«No saben lo que es morir por hipotermia»
En el marco de la Cuarta Marcha al Lago Escondido, dos participantes fueron atacadxs y amenazadxs de muerte por miembros de la seguridad privada de Joe Lewis. Entrevistamos a Guillermo Martín Caviasca, miembro de Encuentro Antiimperialista y Barricada TV que participó de una de las columnas que logró llegar al lago y fue testigo y víctima de la violencia paraestatal.
Por Débora Cerutti para La tinta
“La existencia material de una serie de fenómenos
que atraviesan globalmente este estadio del planeta:
agujeros de soberanía incrustados en los territorios nacionales,
tierras muertas, aguas muertas, las así denominadas zonas extremas” (Mirta Antonelli)
La Cuarta Marcha al Lago Escondido, es parte de una campaña por la soberanía territorial que desde hace varios años busca visibilizar y defender la soberanía territorial de los pueblos. Uno de los casos paradigmáticos de agujeros de soberanía, es el caso del Lago Escondido, que se encuentra cercado por la propiedad de Joe Lewis, el magnate inglés amigo personal del presidente de la nación Maurico Macri que en 1996 adquirió más de 12 mil hectáreas interrumpiendo el acceso a las costas del lago. Desde la marcha se denuncia que Lewis posee un Estado propio dentro de un Estado-Nación y se exige que se cumpla el derecho de transitar por el territorio.
La Cuarta Marcha se realizó con dos grupos de manifestantes de diferentes lugares del país, que se dirigieron por senderos distintos con el fin de encontrarse en una isla en medio del lago Escondido: un grupo entrenado de 20 personas salió el miércoles 06 de febrero por el camino de montaña, el acceso oeste al lago, mientras que otro grupo de 80 personas partió el día sábado 09 de febrero con camionetas. En una tercera línea de avance, 20 personas avanzaron por el camino del Manso.
Guillermo Martín Caviasca era parte del grupo de montaña que realizó la caminata. En la entrevista que realizamos desde La tinta, relata la persecución y amedrentamiento que sufrieron de parte de un grupo de hombres pertenecientes a la seguridad privada de Lewis.
Fragmentos de una conversación que relata un hecho paradigmático de la violencia ejercida por fuerzas privadas de seguridad capaces de amenazar, robar, torturar y violentar a quienes se atreven a ejercer sus derechos en los agujeros de soberanía.
No saben lo que les puede pasar
«Accedimos en ese tramo que era muy difícil de transitar. En ese lugar se encontraba la guardia privada, una especie de grupo paramilitar, parapolicial, que hace la seguridad en el acceso oeste del Lago Escondido. Llegamos pese a lo intransitable del camino, pendientes sumamente empinadas, nada que una persona sin entrenamiento pueda acceder. No se esperaban que llegáramos, menos cargando un kayak, para hacer uso del lago, que es de uso público. Nos recibieron con enorme violencia, primero la violencia fue verbal con amenazas concretas.
Llegamos entre las doce y la una de la mañana a la cabecera del lago donde estaba la guardia privada de Lewis, nos recibieron ocho personas muy agresivamente. Dijimos que veníamos a hacer uso de nuestro derecho legal como parte del pueblo argentino de transitar por el camino de acceso al lago, estar allí y hacer uso del mismo. Ellos dijeron que no nos lo iban a permitir, que teníamos que ir por otro camino. Les dijimos que el único camino que había era ese. Empezamos a caminar.
La guardia de seguridad nos dijo que no sabíamos lo que nos iba a pasar si nosotros llegábamos a transitar y acampar en el lugar. Ante esa amenaza concreta, cuando el responsable de nuestra columna pregunta ‘qué puede pasar’, nos respondieron que lo que nos iba a pasar iba a ser mucho peor de lo que imaginábamos y de cualquier otra cosa que hubiera pasado otra vez»
Cuidado con lo que hacen
«Siendo la una de la mañana, les preguntamos cuál era entonces el camino legal que tiene que existir para que cualquier persona que quiera hacer uso del lago pueda llegar a él. Nos indicaron unos palitos que se notaba que recién habían puesto en el terreno en medio de la maleza para que no nos pudiéramos quedar. Era una zona del lago con muchas ramas y troncos tirados. Después de mucha discusión, cuando buscábamos los palitos y nos corríamos un poco nos decían ‘están pisando propiedad privada tengan cuidado con lo que hacen’, a la vista de la Policía que estaba atrás y no intervenía.
Había tres policías de la Provincia de Río Negro y tres policías de montaña que prácticamente dependen de la guardia privada de Lewis. Para comunicarse con su superior inmediato, el policía tiene que pedir permiso a la guardia privada que es también la que le da o no el transporte para que la policía pueda acceder, retirarse y hacer los cambios de guardia. De hecho cuando se produjo el grave crimen que cometió la guardia contra nosotros, se negó a darle la comunicación y proporcionarle los medios de transporte para que se fueran nuestros compañeros. La Policía está ahí en una situación de subordinación como si estuviera de visita en un estado extranjero controlado por Lewis, con un ejército privado: un Estado extranjero».
