Devenir pibe, ahre

Devenir pibe, ahre
12 julio, 2018 por Redacción La tinta

Por Diego Valeriano para Lobo Suelto

Odia ir con los tappers al comedor, odia que le encajen las hermanitas para que lo acompañen. Odia la cara de esos de giles que no dan más de anti chorros, odia a las gordas que buscan comida sin despegarse del Facebook. También odia la tristeza en los ojos de los viejos que piden, odia el debate filosófico por quién manda en la falsa noche. Odia caminar sin plata, se siente tan poco respetado que ni él se respeta. Odia a los ortibas pero más odia a los que hablan por él.

Los pibes son malditos por tanta crueldad, piensa Agus y le manda un audio a Silvio. Por crueldad y soledad son así, insiste. Esa crueldad de la gorra que ronda en patrulleros destartalados sabiendo que pueden hacer casi todo, esa crueldad de la psicóloga del juzgado que no la quiso entender, esa soledad frente a todos los padrastros del mundo entero, que miran, que huelen el miedo, que acechan pacientes, esa soledad llena de esperas en desarrollo social de la Muni.


La kermesse neoliberal está tan lejos que ni se siente y la noche sólo es noche en las plazas peladas, en los pasillos infinitos, en el último tren, en cada esquina donde se espera agazapado. La noche es riesgo o no es nada: ni kermesse, ni bautismo, ni irrupciones, ni lectura.


Ser pibe es ser enemigo, es romper la noche, es deshacer ideas. Es el único motivo por el que existe el Estado. Ser piba es la única idea capaz de desmoronar todo sin estar en ninguna discusión estéril. Ser pibe es un desafío, es mejor que ser juventud maravillosa, es mucho mejor que toda una generación diezmada. Ser piba es renunciar a la primera fila, al prestigio, a la carrera, a la palmada.

Es estar en falta, es pararse de manos, es manotear la plata del fondo de huelga, es no sentir nada por gente que perdió el laburo ¿Quien puede querer laburar? Es odiar todo tal cual es.

* Por Diego Valeriano para Lobo Suelto / Imagen: Colectivo Manifiesto

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