Píntales caracolitos a los malos gobiernos pasados, presentes y futuros
Desde territorio mexicano, una crónica sobre el aniversario de los Caracoles zapatistas y un festival rebelde por la vida y la libertad.
Por Vero Ferrucci y Vale Scardino para La tinta
En este agosto pacha, desde las cinco regiones zapatistas, llegaron al Caracol Morelia “Torbellino de nuestras palabras” miles de indígenas, bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y sus mandos militares, compañeres de la ciudad y otras partes del mundo. Una vez más, las montañas del sureste mexicano nos convidaron, a partir del debate, el arte y la música, sus historias de rebeldías y resistencias.
Del 3 al 5 de agosto, se realizó el Encuentro de redes de apoyo al Concejo Indígena de Gobierno (CIG), el cual tuvo como agenda de trabajo la valoración del proceso de apoyo al CIG y su vocera Marichuy, desde la perspectiva de cada grupo, colectivo y organización, y la construcción de pasos a seguir por parte de colectivos y organizaciones que apoyan al Concejo. En el cierre, el Subcomandante Galeano puso a consideración una lista de propuestas, entre ellas, la de ratificar el apoyo al Consejo Nacional Indígena (CNI) y, la más novedosa, la invitación a la construcción de un Consejo Indígena que “incluya la lucha de todos los oprimidos, de los desechables, de las desaparecidas y asesinadas, de los presos políticos, de las mujeres agredidas, de la niñez prostituida (…)».
“Tenemos que hacer más grande el Consejo, queremos construir un consejo que no absorba ni anule todas las diferencias, sino que las potencie con hermandad entre otroas, otras y otros que tengamos el mismo empeño. Estamos proponiendo que el Consejo Nacional Indígena no sólo deje de ser indígena, sino también que deje de ser nacional”, afirmó el Subcomandante Galeano. El encuentro se cerró con el convite para celebrar una reunión internacional de Redes de Resistencia y Rebeldía para diciembre próximo.
Luego de este encuentro, del 6 al 9 de agosto, siguieron las actividades del Festival CompARTE por la Vida y la Libertad, y los festejos por el décimo quinto aniversario de los Caracoles Zapatistas, donde funcionan las Juntas del Buen Gobierno.
Entre las montañas de la selva Lacandona, cada día desde bien temprano comenzaban los espectáculos musicales, poéticos y teatrales que eran memoria y relato de sus luchas y vida cotidiana, del levantamiento de 1994, de la conformación de las Juntas del Buen Gobierno y la creación de los Caracoles, sus modos de organizar la educación, la salud, el trabajo de la tierra, la alimentación, la seguridad y la justicia autónomas. Sus expresiones artísticas manifestaban los embates actuales del capitalismo neoliberal frente a sus modos de organización colectiva y autónoma. Otra de las temáticas muy presentes fueron las críticas a las lógicas clientelares/asistenciales que los partidos políticos han sostenido en las zonas campesinas e indígenas.
Cada día, la lluvia regaba estos territorios y, con los pies en el barro, nos encontrábamos bailando, compartiendo charlas, emociones, preguntas sobre la compartición que estas comunidades nos regalaban. Allí, en el barro de la historia, recordábamos la rebelde y alegre dignidad como política de lo posible: resistir y construir otros mundos.
Por la tarde y la noche, continuaban las presentaciones de las comunidades zapatistas y también se daba lugar en el escenario a presentaciones de les compañeres de la ciudad (que es el modo que se nombraba a quiénes no éramos zapatistas). En algunas de las mañanas, se llevaron adelante talleres de hip hop, poesía, cuentacuentos, clown, malabares, teatro comunitario, son jarocho, cine-debate, entre otros.
El cuarto día fue el tiempo del aniversario de los Caracoles. Con música y teatro, recibimos las cinco de la tarde, donde comenzó la ceremonia de clausura y, para ello, subieron al escenario principal el Subcomandante Insurgente Galeano, el Comandante Insurgente Moisés, el mando de zona Comandante Zebedeo, las niñas de defensa zapatista y su gato perro, Esperanza zapatista, y los niños Pedrito Zapatista y Amado Zapatista. El sub Galeano leyó el cuento “La última mantecada del sureste mexicano”. Desde su pedagogía del relato, hizo un paralelismo con los desafíos del zapatismo en el actual contexto económico y político, y cerró diciéndonos: “Así como nacen y crecen rebeldías que se niegan a aceptar los límites de esquemas y leyes y preceptos, porque no son solo dos los géneros, ni siete los colores, ni cuatro los puntos cardinales ni uno el mundo. Así como defensa zapatista y el gato-perro, nosotroas, nosotras y nosotros sólo tenemos un objetivo: cuidar la esperanza zapatista. Si este mundo no da para eso, habrá que hacer otro, uno donde quepan muchos mundos”¹.
Siguió la música, el hip hop tiñó los escenarios y llenó de ritmo principalmente a les jóvenes; varios de elles subieron a cantar sus propias letras y otres participaron con micrófono abierto. Para finalizar, sobre las nueve de la noche llegó lo que habían anunciado como sorpresa: tres escenarios: en uno de ellos, la banda principal de niñes y jóvenes, en los otros dos escenarios con alrededor de 100 musiques tocando variados instrumentos. Tocaron una canción famosa por estas tierras insurgentes: “La del moño colorado, me trae todo el día mareado”, en una secuencia que parecía interminable. Esa escena se nos mostraba como una analogía con la lucha zapatista, de andares colectivos, persistentes y, sin rendirse, al son de una canción que unifica. Luego, con la participación de raperos invitados, la letra de la canción fue subversionada y en un solo coro de quienes estábamos ahí, entre las montañas, en la noche, bajo la luna, se oía: “La del paliacate rojo, que lucha contra el despojo.” Hermoso final para todos los comienzos.
¹Audio Radio Pozol: https://archive.org/details/ClausuraDelCompArte2018SubGaleanoSubMoisesDefenzaZapatistaEsperanzaYMateo)
*Por Vero Ferrucci y Vale Scardino para La tinta / Fotos: Antoni Guerra