Rodeados durante la noche
«Lewis tiene la soberanía ahí. Nosotros no nos fuimos, empezamos a desmontar el terreno que nos habían indicado, identificamos los palitos ahí en medio de la maleza. Desmontamos el terreno, corrimos las ramas, los troncos, un terreno de 6 por 15 metros que daba a un lugar donde estaba el lago pero para acceder al lago era un pantano, había que limpiar el pequeño acceso. Acampamos ahí, los tipos nos mantuvieron rodeados, no nos permitían salir, para ir al baño a hacer nuestras necesidades. Nosotros también organizados, montamos nuestras guardias, para evitar cualquier agresión. Y nos mantuvimos dentro de esos límites para evitar una confrontación que ellos quizás, estaban buscando en una situación desfavorable y de aislamiento para nosotros.
Nos levantamos al día siguiente para empezar a cumplir el plan que traíamos: acampar, armar el kayak, hacer el uso del lago. Nos íbamos a encontrar con lxs compañeros que iban a venir remando desde la cabecera de Tacuifi (el más corto de los trayectos) en una pequeña isla que está en el medio del lago para allí hacer un acto de recuperación de la soberanía y de los derechos del pueblo de transitar por ahí. Probamos cómo estaba el lago, navegamos, yo navegué con mis compañeras. La compañera y el compañero que eran periodistas, y se subieron al kayak, fueron quienes iban a llevar los equipos para que los compañeros que venían del otro lado pudieran realizar también la actividad; un dron, una serie de elementos para poder tener una buena difusión posterior de nuestra actividad en la isla. Allí se iba a levantar una bandera, se iba a bautizar la isla con un nombre».
No saben lo que es morirse por hipotermia
«Lxs dos compas iban navegando y cuando se empezaron a acercar a la isla, se encontraron con que una de las lanchas privadas de Lewis los traspasó. Se vieron atravesados por una serie de personas que les impidieron descender a la isla. Ante la amenaza de esas personas, lxs compañerxs decidieron volver.
Empezaron a ser rodeadxs en círculos por esta lancha, con otra lancha de apoyo también de Lewis que estaba en la zona. Ese círculo de la lancha a muy pocos metros del kayak generaba un oleaje muy peligroso y mientras generaba el oleaje ellos les decían ‘¿quieren que los rescatemos, quieren que los rescatemos?’. Después apagaban la cámara ellos mismos, porque iban filmando y les decían: ‘Se van a caer al agua. Ustedes no saben lo que es morirse por hipotermia, van a aprender, la van a pasar mal’.
Una situación de miedo entre lxs compañerxs, rodeados en un kayak, rodeados por dos lanchas con cuatro personas que toda la noche anterior habían estado amenazándonos. Intentando intimidarnos. Imagínate vos, en el lago con una embarcación menor contra una embarcación mayor, se tornaba más que peligroso. Los empezaron a rodear amenazándolos, describiéndoles lo que era morir por hipotermia. Pensé después en Santiago Maldonado. Hipotermia, «ahora van a descubrir lo que es morir por hipotermia», decía esa guardia privada sin que hubiese policía cerca porque la policía no tiene barcos ni nada.
En un momento finalmente el barco blanco y rojo con cuatro tripulantes de los cuales uno filmaba y uno era el que daba las órdenes, embiste a lxs compañerxs, generándoles un grave riesgo. Mis compañerxs empiezan a pedir que los dejen. La guardia empieza a querer arrebatarle las cosas que tenían en el kayak. Lxs compañerxs intentan impedirlo reteniendo bolsos. Uno de los integrantes de la guardia privada agarra una de las manijas que tiene el kayak y vuelca a sus integrantes arrojándolos al lago. Todo esto es una situación de media hora, de intimidación, de impedirles avanzar, de chocarlos para adelante, finalmente los tiran al agua, en el agua ellos quedan en un agua helada con todo el equipo y sus pertenencias flotando alrededor rodeados por la lancha, los miran y se les acerca, y sin ayudarlos, ni nada, porque los habían tirado les dicen: ‘Bueno, ¿ven lo que es morirse por hipotermia?’. Cuando lxs compañerxs empiezan a perder el control de sus cuerpos porque te vas enfriando, con incapacidad de pedir ayuda, sin que puedan definir la cantidad de tiempo exacta, porque en esa situación te parece una eternidad, los levantan.
