La quimera renovable
El economista Esteban Kiper hiló mitos, fortalezas y debilidades del desarrollo argentino en materia de energías renovables. Méritos y deudas de una política de estado interrumpida.
Por Esteban Kiper para Revista Zoom
Leí por ahí algún tuit que decía algo así como que Argentina sería potencia en energías renovables. Voy a compartir algunos elementos que creo que pueden aportar a tener una idea más clara de este sector tan atractivo.
Argentina cuenta con recursos renovables de máxima calidad mundial. Los recursos son el viento y la radiación solar. Y la calidad se traduce en cuántas horas por año un generador eólico o un panel fotovoltáico pueden generar energía a plena carga (factor de uso se llama esto).
En los parques eólicos de Bahía Blanca para abajo se están consiguiendo factores de uso de hasta 60%. Eso es una bestialidad para un parque on-shore. En los parques fotovoltáicos de la puna, por la elevada radiación solar, la poca humedad, y el frío, el factor de uso también es altísimo ¿Esto para qué sirve? ¿Con qué se come?
Si el factor de uso es muy alto, el capital invertido se amortiza más rápido y la energía generada es más barata, si la tasa de interés a la que se financian esos parques es baja. Si se dan estas condiciones, bajaría el costo de la energía. Y si baja el costo de la energía los efectos sobre el resto de la economía son evidentemente muy positivos. Aumentaría el ingreso disponible de los hogares (si nos abstraemos de que hoy aún la tarifa residencial está subsidiada), y bajaría el costo energético de las industrias.
Desde 2016 comenzó un boom de energías renovables que hace pie en dos pilares:
1) La ley 27.191, votada por unanimidad en el congreso en 2015 (Ley de la que participé de su redacción junto al actual subsecretario de Renovables, Sebastián Kind, y el ex Subsecretario de EEEE, Paulo Farina)
2) El sistema de transporte que desarrollaron los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Kirchner, que interconectaron la Patagonia y cerraron el sistema eléctrico en el norte conectando el NOA con el NEA. Sin ese soporte material, la incorporación de energía renovable hubiera sido imposible, ya que los recursos de primera calidad están muy lejos de la demanda (Buenos Aires, Córdoba, Rosario).
¿Cuál es la situación hoy? Luego de que se licitaran y adjudicaran unos 5.200 MW de energías renovables en las rondas de Renovar, y unos 1.000 MW en el MATER, ya no hay espacio para nuevos proyectos en el sistema. Porque la red de transporte en alta tensión no se expandió un sólo kilómetro. Es decir, un argumento que se le aplicó mucho al primer kirchnerismo respecto del uso de infraestructura heredada: los renovables se montaron sobre la herencia de un sistema de transporte que tenía capacidad, y sobre el cual no se invirtió un peso. Las licitaciones Renvoar y el MATER fueron exitosas, y consigiueron precios a la baja, ubicando en la última ronda los precios eólicos y solares en torno a los 50-55USD/MWh. Eso fue antes de que “pasaran cosas”.
¿De acá para adelante?
1) No hay líneas. Entonces, para poder sumar renovables, hay que realizar inversiones que suman varios miles de millones de dólares y tardan varios años en estar listas.
2) Las tasas a las que se financian los proyectos son mucho más altas que en 2017, encareciendo la energía.
La expansión del sistema de transporte se encaró recién en 2018, vía PPP, y murió a los pocos días por la crisis. Ahora se está lanzando medio a las apuradas un nuevo intento de licitación. Veremos que suerte corre. Esto lleva a que en el corto plazo, el boom renovable entre en stand by.
Ahora, ¿qué querría decir ser una potencia renovable? ¿Vender energía renovable al mundo?
Improbable que ocurra. Los países limítrofes tienden a ser excedentarios en energía eléctrica, además de que en general cada país quiere ser soberano en esta materia, y no depender de terceros. ¿Ser proveedor de equipos? Importamos el 100% de la tecnología. Sólo producimos torres para los generadores eólicos, algún soporte para los paneles, y ahora empezaríamos a montar generadores eólicos. Todo eso es bueno, porque genera empleo, pero lejos estamos de ser potencia en esto.
El único horizonte de convertirnos en algo así como una “potencia renovable” sería que se materialice el fantástico proyecto de los chinos, que hoy es ciencia ficción, de hacer una única red de energía eléctrica mundial. Mientras tanto, renovables no sólo choca con los límites del sistema de transporte, sino con Vaca Muerta. Hoy, mientras no podamos competir en el mercado mundial de GNL, por falta de infraestructura y costos que aún no cierran, la cosa es gas vs. renovables. Si crece más rápido renovables, menos espacio para el gas de Vaca Muerta, que aún no se puede exportar.
A largo plazo, si se sortea este cuello de botella, podremos tener una elevada % de generación renovable, y mucho saldo exportable de gas. Es un horizonte posible, pero falta. Para llegar, es clave resolver primero la situación del gas, que puede aportar divisas para el desarrollo nacional. Y en paralelo expandir el sistema de transporte de EEEE. Ah, y que Argentina tenga acceso a financiamiento internacional barato. Lo que hoy está lejos.
Una cosa más. Es una experiencia para rescatar en el país del péndulo. El transporte lo desarrolló el kirchnerismo. La Ley se votó durante el kirchnerismo con apoyo de todos los bloques. Kind, que fue quien hizo el primer boceto de la Ley como asesor del senador Guinle, la reglamentó como funcionario del nuevo gobierno. Y llevó adelante bajo el gobierno de Macri las licitaciones, que salieron muy bien. Algo así como una política de estado.
*Por Esteban Kiper para Revista Zoom.