Nunca van a ser bandera
Por Diego Valeriano para La tinta
Nunca van a ser bandera, mural, canción. Pero si tal vez esperanza cruel, promesa de venganza, pedido de auxilio en medio de todo esto. Nunca van a ser pintada, tatuaje, ni remera. Pero si grito de guerra en medio de un linchamiento, pedido de justicia por parte de una madre que no puede más, ilusión silenciosa de que pase algo cuando los guachos que te chorearon pasan por tu cuadra.
Esperanza de ortiba, murmullo desde patrullero, dientes apretados de doña que ya ni sale cuando baja el sol y espía por la rendija de la persiana. Trabajar, viajar, ir y volver. El UBER que no entra, el remis que no llega. El Sarmiento, las cuadras hasta la estación, el bondi que no para, el agua que no baja. Un suicidio y quedar varados sin tiempo en Ramos o Haedo, los piqueteros que suben en Morón meta escabio y cumbia. Los choreos en la parada del 238 y una soledad aplastante.
Nunca grito de libertad, pero sí de odio. Odio por cómo empeoró todo, cómo cada vez es peor. Odio sin saber, pero sabiendo bien, sabiendo todo, entendiendo todo. Odio a los que viven de la política. No quiere chamuyos, ni cuentitos, ni que le explican más nada. Odio por saber bien cuál es el arreglo de la del merendero con la comida y los planes; saber cómo Juan pegó un cargo, se fue del barrio y se puso brackets.
Odio a los dirigentes que siempre tienen tiempo para estar frente a las cámaras cuando la mayoría no tiene tiempo ni de mirar tele. Odio a los retos, a las explicaciones, a los posteos de su sobrina, a que le cambien las palabras, a la imposibilidad de decir, a la prepotencia de algunas pibas, a quedarse unos pares de horas más sin cobrar horas extras. Odia que ya ni lo entiendan, estar en falta eterna, que cada día sea peor.
Ni consigna, ni memoria, ni nombre de un barrio de casitas todas iguales. Ni abuelas, ni madres, ni compañeros detenidos desaparecidos, ni posteo de nenita con el pañuelo verde y los dedos en V. Ni todo es política. Volver a un tiempo mejor donde todo era como debía ser. Vitalidad potente de lo que sí pasa, comprensión de todos los garrones diarios, soluciones mágicas, varoniles y crueles frente a muchos años de una vida horrible.
* Por Diego Valeriano para La tinta / Imagen: Amilcar Orfali/Getty Images