¿Por qué le molesta al facho que nos organicemos?
El otro día publicábamos la noticia de que comenzaba la organización de la 10º Marcha de la Gorra, la más grande y sistemática marcha antirrepresiva del país. Ahí nomás, hordas de fachos comentaban la publicación con sus más racistas y asesinas expresiones (las cuales fueron eliminadas y sus autores bloqueados).
¿Por qué le molesta al facho que nos organicemos?
En primer lugar, porque tanto es el trabajo de los medios y del poder mismo en señalar a cierta forma de vestir, de vivir, a ciertos rasgos físicos, como asociados a la delincuencia, que se la terminan creyendo. Ellos no buscan otra alternativa a lo que dicen los grandes medios, creen todo, tragan todo sin masticar.
Rinden reverencia a cualquier ladrón de saco y corbata pero se cruzan de vereda al ver al pibe morocho (muchas veces tan morocho como ellxs), entonces que se haga una marcha que tome en su mismo nombre la apropiación reivindicatoria de un símbolo que ellos ya asumen como sinónimo de delincuencia, es para ellos «defender a los delincuentes».
Y en segundo lugar, por algo relacionado en parte a lo anterior: ellos no tienen capacidad de organización. Son mayoría, piensan igual, su discurso es el mismo, y sin embargo no tienen capacidad de juntarse, intercambiar ideas, y llevar a cabo acciones para trasformar la realidad en lo que sea que a ellos les gustaría que fuera.
Van a meter un papelito en una caja de cartón cada cuatro años, eso es todo. No son sujetos políticos activos, son objetos pasivos de políticas y de discursos mediáticos que se repiten hasta lograr una opinión unívoca, incluso muchas veces ingeniosamente disfrazada de opiniones opuestas y enfrentadas. Ellos no se organizan, son arreados. No decimos que no sean capaces de salir a la calle a manifestarse, de hecho algunas veces lo hicieron, pero empujados como vacas por un discurso mediático que los mantiene falsamente cohesionados, por eso cuando les acercás un micrófono para que expliquen qué hacen ahí pasan semejantes vergüenzas.
Eso les molesta. Que nosotros sí sepamos qué hacemos. Que no recibamos órdenes de nadie y copemos las calles solitos, sin que nos banque o nos arree nadie. Que nos acerquen un micrófono y tengamos claros nuestros objetivos y nuestras ideas.
Y les molesta que en nuestro discurso se deje ver que existe otra realidad, lo que siempre se mete debajo de la alfombra, lo difícil de digerir, claro, pero que ahí está, aunque no sea compatible con su realidad de meritocracia en la que el que quiere puede, que repiten a pesar de que se esfuerzan mucho de verdad y sin embargo cuántas veces no llegan a fin de mes.
Nosotros sencillamente no tenemos vocación de rebaño, y eso no se negocia.