Ofelia Fernández: “Quizá la juventud tiene la tarea de marcarle la cancha a los más grandes y que no se vendan”
La referenta feminista visitó Córdoba para encontrarse con organizaciones sociales y estudiantiles. En diálogo con La tinta, habló sobre feminismos, la lucha por el aborto, el rol de la juventud y los límites de la unidad de cara a las próximas elecciones.
Por Florencia Ogas para La tinta
Ofelia Fernández tuvo contacto con la política desde muy chica. A los 15 años, fue elegida Presidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela Carlos Pellegrini y, en el 2017, renovó su mandato por decisión de sus compañerxs. “Hay que hacer, de la vida, una vida militante”, dice. Y ella supo cómo. Desde su militancia estudiantil, movilizó y encabezó tomas en defensa de la educación pública, repudió el nombramiento de un preceptor con antecedentes por violencia de género que pretendía ser nombrado como regente y defendió el dictado de talleres sobre educación sexual integral. Esto le valió un enfrentamiento con el periodista Eduardo Feinmann, histórico detractor de las tomas estudiantiles. Su imagen creció con su intervención durante el debate por la legalización del aborto en la Cámara de Diputados. Su discurso representó a “la revolución de las hijas”, aquellas pibas de los secundarios que se pusieron a la cabeza de una causa que sintieron como propia desde el comienzo.
La vida militante de Ofelia no se detuvo ahí. Hace poco, sorprendió con su discurso en la presentación del Frente Patria Grande en Mar del Plata, un espacio político que pretende ser la alternativa popular de cara a las próximas elecciones. El armado del Frente la tiene como referente juvenil y feminista, y lo comparte con el dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Juan Grabois, Elizabeth Gómez Alcorta (abogada de Milagro Sala), Itai Hagman, Cecilia “Checha” Merchán y Constanza San Pedro, como referente local en Córdoba. También se viralizó su participación en el marco del Foro Mundial del Pensamiento Crítico, organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), donde, otra vez, sentó posición en torno a la educación pública y el papel de los movimientos sociales ante el avance neoliberal.
Un espacio político como el Frente Patria Grande recibió críticas desde espacios muy diversos, pero, sobre todo, desde el movimiento feminista. Se le critica por formar parte de un Frente que tiene como referente a Juan Grabois, quien ha declarado estar en contra de la legalización del aborto. Eso no fue todo. También se le pidió explicaciones por las declaraciones de la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner durante su intervención en el Foro de Mundial de Pensamiento Crítico, donde dijo que “hay muchos pañuelos verdes, pero también hay pañuelos celestes en nuestro movimiento y eso hay que aceptarlo”. Para algunxs, la analogía fue un desacierto, para otrxs sirvió para cuestionar el concepto de unidad.
Lo cierto es que Ofelia tomó las críticas y respondió desde sus redes sociales, y también escribió una nota de opinión en el medio feminista Latfem, donde se pregunta: «¿Vos qué estás haciendo para frenar la avanzada neoliberal?”. En su paso por Córdoba, charlamos con ella para repasar lo que viene siendo este año de la ola verde y lo que espera de cara al año electoral.
—¿Cómo te llevás con esto que implica difundir una plataforma política de cara a las próximas elecciones? Los viajes, los actos…
—Me llevo muy bien, me parece que, si bien es complejo y demanda un montón de esfuerzo y ponerle el cuerpo, usar mi energía en militar es algo que hice casi toda mi vida consciente y es algo que voy a seguir haciendo. Me parece mucho más interesante hacerlo en pos de un proyecto político integral, plural y claro que hacerlo siendo influencer. Lo podría haber hecho tranquilamente, podría haber vivido del canje y cagarme de risa, pero me pareció que era hora de embarrarse un poco y jugársela. Y esta apuesta me llena mucho en ese sentido.
