Gramsci y Bielsa
Una situación deportiva límite. Al Leeds United sólo le servía ganar para mantener vivo su sueño de ascender a primera. El ansiado gol llegó mientras un rival estaba en el suelo. Deformado, mercantilizado, exitista, opresor, el fútbol aún tiene locos que lo dignifican. Sí, todavía nos queda Bielsa.
Por Ariel Scher
El 27 de abril de 1937 y en Roma, murió Antonio Gramsci, filósofo, político, revolucionario y periodista italiano, alguien que dijo «el fútbol es el reino de la lealtad ejercida al aire libre» y que también dijo «odio a los indiferentes, creo que vivir quiere decir tomar partido».
El 28 de abril del 2019 y en un rincón de Inglaterra, Marcelo Bielsa, entrenador argentino de fútbol, indicó a los jugadores de Leeds, el equipo al que orienta, que permitieran a sus rivales convertir un gol en el marco de una circunstancia competitiva límite y así reparar una situación que evaluaba injusta.
La determinación de Bielsa, a contramano de una época y de muchas naturalidades, corrobora que, a causa de los discursos y de las prácticas dominantes en la humanidad y de la lógica política y cultural de quienes concentran el poder del dinero y de la palabra, a las ideas de Gramsci sobre el fútbol y sobre unas cuantas cosas se las silencia o se las presenta como afuera de la historia, derrotadas y sin regreso.
Sin embargo, esas ideas ahí respiran, a través de gente como Bielsa y hasta recibiendo goles en su propio arco.
El fútbol puede ser o volver a ser, y no sólo de a ratitos, persistiendo en la lucha y en la esperanza, el reino de la lealtad ejercida al aire libre.
Y la vida, con gestos como el de Bielsa, también puede ser otra vida.