Del reino de Paraguay a la Cañada
Unos 8 mil nacidos entre los límites de lo que hoy conocemos como Croacia han llegado a nuestra provincia. Hoy son cerca de 25 mil, de los cuales 10 mil viven en la Capital. Sin que muchos lo sepan, emblemas como La Cañada y el Arco de Córdoba llevan el sello de los picapedreros croatas y hasta el propio Diego Maradona lleva en su sangre ADN de aquellas tierras de los Balcanes.
Por Luis Zegarra para La tinta
Promedia el siglo XVIII. El mundo conocido aún ajusta contornos. Un extraño rumor cruza el Océano Atlántico.
En el virreinato del Río de la Plata ha sido proclamado un nuevo monarca: Nicolas I, Rey de Paraguay y emperador de los Mamelucos. Poco se precisa sobre su identidad. Sólo se difunde su nombre. Puede ser un guaraní, puede ser uno de los jesuitas de la misión allí instalada.
La imprecisión arroja nombres al centro de la escena. Entre ellos, el del padre Nikola Plantic (Nicolás Plantich), llegado al Río de la Plata en 1748 junto a la expedición del procurador Ladislao Orosz. Hijo de la orden de San Ignacio, tiene apenas 28 años.
Un par de viajes transcontinentales bastan para dar por tierra con el rumor. Se trata de una maniobra para desprestigiar a las órdenes jesuitas. No obstante, la difamación concita la atención de la corona española, que entiende la necesidad de cambios.
El padre Nicolás abandona el imaginario trono guaraní. En pocos días se convertirá en el primer croata (oficialmente registrado) en instalarse en territorio cordobés.
Tres oleadas
Desde Plantic, unos 8 mil nacidos entre los límites de lo que hoy conocemos como Croacia han llegado a nuestra provincia.
Lo han hecho en distintos movimientos migratorios. Los más importantes fueron tres. El primero se extiende entre 1870 y 1914 y está compuesto principalmente por inmigrantes de Dalmacia. El segundo transcurre entre 1918 y 1935, tras la Primera Guerra Mundial. Como sus antecesores, escapan de la miseria. La tercera corriente inicia al fin de la Segunda Guerra Mundial. Hasta mediados de los ´60 llegan emigrados políticos contrarios al régimen de Tito y la supremacía serbia.
En la ciudad de Córdoba los croatas se han ubicado en distintas zonas. Quienes arribaron a comienzos de siglo y hasta los años 20 se instalaron principalmente en barrio Pueyrredón; los que lo hicieron a mediados de siglo, en la zona norte: Villa Marta, Cerro de las Rosas, Villa Centenario, Cerro Chico, etc.
Marcos Juárez, Malagueño, Bell Ville, Deán Funes, La Carlota, La Falda y Guatimozin fueron algunas de las localidades predilectas para los del norte de los Balcanes.
Según estimaciones actuales, aproximadamente 25 mil descendientes de croatas viven en esta provincia. De ellos, 10 mil habitan en la capital.
Manos croatas en el arco
Obreros croatas intervinieron en la edificación de distintos íconos arquitectónicos de Córdoba. Picapedreros eslavos participaron en la construcción del Arco de ingreso sobre avenida Sabattini y en el encauzamiento de La Cañada.
También dejaron su impronta en la plazoleta que acompaña al Hospital San Roque, el frente del colegio La Salle o el cordón cuneta de la avenida Rafael Núñez.
En mayo de 1959 se creó la Escuela de Archivología de Córdoba. Mucho tuvo que ver el inmigrante Zlatko Tanodi. Tanto, que el día de su nacimiento fue elegido para el “Día del Archivero del MERCOSUR”.
Más conocido es el derrotero de la familia Delich. De su seno salieron Francisco (rector de la Universidad de Buenos Aires, rector de la Universidad Nacional de Córdoba, secretario de Educación de la Nación y legislador provincial) y su hijo Andrés (ministro de Educación durante la presidencia de Fernando de la Rúa).
Manos croatas al arco
Manos con genes croatas defendieron arcos de clubes cordobeses. Marcelo Misetich atajó en el Racing de Córdoba, Silvio Dulcich en Talleres.