—Durante el debate por el aborto, muchas sentimos que había una crisis en la representación política, que quienes nos representaban eran la expresión de una vieja política. En contexto, ¿qué rol debe tener la juventud?
—No sé si la juventud tiene una tarea separada de la del resto, me parece que es tiempo de un hacer político distinto en ese sentido y es lo que pone sobre la mesa la cuestión del aborto. Por un lado, fue interesante cómo, de repente, nos hizo conocer a nuestros diputados y a nuestros senadores, eso, para mí, fue muy loco, que tanta gente esté pendiente de la discusiones en la cámara no es algo que pasa generalmente, pudimos ver quiénes la componen y se logró gracias a eso. Pudimos ver la falta de capacidad y de permeabilidad de las demandas populares. En esa línea, el Frente Patria Grande pretende ser una herramienta política de las expresiones más fuertes del campo popular en las calles y es algo que los movimientos sociales, los trabajadores de la economía popular, los trabajadores excluidos y el movimiento feminista busca sintetizar esas experiencias en gente concreta. No las atraviesa poniendo la jeta nomás, sino que las atraviesa porque, en sus espacios, construyen bajo esos pilares. Lo interesante del año que viene puede ser eso, que jueguen un papel importante quienes venimos de la militancia política y no de la politiquería, que no nos interesa tanto las bancas como nos interesa la construcción concreta en nuestros espacios cotidianos. Quizá, la juventud, siendo la que más está presente en esos lugares, tiene la tarea de marcarle la cancha a los más grandes y que no se vendan. La politiquería viene de la mano de la guita, de otros intereses en los que, muchas veces, se terminan vendiendo y prefiriendo su banca, su plata, más que la causa que enarbolan. Nosotros tenemos otro tipo de convicción y somos los que van tener que cerciorarse de que no se vendan otros compañeros y, que si se venden, los vamos a señalar con el dedo por el resto de sus vidas mientras nosotros seguimos militando las calles.
—¿Qué viene a proponer el Frente Patria Grande que ya no se haya llevado a cabo? ¿Qué lo diferencia de otros espacios políticos?
—En casi todo, es muy disruptiva la manera de plantear el Frente Patria Grande. Una parte es su composición, es una apuesta muy fresca, genuina, la mayoría tenemos menos de 65 años, en la política, los que parecen saber más son los que tienen 65, los viejos peronistas de siempre. Yo creo que eso ya es un factor nuevo. Yo misma tengo 18 años y ser una de las referencias del frente me parece que es una potencialidad, no porque sea la mejor, sino por el tipo de sector al que represento es una novedad para la política. Además de lo etario, el tipo de sectores que recoge. Si ven otros proyectos, no es normal que vayan y hablen los pobres, se habla de los pobres, de la pobreza. Se piensa desde afuera qué podemos hacer por ellos, pero no muchas veces se le da espacio a la gente que lo labura desde adentro y eso me pareció re interesante, conocer esa gente, como Vientos de Libertad que a mi me flashea mucho el trabajo que hacen, de la CTEP, eso es una novedad. Y, por último, lo programático, decirle NO AL FMI, no es cualquier cosa, no lo está diciendo el PJ, pueden decir que no les parecía, pero nosotros estamos diciendo que hay que romper el pacto, es jugársela, decir que hay que hacer un reforma agraria y sacarle la tierra a los terratenientes de siempre también es una novedad en un armado que tiene vocación de poder, así como otros puntos, y me parece que, integralmente, es una apuesta totalmente nueva y, por eso, tiene su atractivo.
—Pensando en las próximas elecciones, ¿cuál es límite para la unidad?
