Brasil, candidata por historia de superación

Brasil, candidata por historia de superación
22 junio, 2018 por Redacción La tinta

Así como Brasil ostenta hace 16 años ser Pentacampeón mundial, desde Corea-Japón que no logra llegar a la final. Una visión histórico-antojadiza asume que la vergüenza del 1-7 en su propio Mundial lo ubica, más allá de su actualidad, levantando la Copa de campeón en la tierra donde gobierna Putin.

Por Anibal Abt para La tinta

Sentado con el diario del lunes, podría escribir el del viernes: repasando veinte mundiales masculinos e historias de sobra, me invade la tentación de anticipar un título brasileño en Rusia 2018.

Tomando con pinzas la historia, es desde ese caprichoso lugar que se puede apreciar cómo su Selección supo rearmarse en terrenos pedregosos. A sabiendas que un Mundial se puede definir hasta por penales, celebrar en Moscú le sumaría mística a la multicampeona “Verdeamarelha”.

Cuando en esta Eliminatoria sudamericana se trajo a colación la decepcionante actuación en su segundo mundial como organizador -1-7 ante Alemania incluido-, Tite tomó la posta de un descolocado Dunga y comenzó a ordenar el equipo. ¿El resultado? Una marcha triunfal e invicta que, sumado al rendimiento de futbolistas claves -Willian, Marcelo, Douglas Costa, Alisson Becker, Gabriel Jesús y Firmino, además de los sobresalientes Neymar y Philipe Coutinho- deja como candidato a un equipo al que, por historia, disfruta de tal condición.

Es verdad, no le ganó a la Hungría de 1954 después de ser goleado en primera fase por el mismo equipo, ni tampoco estuvo en cancha en alguna de las tres finales ante los holandeses. Pero no faltó a ninguna Copa. Es el único país que siempre estuvo representado, esquivando cuestiones deportivas o políticas. Brasil jugó en las veinte ediciones y fue campeón en el 20 por ciento. Súmele otros dos subcampeonatos.

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Pele y Brasil, campeones por tercera vez en el Mundial de México 1970.

Es que sólo unos años después de que un Maracaná repleto con casi 200.000 almas rebalsara de angustia por el derechazo del puntero uruguayo Alcides Ghiggia, lograría su primer bicampeonato tras coronarse en Suecia 58 y Chile 62. Más de 50 años después podemos decir que Brasil llegó a lo más alto cinco veces, en tres continentes y en territorios de cuatro asociaciones de fútbol distintas.

Una certeza es que a los brasileños les falta “prensa” para victimizarse. ¿O alguien se acuerda que el equipo de Zico, Toninho Cerezo y Rivelino fue el principal perjudicado del sospechado 6-0 a Perú en 1978? Los de Claudio Coutinho compartieron grupo en esa segunda fase con Argentina y como sólo le habían hecho tres a los peruanos, se quedaron sin final.

Llegó 1982. La “Democracia Corintiana” planteaba equipos cooperativos en todos los aspectos: desde las decisiones más simples hasta las más complejas que debía tomar el grupo. Desde votar si un jugador podía volverse porque extrañaba a su familia durante una gira, hasta repartir el dinero en partes iguales. Con Sócrates a la cabeza de un núcleo de jugadores que decidía absolutamente todo, aquella selección encontró en la década de 1980 al titular del gremio de Metalúrgicos, Luiz Inacio Lula Da Silva, apoyándolos.

Tal vez la decepción en España 82 arrasó buena parte de una tradición de los futbolistas cooperativistas, que abrió las grietas necesarias en el fútbol para combatir una dictadura iniciada a mitad de esa década, con ideas y convicciones claras. Hubo sequía hasta EE.UU. 94, cuando se hizo realidad el sueño del cuarto título en los penales ante Italia.

En 2002, cabeza dura, repitió la final y mostró poder sacarse de encima mochilas como las de ser goleado en una definición, cuatro años antes, ante Francia en París. Al ritmo de Ronaldo, Brasil se coronó en el estadio del Yokohama Marinos, donde se definió el trofeo de Japón y Corea del Sur.


Es el país que, sin dudas, mayor cantidad de jugadores con brillo propio aportó a los Mundiales. Y no necesariamente fueron creativos. Ver su esencia, descubrir el espíritu brasileño, es notar lo indispensable del equipo con la camiseta amarilla para todo futbolero.


Lo político no es menor en tierras brasileñas. En el FIFA Gate, la firma Traffic cumplió la misma y corrupta misión que la argentina Torneos. Dirigencialmente, las imputaciones a Marco Polo Del Nero, José María Marín y Ricardo Texeira dejaron claro una directa participación en el entramado similar al que encabezó Julio Grondona.

Años antes, ya el fallecido Joao Havelange había sido acusado por el Tribunal de Ética de la FIFA de recibir sobornos, pero la investigación era “sólo interna”. Sobran datos que muestran que el extitular del máximo organismo internacional del fútbol, además de apoyar dictaduras en su gestión al frente de la máxima Federación, se llenó los bolsillos con dinero negro.

En el terreno de juego la alegría no fue sólo brasileña. Como siempre estará en el Mundial y también dejará su impronta. El olvido de la goleada ante los alemanes hace cuatro años ya es un hecho, aunque Neymar y los suyos la intentarán sepultar, deportivamente.

*Por Anibal Abt para La tinta

Palabras claves: Brasil, Mundial Rusia 2018, Neymar

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