Tortura acuífera
«Del grupo de montaña, que éramos 20, dos habían ingresado al lago y los 18 restantes estábamos preparándonos para volver. A la mañana siguiente retornábamos por el mismo camino que habíamos accedido mientras lxs dos del kayak iban a juntarse ahí con los compas que venían de Tacuifí para realizar el acto de soberanía en el lugar y volver con todos los equipos. Por su parte, el grupo de Tacuifí se aproximó a la costa pero no pudo hacer uso del kayak. Tras una larga pelea llegó un fallo judicial favorable a nosotrxs contra el interés de un grupo que quiere apropiarse de una parte del territorio, un fallo que dijo que se podía acceder al lago pero a la hora que llegó era muy tarde. Había que abrir una tranquera que había cerrado la gente de Lewis. Hubo que ir caminando, se hizo muy de noche y la Policía ordenó la evacuación del grupo cuando estaba por llegar al lago aduciendo que había habido graves problemas de vida para otro grupo, que había generado la misma seguridad de Lewis.
Después de que habían tirado a mis dos compañerxs del bote, los guardias de Lewis se siguen riendo, burlando de ellos, avisan por radio que rescataron a dos náufragos, ellos allí tiran su relato de que hubo un accidente. Los acercan a la costa donde nosotros estábamos, los tiran ya donde estaba la Policía. Los uniformados se ponen blancos sin saber qué hacer, alguien dicen que hay que ir a hacer la denuncia pero la Policía dice que no puede hacer nada».
Crear la ficción
Luego de un rato, cuando lxs compañerxs del kayak nos cuentan lo que había pasado, la policía empieza a intervenir. Ante la necesidad de evacuar a lxs compañerxs que habían sido tiradxs al lago y tenían su ropa mojada, habían perdido toda su ropa, era imposible que retornaran con nosotros en esa situación. Estaban en estado de shock, llorando y temblando. Vamos a hablar con los oficiales a cargo y les planteamos la situación. Los oficiales comprenden la situación pero nos dicen que para comunicarse tienen que esperar la autorización del grupo de Lewis y no se la daban. Así durante una hora, finalmente después de mucho interpelar a la policía, reconocen que su situación ahí era de dependencia de la seguridad privada.
Uno de los oficiales habla con el superior de la guardia privada, el superior va a negociar con la gente de Lewis a ver si consiguen que le presten a la policía una lancha para hacer el rescate. Esto fue a las 5 o 6 de la tarde. Recién sacaron a nuestrxs compañerxs a las 12 de la noche, cuando el oficial a cargo del lugar decidió sacarlos en el cambio de guardia. La gente de Lewis había dicho que sólo estaban dispuestos a sacar a dos si nos sacaban a todos. Ellos querían mostrar que nosotros habíamos llegado en una situación de precariedad y ellos eran buenos porque nos rescataban. Nosotras estábamos en perfecto estado, habíamos llegado con gran esfuerzo pero íbamos a volver como fuimos y si alguien debía ser rescatado era por la agresión brutal que había sufrido por parte del ejército privado de Lewis.
Finalmente a las 12 de la noche llegó un vehículo de rescate con la misma gente que había tirado el kayak y amenazado a nuestrxs compañerxs en el lago. La policía nos pidió que no filmáramos nada hasta que saliéramos de los terrenos de Lewis. Ellos se comprometían a que la gente de Lewis no hiciera ningún tipo de acción, ni filmara y nos daban garantía de seguridad. Yo fui responsable de seguridad de lxs dos compañerxs arrojadxs al lago. Pero el mismo tipo que se reía y burlaba mientras los compañerxs se estaba ahogando seguía filmando, primero a esondidas, después abiertamente cuando bajamos y riéndose de nosotrxs cuando bajamos. Me acerco a preguntarle de qué fuerza es y para decirle que habíamos acordado con el oficial a cargo que no se iba a filmar. Esa persona, riéndose en medio de la policía, me dice ‘de la fuerza que te cante las pelotas’.
Denunciar, no callar
Este relato de Guillermo da cuenta de la actuación parapolicial de patotas, grupos de choque y fuerzas privadas que controlan de manera total o parcial el territorio colindante al Lago Escondido y la circulación de los sujetos de las comunidades que se oponen a los proyectos extractivos y denuncian la privatización y extranjerización de tierras.
Frente a la agresión brutal ocurrida en este acontecimiento paradigmático de violencias en la Patagonia, miembros de los Agrupamientos Sanmartinianos nucleados en la Fundación Interactiva para Promover la Cultura del Agua (FIPCA), organizadores de esta Cuarta Marcha por la Soberanía de Lago Escondido, iniciaron junto a sus abogadxs una causa penal donde denuncian el robo de equipamientos, ropa y cuestiones privadas de los dos sujetos que viajaban en kayak, «donde además se aplicó tortura, se privó ilegítimamente de la libertad a lxs compañerxs, donde hubo tentativa de homicidio en un territorio donde está funcionando una asociación ilícita cuya cabeza es Lewis y los funcionarios y gerentes que tienen en el país».
Invitamos también a escuchar el relato en primera persona de una de las navegantes del kayak. En diálogo con Lucas Molinari en Punto de Partida por Radio Gráfica, Andrea Gatabria explica también lo ocurrido en el marco de la Cuarta Marcha por la Soberanía.
* Por Débora Cerutti para La tinta.