Precisamente, el club de barrio Jardín acaba de contratar a un descendiente de croatas como director técnico. Juan Pablo Vojvoda reemplazará a Frank Kudelka, quien a su vez dirigirá a la Universidad de Chile, club que tiene como gerente técnico al ex arquero e hijo de croatas José María Buljubasich.
Como futbolista, Vojvoda jugó en Newell´s de Rosario. Por allí pasaron Nicolás Pavlovich, Ivan Gabrich, Jorge Gabrich y el chileno Lucas Tudor, todos de origen croata. En Rosario también creció una de las mayores leyendas del fútbol low fi: Tomás Felipe “El Trinche” Carlovich (Karlovic). Croata, claro.
Dario Cvitanich, Daniel Bilos y Luciano Pocrnjic no sólo son descendientes de croatas. Oportunamente fueron tentados para jugar en la selección europea.
Hasta Diego Maradona cuenta con sangre croata. Su bisabuelo, Mateo Kariolic, es originario de la isla de Korcula (lugar de nacimiento de Marco Polo). “Doña Tota”, su célebre madre se llamaba Dalma, nombre que evoca a la mencionada Dalmacia. Y así también nombró a su primogénita del más grande jugador de la historia.
Adiós a la República
Y ya que hablamos de religión, el culto oficial en Croacia es católico romano. Desde la caída del Imperio Romano han tenido un estrecho vínculo con la Santa Sede. Desde Roma los han reconocido como “fortísimo escudo y baluarte de la cristiandad” por su lucha contra las invasiones otomanas.
Durante siglos han debido convivir, en un heteróclito rompecabezas que a veces derivó en estado, con vecinos musulmanes (bosnios y kosovares), católicos (eslovenos) y ortodoxos (macedonios, montenegrinos y serbios).
Las diferencias ahijaron tensiones, especialmente con los serbios, que estallaron en la fratricida guerra de los Balcanes, durante los tempranos 90´s, prefacio de la inexorable disolución de la República Federativa Socialista de Yugoslavia.
Hola selección
La selección croata de fútbol tuvo sus primeras experiencias entre 1940 y 1942. No obstante su consolidación oficial se dio entre fines de 1990 e inicios de 1991. Es decir, en simultáneo con el inicio de las acciones bélicas en la península balcánica.
Desde entonces, ha participado en cuatro de los cinco mundiales de cuyas eliminatorias ha tomado parte (en 1994 aún no eran reconocidos como Federación). Rusia 2018 será la quinta ocasión. Y será la segunda en que compartan primera fase con nuestro país. El antecedente lleva a 1998, donde resultaron segundos del grupo H, detrás de Argentina, con quien perdieron por 1-0 en el único partido oficial disputado hasta aquí.
Pese a contar con jugadores de destacada participación en importantes ligas (desde Davor Suker y Robert Prosinecki hasta Luka Modric, Iván Rakitic o Mario Manduzkic) no han podido llegar a instancias finales de ningún torneo importante. Su puesto más destacado ha sido el tercero, en aquel mundial de Francia.
El escueto palmarés no difiere demasiado del de sus pares basquetbolistas. Estos ostentan una medalla de plata en los JJOO de 1992 (caída ante el auténtico Dream Team de USA) y un par de podios en Campeonatos Europeos.
Sin embargo, en el imaginario colectivo perdura la imagen de longilíneos que cuentan con un talento superior para picar la pelota. La sola mención del origen eslavo habilita a inferir cualidades innatas para el baloncesto (para lo cual hay sobradas muestras), no aún para el fútbol.
Quizás, al fin, se trate de una fábula similar a la que sentó a un croata en el imaginario trono de Paraguay.
En esta nueva Copa del Mundo, tendrán una nueva chance de acercarse a la élite del balompié. Si no lo logran, aseguran que mantendrán entre sus predilectos a los representantes de las pampas que nunca les cerraron las fronteras. Y a los que ayudaron a construir hitos sin un extendido reconocimiento.
En junio de 1994, días antes del inicio del Mundial de Estados Unidos, Argentina y Croacia disputaron un partido amistoso en Zagreb.
Horas antes del juego, Diego Maradona visitó la tumba de Drazen Petrovic, considerado el mejor basquetbolista europeo de la historia e ídolo nacional en su país, quien había muerto un año antes en un accidente automovilístico.
Allí que depositó una ofrenda floral junto a una camiseta que ahora forma parte del museo erigido en honor al crack croata.