—Todavía hay muy pocas certezas. Todavía no sabemos cómo van a jugar muchos de los cuadros más importantes del peronismo. Es una incógnita, la discusión todavía está abierta. Me parece que el límite está claro, que es el que gobierna y quienes le hayan sido totalmente funcionales, o, al menos, para mí, es de esa forma. Yo creo que el frente patriótico va tener muchos disgustos para quienes somos de izquierda, para quienes somos militantes populares, pero tiene que ver con recuperar un diálogo con el Estado, no el Estado en sí mismo. Mi horizonte jamás va a ser el Estado, entre eso, me parece que soy bastante abierta y plural a cuál va a ser la composición de ese frente por esto que digo. Me parece que ya, para quienes no somos kirchneristas, plantear a Cristina a la cabeza y ser los únicos que lo están diciendo abiertamente, por los demás es un juego, de un poroteo, de la correlación de fuerzas, pero nosotros estamos saliendo ya a militarla y eso habla de una apertura importante de cuál es el marco de unidad y alianza para ese Frente.
—Y, en este marco, ¿cuál es el rol del feminismo?
—Para mí, tenemos que tener la capacidad de ser totalmente transversales a todas estas discusiones y eso necesita que estemos dentro de esos procesos. Lo que yo reivindico es que las compañeras se enmarquen en esos procesos, las que no quieran que no, no todas están obligadas a hacer esa apuesta, pero reivindico que haya compañeras dentro de esos armados para rosquearlos, porque no hay nadie mejor para militar el feminismo que una feminista y no existe un feminista ni manera de copiar el feminismo. Me parece que ya nuestra presencia ahí, jugárnosla apareciendo ahí, ya es algo de mucho valor y que me garantiza cierta incorporación de estas cosas. Es importante, para mí, que nos demos la segunda en el sentido de que si nosotras nos empezamos a rosquear por cuál es la más feminista de todas y qué apuesta es la feminista de todas, terminamos aplanando el terreno para que los chabones que están al lado nuestro en la disputa de esos frentes nos subestimen y se cuelguen de nosotras, pero no nos dan un lugar real en la discusión política.
Es algo que está pasando frecuentemente, el cupo de género, la fotito con las minas referentes, pero, a la hora de ponernos en una mesa, no nos quiere nadie ahí. Para mí, eso es importante, que nosotras nos banquemos en calidad de minas que están peleándola con viejos fachos o no tan fachos, y bancarnos, porque mejor que estemos nosotras que otros. Después, va a haber perspectivas distintas y se van a poner en discusión, pero que no sea directamente contra la compañera, sino que sean contra el armado en su totalidad y con la perspectiva estratégica general.
—Teniendo en cuenta la discusión sobre el aborto y en un hipotético triunfo de Cristina, ¿cómo se resolverán esas contradicciones o tensiones hacia dentro del Frente?
—Yo creo que la discusión del aborto no pasa estrictamente por lo electoral. Sí es importante generar listas lo más aborteras que se pueda. Me parece que Cristina, más allá del gesto que dio en CLACSO que, para mí, fue desafortunado, el gesto que más me importa de Cristina es que haya votado a favor y que haya puesto a casi todo su bloque a votar a favor. A mí, eso me da una pauta de que, a la hora de rosquear las listas, en ese punto, va a ser nuestra aliada. Lo importante es que haya gente ahí que esté haciendo aportes en función de que la mayoría seamos nosotros. Hay que construir mayorías para ganar la ley. Hacer lo que podamos por generar esas condiciones y yo creo que están las condiciones para que pase. Pero lo más importante es mantener la forma de lucha que ya tenemos que es la de las calles y eso es innegable.
A mí, eso es lo que me parecía raro, que todo el mundo se caliente tanto con Cristina como si, porque Cristina dijera eso, nosotras -las del verde- fuésemos a dejar de hacer algo, me parece que está claro que no, que, por contrario, somos perseverantes y tenemos muy en claro que esto es un derecho nuestro y que no lo vamos a ceder. Porque no es que ni siquiera dijo ´aguante el pañuelo celeste´, pero si lo hubiese dicho, tampoco se abandona ninguna bandera y la única garantía de ganar que tenemos es la presión y el pulso que podemos marcar en las calles, escuelas y demás, esa capacidad ya está demostrada. Entonces, me parece que hay que poner en juego qué tipo de herramienta considero que es esta, si es una herramienta que plasma mi horizonte político o una herramienta que catapulta, una pieza de mis muchos horizontes políticos. Yo creo, después de elecciones, hay que bajar a las calles de vuelta, como siempre, y esa esa es mi batalla. En un armado tan heterogéneo, lo que puedo hacer es rosquear lo que más se pueda, para tener mayorías ahí adentro, pero, mientras tanto, mantener la mayoría social y cultural que tenemos, y es la de aborto legal.
—Se le critica mucho a Cristina por no haber impulsado la ley durante su Gobierno, ¿creés que tomaría estado parlamentario en caso de un nuevo mandato?
—Sí, por supuesto. Yo creo que, aparte, se le pudre. Yo tengo un perfil crítico, me dirán un montón de cosas, pero yo creo que, a las demandas populares masivas, ella abre las puertas. No por decir que fue menos válida la lucha de la campaña antes de este año, yo creo que, este año, fue de otro carácter. Ella no podría hacerse la boluda ni tampoco creo que tenga ganas de hacerlo. Me parece que está claro y, por lo que se viene diciendo, va a tener que votarse hasta que lo sea, y ella, en su intervención, lo ha dicho, por fuera del voto concretamente ´bueno, ahora todo indica que no va a salir la ley, bueno, saldrá el próximo año o el otro´. Me parece que ahí expresó su voluntad de tratarlo y, si no las expresó, yo que creo que es una mina que cree en la gobernabilidad en función de tener diálogo concreto con los movimientos más importantes que se van gestando. Creo que, en la última fase de su gobierno, quizá, no fue tan así, pero creo que ahora se propone tener un carácter de ese estilo. Va a tomar estado parlamentario y espero que sea ley.
—Estás visitando la provincia que, prácticamente, le dio la mayoría de votos a Cambiemos en las elecciones del 2015. En este sentido, ¿cómo creés que se construye política en espacios más hostiles?
—No hay recetas, quizá lo que es importante, en este momento, es que se haga eco este planteo federal de que hay que construir en unidad, que podamos encontrarnos más seguido. Me parece que está bueno que las organizaciones se puedan cruzar, si bien el conversatorio con las compañeras fue algo muy micro a diferencia con la Provincia de Córdoba en su totalidad, me parece que habla de un efecto que tiene que volver más grande de cómo tienen que dialogar las organizaciones entre sí. Y, después, lo que me parece más importante es que la gente salga a militar. Yo lo que estoy intentando hacer es que todo aquel progre comparta algo en Facebook, todo aquel señor que grita enojado algo en la calle, se organice y se meta en alguna estructura y haga política desde ahí, o ni siquiera pasa por lo estrictamente orgánico, pero que desarrolle una militancia concreta que vaya contando y anotando cuánta gente está convenciendo, me parece que esa es una parte clave, que la gente salga de la comodidad que otro escriba la vida de uno, uno tiene que escribir su propia historia.
—Si mirás para atrás, desde que te incorporaste a la militancia estudiantil para acá, ¿qué te aportó esa militancia en el secundario?
—Son muchas cosas. Creo que lo aprendí todo, recién hace un año, dejé la militancia estudiantil y ahora estoy incorporando otras cosas, pero en función de la identidad política que me construí ahí adentro. Yo creo que lo que tiene de interesante es lo persistente, lo poco conformista. Hay una voluntad de laburar espectros por más chicos que parezcan, de ser optimistas porque tenemos voluntad, me parece que eso es algo muy lindo de la militancia estudiantil, es que podemos meter agenda, que si nos movilizamos, sirve de algo, que creemos en nuestras herramientas. Yo creo que, en muchos otros espacios, eso se va perdiendo y me parece que esa irreverencia, ese atrevimiento es lo más lindo que tiene.
*Por Florencia Ogas para La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.