Nuestra historia en presente: voto femenino, derechos de hoy, luchas del pasado
Por Redacción La tinta
Sabemos que nuestra historia como mujeres y disidencias construyendo otros mundos es compleja y profunda. Lo sabemos porque nuestras compañeras nos lo han contado. O lo leímos por ahí en un texto que apareció, como por arte de magia, en la biblioteca de alguna. Es muy difícil encontrar que la historia oficial reconozca a las mujeres e identidades disidentes en los acontecimientos más importantes de nuestras sociedades y que, incluso, se nutra de lo que elles escribieron. Su circulación fue vetada, incompleta, arrancado su sentido último, idiotizada o silenciada.
La ola feminista actual trae algunas consignas que otres ya levantaron, aunque en un contexto muy distinto, y se nos hace difícil el camino cuando no tenemos presente aquellos pasos de les que nos precedieron, sus dificultades y sus estrategias. Inconscientemente, lo sentimos en algunas de las libertades que hemos ganado y que tienen nombre de mujeres e identidades disidentes. Pero cuesta encontrar aquellos documentos que nos cuenten cómo fueron esas luchas. A veces, también, nos cuesta identificarlas y traerlas, somos, no menos, hijes de este paradigma occidental, androcéntrico, clasista y heteropatriarcal que se ubica a sí mismo en el centro de la historia.
La sección “Nuestra Historia en Presente” busca recuperar aquellas luchas para aportar a (re)pensar las nuestras actuales. El patriarcado busca ocultarnos, pero acá estamos, poniendo voz a les invisibilizades y reconociendo que somos parte de algo más grande, que nos excede y que se vuelve continuidad en nuestro presente.
Cuando se habla del voto femenino, por ejemplo, resuena el nombre de Eva Perón, pero se oyen también, en el fondo, algunos ecos de otras mujeres que mucho antes se plantaron exigiendo ser reconocidas como ciudadanas plenas. El reclamo por el voto escondía otros reclamos más profundos, que articulaban la lucha de socialistas y anarquistas en sus propias organizaciones y en la sociedad toda. Cuando muches dicen que “el feminismo no les representa” o que “al país se lo saca adelante trabajando y no parando”, se oculta que, gracias a que muches antes que elles se organizaron, pararon o hasta murieron robándole sus derechos a los Estados, es que otres podemos estar acá expresando lo que pensamos, eligiendo, ejerciendo esos derechos. La primera mujer en nuestro país que pudo votar y ser candidata fue Julieta Lantieri, y es gracias a sus pasos que hoy caminamos en un mundo distinto.
Julieta Lantieri nació en 1873 en Italia y migró de muy pequeña a la Argentina con su familia. Sus logros, para la época, son impresionantes: fue la primera egresada mujer del Colegio Nacional de La Plata y hasta logró un permiso especial para estudiar medicina (sólo los hombres podían hacerlo). Pero su desafío fue mayor, el 16 de julio de 1911, fue a inscribirse al padrón electoral de Buenos Aires para poder votar en las elecciones del Concejo Deliberante. Julieta llevaba una copia de la ley 5098 con los requisitos para la inscripción: ser ciudadano mayor de edad, saber leer y escribir, presentarse personalmente a realizar el trámite, haber pagado impuestos comunales por valor de 100 pesos como mínimo o ejercer alguna profesión liberal dentro del municipio y tener domicilio en la Ciudad, por lo menos, desde un año antes. Cumplía con todos los requisitos. Luego de un fallo favorable que validaba su posibilidad de voto, Julieta se dispuso a ir a votar en noviembre de 1911 y se convirtió en la primera mujer sudamericana en hacerlo.
Pero no se quedó allí, en 1919, formó el Comité Ejecutivo Provisional del Partido Feminista Nacional y lanzó su candidatura con una plataforma que reivindicaba reclamos de las mujeres: licencia por maternidad, subsidio estatal por hije, voto igual para ambos sexos, entre otros. En las elecciones de diputados de 1919, Julieta obtuvo 1.730 votos sobre un total de 154.302 sufragios emitidos. Muchos, si pensamos que sólo votaban hombres.
“Mi candidatura es una afirmación de mi conciencia que me dice que cumplo con mi deber, una afirmación de mi independencia que satisface mi espíritu y no se somete a falsas cadenas de esclavitud moral e intelectual, y una afirmación de mi sexo, del cual estoy orgullosa y para el cual quiero luchar”.
Siguió trabajando y reclamando por un lugar para las mujeres en la política, hasta que murió en 1932 en instancias dudosas, que algunes consideran un asesinato político.
“Arden fogatas de emancipación femenina, venciendo rancios prejuicios y dejando de implorar sus derechos. Estos no se mendigan, se conquistan”.
Muchos años después, el 23 de septiembre de 1947, Eva Perón pronunció en la Plaza de Mayo el discurso que ponía el sello al derecho a voto de las mujeres en la Argentina. En su discurso, Evita reconoció el trabajo de todas las mujeres en la construcción de la “patria” que había estado invisibilizado durante tantos años: «Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas. ¡Por eso, hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenazadores, pero, también, alegre despertar de auroras triunfales!…Y esto último, que traduce la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional, sólo ha sido posible en el ambiente de justicia, de recuperación y de saneamiento de la Patria, que estimula e inspira la obra de gobierno del general Perón, líder del pueblo argentino».
Incluso para las que no votamos y elegimos luchar, reconocer a estas mujeres que, en un contexto opresivo, pusieron su cuerpo y su palabra para reclamar derechos es una manera de leer nuestra historia y no sabernos solas. Nada de lo que tenemos fue un regalo. Todo se lo robamos al patriarcado y todavía nos falta mucho. Y, a quienes sí votaron este domingo que pasó, no se olviden que deben ese derecho a muchas mujeres que hoy ya no están. Ojalá podamos mantener viva su memoria.
*Por Redacción La tinta.
Fuentes: Página/12 – Revista Mestiza