtayyeh: “No queremos vivir en un hotel de cinco estrellas bajo ocupación, sino vivir con dignidad”. El plan de paz de Washington no contemplaba ninguna solución jurídica ni política para el conflicto. Por lo cual, aceptar un desembolso económico para un supuesto desarrollo, en esas condiciones, no sería más que convalidar, en la práctica, la situación de ocupación. Al encuentro en Bahréin, asistieron empresarios, como el CEO de Nokia en Israel. La idea de la administración Trump tiene que ver con favorecer el desembarco de inversiones extranjeras que contribuyan al desarrollo económico palestino. El multimillonario palestino Munib Al Masri declaró que la solución no pasaría por ahí, ya que el “problema no es económico, sino político”.


Palestina sigue reclamando lo mismo que pidió históricamente: el reconocimiento de un Estado independiente, con las fronteras anteriores a la ocupación israelí de 1967. Además, demanda el establecimiento de su capital en Jerusalén Este. Desde hace décadas, tampoco hay solución alguna para los más de cinco millones de palestinos expulsados tras el nacimiento del Estado de Israel en 1948. Tras el final del conflicto palestino-israelí entre 1948 y 1949, Naciones Unidas aprobó la partición de Palestina bajo mandato británico. Esto provocó una diáspora de refugiados mucho mayor a la que se produjo en los conflictos subsiguientes. Muchos de ellos habitan en condiciones lamentables en el campo de refugiados más grande del mundo, ubicado en Cisjordania. Las condiciones económicas allí son tan graves que el 60 por ciento de los jóvenes se encuentran desempleados. Las condiciones económicas en la Franja de Gaza, asfixiada por las políticas de ocupación israelí, tampoco son mucho mejores: en la actualidad, existe un 50 por ciento de desocupación.


A pesar o, quizás, gracias a las asistencias de dirigentes mundiales como Christine Lagarde del Fondo Monetario Internacional (FMI), o el Secretario del Tesoro norteamericano Steven Mnuchin, la iniciativa no cosechó grandes apoyos en la región. Solo los países alineados directamente con la Casa Blanca, como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), enviaron ministros al encuentro. Junto a Qatar, además, se hicieron cargo de la financiación del evento. Otros estados como Irak y Líbano decidieron no asistir, aunque fueron invitados. Países importantes en la región como Egipto, Marruecos o Jordania solo enviaron a mandos medios o bajos. Esto a pesar de que el plan también contempla la construcción de infraestructuras e inversiones en los países vecinos de Palestina, es decir, en Egipto, Jordania y Líbano.

Palestina protestas contra conferencia de Bahrein la-tinta

Aunque la Casa Blanca crea lo contrario, las raíces del conflicto son demasiado profundas como para solucionarlo con cemento y desembolsos monetarios.

Fiel al estilo del padre de su esposa, Kushner criticó a sus predecesores para, luego, remarcar que este acuerdo es diferente. Agregó que “ni el presidente Trump ni los Estados Unidos los han abandonado”. Lo cierto es que, en materia de política internacional, Trump ha tenido objetivos sumamente ambiciosos. A la manera del acercamiento que logró el entonces presidente Richard Nixon con la China de Mao en 1972, el mandatario intentó un acuerdo de paz con Corea del Norte, por ahora fracasado. Tampoco tuvo éxito su estrategia, abandonada hasta el momento, en Venezuela. Si bien puede ufanarse de ser el único presidente estadounidense, desde Jimmy Carter, en no iniciar ningún conflicto armado. Lo que Trump está intentando hacer en la región demuestra un profundo desconocimiento de las motivaciones del pueblo palestino. Sin una solución política, con un Estado independiente y el cese de la ocupación hostil de Israel, no habrá resolución posible. No se pueden ensayar soluciones económicas para problemas políticos.

*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta

Palabras claves: Estados Unidos, Israel, Palestina

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