De la queja a la interpelación
Por Gabriel Pitaluga
Considero que, quienes queremos protagonizar sociedades menos miserables, debemos hacer el esfuerzo de mostrar las evidencias de que un mundo mejor es posible, para convidar la construcción conjunta de ese mundo y desmantelar la desesperanza y la desesperación por un país y un mundo que parecen perdidos y por el cual no valdría la pena movilizarse.
En eso, las múltiples organizaciones que salen a ponerle el pecho a los embates del capitalismo tienen mucho para mostrar y convidar, pero poco sale a la luz por el bloqueo mediático y también por una falencia propia de no encontrar, muchas veces, las formas de dar la necesaria batalla cultural por la hegemonía, cuyos mejores argumentos son las prácticas y las conexiones y sinergias entre diversas prácticas con lógicas no capitalistas.
Creo que poder comunicar estas experiencias (como medios concretos y de acceso cotidiano para caminar en otros sentidos), de una forma digerible a todo público, podría ir sumando las voluntades suficientes para poder pensar en construir la confrontación en mejores condiciones de disputa. Nuevas gentes y nuevos pueblos que, con esperanzas y proyectos retroalimentados, ya no se limiten a acatar o resistir lo que deciden quienes dominan la agenda mediática, sino que pasen a construir una agenda propia para la vida en sociedad.
En ese sentido, el Feriazo de la Economía Popular como medio de reclamo (disputa en el Estado) y, simultáneamente, de interpelación del sentido común propio (reconocerse como laburante) y ajeno (taparle la boca a quienes sostienen que «son todos vagos») es para celebrarse e ir por mucho más.
Mostrar y demostrar lo bueno de lo distinto nos ayuda a valorarnos y fortalecernos más en esos caminos en los que debemos encontrarnos cada vez más y con más: sumar y multiplicar experiencias no capitalistas o menos capitalistas.
* Por Gabriel Pitaluga / Imágenes: Colectivo Manifiesto