El coraje de ser mariposas, la resistencia
Por Emmanuel Theumer para La tinta
“Para ser mariposa y desplegar las alas del arco iris y volar en este mundo de hipocresía, de vanidades, del todo vale, hay que tener un coraje tan grande como el de la visibilidad. Mirá esas mariposas que aletean en inmensos tacos de acrílico de cristal: están en todos los lugares y, en las villas, se las ve salir de los pasillos. Cuán coloridas. En un barrio absolutamente machista, ellas vuelan. Es realmente maravilloso. A pesar de toda esa gusanería, nosotras queremos ser mariposas y seguir aleteando y aleteando…”.
Lohana Berkins, entrevista concedida a el Teje, noviembre 2007.
Las mariposas se volvieron parte de la iconografía feminista en homenaje a las hermanas Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960. Abriendo un duelo, pero también una memoria, esa fecha fue inicialmente elegida como el Día internacional de la no-violencia contra las mujeres por parte del I Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (Bogotá, 1981). “Mariposas” fue el alias insurgente que utilizaron las Mirabal durante la resistencia a la dictadura patrimonial de Rafael Trujillo en República Dominicana. No sería exagerado sostener que su reinscripción feminista mantuvo vigente este gesto refigurativo: someter el nombre propio a un proyecto colectivo, tornarse espiraladamente hacia otro-lugar.
Años más tarde, la activista travesti Lohana Berkins popularizó un aforismo político que metamorfoseaba sentidos a través del llamativo insecto, “en un mundo de gusanos capitalistas, hace falta coraje para ser mariposas”. Desde entonces, el mensaje de Lohana ha calado en diversas interpretaciones sin perder su potencia política. Berkins infundía a las mariposas un sentido de diferencia radical a través del cuerpo de la travesti, cuya visibilidad satura el espacio público heteronormativo. Aludía al coraje de afirmarse públicamente, un orgullo de sí, aun cuando ello podía ser letal.
Tensionaba un doble desplazamiento. En primer lugar, la polarización tradicional marxista de capital/trabajo y, en segundo lugar, la polarización feminista de varones/mujeres. Este desfase se vuelve efectivo a través de una metáfora que recurre a una operación de insectización capaz de invadir nuestro horizonte emancipatorio. Y es que el antagonismo capital/género sugerido por Berkins no está encorsetado en la diferencia sexual, entendida como dos sexos inconmensurables, sino que opone la multitud alegórica de las mariposa al capital parasitario. Esta es una mariposa kafkeana o, mejor aún, wittigneana.
El coraje de volverse mariposas advierte sobre la imposibilidad de un reconocimiento sin redistribución y restitución. Empuja la representación acabada a la coalición, la armonía del consenso a la sucesiva interferencia, el diálogo al conflicto político. El coraje de volverse mariposas trata de un ejercicio de afirmación y escenificación pública sexo-disidente. Tantos nanoagenciamientos como nanomomentos de interrupción disponibles. Tantas mariposas como subjetivaciones políticas posibles. ¡Respira profundo, despliega las alas!
*Por Emmanuel Theumer para La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto.