Muy lejos del sueño del pibe
El silencio de los grandes clubes, la mediatización banal del tema y el inicio del Mundial de Rusia corrieron de la agenda una de las causas más graves de la historia del fútbol argentino. Resulta imperioso no olvidar que hay, por lo menos, diez pibes de inferiores que, abusados por una red de pedofilia que ya cuenta siete detenidos, esperan mucho más que los goles de Messi y la copa del Mundo. Esperan justicia.
Por Facundo Lo Duca para Revista Ajo
En marzo de este año, Fernando Berón, coordinador de las divisiones inferiores del club Independiente de Avellaneda, recibió una noticia que lo estremeció de parte de un jugador juvenil de 14 años: ofertas sexuales, casas solitarias y promesas de dinero formaban parte de su relato. Nada sobre fútbol. Aquel día, Berón realizó una denuncia que abrió la investigación por abusos de menores más grande del fútbol profesional. Diez jugadores de las inferiores, hasta el momento, fueron sometidos por pedófilos a cambio de dinero, botines y pasajes de colectivo. La causa tiene ya siete detenidos y, según la Fiscalía Unidad 4 de Avellaneda, a cargo de Soledad Garibaldi, esperan más. El silencio de los grandes clubes, la mediatización banal del tema y el inicio del Mundial de Rusia sacaron de la agenda una de las causas más graves de la historia del deporte argentino.
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“Dormía el muchacho y tuvo esa noche el sueño más lindo que pudo tener: el estadio lleno, glorioso domingo, por fin en primera lo iban a ver”. Así dice el tango “El sueño del pibe”, de Enrique Campos, que narra sucesos de un deseo y el porvenir de un futuro resguardado, más próspero: jugar en primera. Son las diez de la mañana de un martes y aguardo desde mi notebook para hablar con Andy Woordward, el primer ex jugador profesional que denunció violaciones sexuales en la Liga Inglesa de fútbol (Premier League). Andy, de 44 años, confesó públicamente, en 2016, que su ex entrenador, Barry Bennell, abusó de él a los 11 años cuando jugaba en las inferiores del Crewe Alexandra, club con más de 120 años de historia en Inglaterra. Bennell, quien para 1998 tenía una sentencia de nueve años de cárcel tras admitir 23 violaciones a niños de entre nueve y quince años, fue condenado nuevamente. Desde hace dos años, el ex jugador se dedica a dar charlas y concientizar a los clubes sobre estos crímenes infantiles. La voz viaja desde el viejo continente, donde se inventó el fútbol, y resuena en Buenos Aires, donde se intenta jugarlo mejor: “Hi. Are you there?”
—Fuiste el primero en denunciar públicamente un abuso en la Premier League. ¿Qué cambió luego de eso en el ámbito del fútbol profesional?
—Los cambios pueden verse de dos maneras: una desde los órganos reguladores del fútbol, tanto la Premier como la F.I.F.A, que son burocráticos en algunas cuestiones, están comenzando a abrirse a la problemática. Estoy manteniendo conversaciones con ambos para implementar un ciclo de charlas para debatir estos temas, tanto a entrenadores como jugadores menores. Viajé a Brasil por primera vez en estos días para exponer lo que me pasó y eso antes no ocurría. También motivó a otros ex jugadores que pasaron por lo mismo para acercarse a los clubes y ofrecer su ayuda, como pasó con la O.N.G “The Offside Trust”, dedicada a estos temas. El otro cambio es el que puede producirse en los niños. Yo sufrí seis años de abusos de mi entrenador y lo conté 30 años después. Por eso, es necesario que le brindemos el valor para hacerlo lo más pronto posible. Debemos convencer al mundo de que estamos unidos en una comunidad global para construir un mejor lugar.
—Cuando salieron a luz los casos en nuestro país, algunos ex jugadores y técnicos expresaron que era un tema conocido en el ambiente, pero que nadie se atrevió a denunciarlo. ¿Por qué crees que pasa esto?
—La expectativa y presión por convertirte en jugador profesional es muy alta, entonces el silencio viene a ser como algo necesario para obtener el objetivo. Y entiendo que lo es mucho más en países sudamericanos, ya que se ve al fútbol como un trabajo donde podés ganar mucho dinero y ayudar a tu familia. En Inglaterra, la mayoría proviene de una clase trabajadora o más adinerada, donde no busca lo económico. Aunque no es un tema de familias pobres o ricas, sino de educación y eso no cuesta dinero. Creo que es esa la principal herramienta para evitar que pasen o sigan pasando estos hechos. No podemos cambiar lo que sucedió en el pasado, pero podemos mejorar este presente. Yo estoy trabajando para generar un cambio positivo para el futuro. Cuando me sucedió a mí, me hubiera encantado que alguien hablara de estos temas, pero no fue así.
—Dijiste que no se puede cambiar el pasado. ¿Cómo creés que deben continuar las víctimas ahora?
—Con mucha contención familiar, terapéutica y deportiva. Pero la pregunta sería otra: ¿Es posible convertirse en jugador luego de esto? Sí, por supuesto. ¿Es difícil? Sí, mucho. Yo abandoné el fútbol a los 29 años, luego de un ataque de pánico en la cancha. Sufría los efectos secundarios porque decidí ignorar el problema y continuar mi vida, cuando hay que enfrentarlo. Uno acumula mucho odio hacia los abusadores, yo soñaba con matar al mío, pero comprendí que puedo transformar eso en algo positivo y hoy vivo una vida feliz. Este deporte es hermoso y debemos cuidarlo. Por eso, les recomiendo a los chicos que no vean un abismo en su vida, que no se callen y sigan adelante por su sueño.
Entre los detenidos de la causa, se encuentra Alberto Ponce, un representante de jugadores infantiles que contactaba a chicos en distintos puntos del país para llevarlos a probarse a clubes de Buenos Aires, el epicentro federal del fútbol. Ese camino sinuoso a la gloria empieza en la terminal de un pueblo y termina en la jungla de cemento, lejos de la familia, amigos, durmiendo en una pensión con desconocidos y un único sueño debajo de la almohada. Su nombre apareció en las declaraciones de varias víctimas y, de inmediato, solicitaron la captura y el allanamiento de sus propiedades, donde se encontraron materiales relevantes para el caso. Está acusado y procesado por grooming que es, explicará incansablemente Hernán Navarro, Director de Grooming Argentina, el delito de “acoso sexual virtual”.
Miércoles y hay lluvia: cielo encapotado, una bruma gris constante, pero Hernán Navarro, barba candado y traje gris fajinado al cuerpo, sonríe tanto que si el temporal nos hundiera, no importaría. Dentro del auditorio de la Legislatura porteña, aguarda sentado y en primera fila el reconocimiento para Grooming Argentina, declarado de Interés Social por el Gobierno de la ciudad debido a su trabajo y lucha contra el ciber delito. Es una sala repleta de gala y aplausos, aunque no es el primer logro que festeja la ONG compuesta por profesionales de distintas disciplinas, como psicólogos, especialistas en ciber seguridad, abogados y 200 voluntarios en el país. En 2013, se sancionó la Ley 26.904 que penaliza con cuatro años de prisión la acción del “groomer”, aquella persona que contacta menores, utilizando las redes sociales, con fines sexuales.
—¿Cómo se previene el grooming ante la proliferación de canales sociales y nuevas aplicaciones de contacto directo?
—No se combate a la tecnología con más tecnología, hay que mitigarla. La única herramienta hoy que puede contrarrestar el dispositivo grooming es el diálogo familiar. El adulto debe ser un actor responsable en los entornos digitales de los chicos. Pero el 70% de los argentinos desconoce esta problemática, por lo que debemos concientizar a la sociedad sobre esto y así evitar al groomer. Es necesario encarar políticas de prevención y promoción para la sensibilización del tema. Trabajar en las distintas aristas como la detección temprana y la reducción del daño, entendiendo las nuevas tendencias del siglo XXI.
—Los acaban de distinguir en la Legislatura. ¿Qué políticas públicas se activaron desde el Estado para reducir estos delitos?
—La realidad es que vemos un Estado ausente en estos temas. Hace años, venimos pidiendo a gritos la inclusión de políticas públicas en la materia. Nosotros pensamos que estas situaciones se deben alertar en el marco de establecimientos educativos, desde el punto de vista de la detección temprana. Los profesionales tienen que entender la problemática. La norma 26.904 no alcanza a tutelar el bien jurídico protegido, que es resguardar la integridad sexual de los chicos. Hay un cambio de paradigma en la modalidad en que acciona el pedófilo por el avance de la tecnología y el Estado no debe quedarse atrás. También creemos que es importante el rol de los medios. Los periodistas debaten, a veces, temas con morbosidad o se discute la pena que debe recibir un abusador, en lugar de centrar el debate en si funcionaron todos los recortes de contención para que el menor cuente la situación que está pasando, antes del delito, ya que los groomers se enmascaran con un perfil apócrifo y luego es tarde.
—En la causa por abusos de Independiente, se reveló que los menores eran contactados, en su mayoría, por Instagram, una red social utilizada por muchos jóvenes que migraron desde Facebook, ya que sus familiares podían ver sus contenidos. ¿Se tienen en cuenta estos comportamientos digitales, entendiendo la diferencia generacional y tecnológica que hay entre chicos y adultos?
—No podemos desatender la cuestión biológica de los pibes. Antes, íbamos a bailar a la matiné y no queríamos llegar a la puerta con nuestros padres para que no nos vieran. Acá es lo mismo. Cuando hubo un incremento exponencial de Facebook y casi el núcleo completo de una familia estaba adentro, salió Instagram y funcionó como un receptor de muchos pibes y pibas que buscaban, quizás, esa privacidad. Donde también van mutando los modus operandi de los pedófilos. Por eso, insistimos en la comunicación del entorno en que viven los chicos. Sea una pensión de fútbol, una casa, estemos en una misma habitación con nuestros padres, durante la conexión a la red, estás solo. Pero si somos conscientes de lo que ocurre, se puede dar avisos a los órganos competentes y evitar el delito.
Hoy, los clubes de Primera decidieron no hablar con la prensa respecto al tema. La decisión no ayudó para profundizar el debate sobre qué ocurre actualmente en las pensiones y qué protocolos existen o no, para prevenir la amenaza de pedófilos: Alberto Tisinovich, gerente de prensa del club Independiente, dijo que nadie vinculado a las inferiores puede hablar porque es un tema “muy sensible” y prefieren dejarlo en manos de la justicia. Pero, ¿es el silencio una respuesta aceptable ante una situación aberrante?
Alfredo Grande es psicoanalista, docente universitario e integrante de “Pelota de trapo”, una ONG especializada en problemática infantil. Explica que, en la “cultura represora”, el silencio es una acción racional cuando una corporación se ve amenazada: “Hay una diferencia importante entre denunciar y enunciar. No se enuncia porque el tema es tabú, entonces, de eso no hay que hablar, ni difundirlo. La cultura represora se protege a través del silencio. Eso, a veces, peor que no denunciarlo porque la judicialización del tema es de forma hermética. Nadie sabe nada, solo la justicia. En cambio, hablar del tema permite que se formen colectivos que puedan unirse, como es el caso hoy del Ni Una Menos. No hay muerte más anunciada que el femicidio hasta que el Estado no disponga los dispositivos necesarios que bajen el número. Con los abusos a menores, en varios casos, pasa lo mismo. Todo sistema injusto se sostiene con el beneficio primario del victimario y el beneficio secundario de la víctima. Lo terrible es que la víctima necesite acceder a ese beneficio secundario. El pibe del interior está expuesto a esto, por falta de control o inocencia, entonces el sistema represivo funciona y la corporación, Independiente, se protege”. Grande sostiene, además, que la construcción del jugador de fútbol en nuestra sociedad es igual a lo de un súper hombre: “Es perverso porque la idealización del futbolista profesional, con un futuro material asegurado, es tan grande que, al tropezar con estos temas o la sexualidad, otro tabú, te llevan a aislarte. Sentís que ya no pertenecés a esa burbuja, por eso, es importante tratarlo de manera colectiva y enunciarlo. Ignorar el problema es atrasar la bomba hasta que estalle”.
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La investigación no se detiene. Hasta el momento, hay siete detenidos entre los que se encuentran un árbitro de fútbol, relacionistas públicos, un empresario y organizadores de torneos amateur. La Fiscal del caso, Garibaldi, viajó en las últimas semanas para tomar testimonios en Córdoba, Santa Fe y Misiones, donde residen ex jugadores que pasaron por el club de Avellaneda, y los resultados fueron considerados positivos desde la fiscalía. Poseen 20 hechos comprobados de abusos en la causa y no descartan que se produzcan nuevas detenciones. Además, las ramificaciones del proceso podrían recaer también en otros equipos de Primera. Mientras tanto, el mundial de Rusia y la corrida cambiaria funcionan como catalizadores para centrar la atención lejos del problema y, así, continuar adelante sin cuestionamientos ni preguntas porque, como sabemos, de eso no se habla.
*Por Facundo Lo Duca para Revista Ajo