Los Leones llegan a Rusia por más historia
¿Que sabemos de Senegal? No vamos a decir nada descabellado si afirmamos que en general el continente africano llega a nosotros vinculado a lo catastrófico: guerras o hambruna. Sin embargo el país de los Los Leones de la Teranga es uno de los países más estables en la región y que menos conflictos internos tiene, con un sistema democrático en el que se alternan dos partidos desde los 60´ cuando se independizaron de Francia. Con Sadio Mané como figura, la gran comunidad senegalesa en nuestro país estará expectante ante la nueva oportunidad de hacer historia en un Mundial.
Por Sebastián Tafuro para La tinta
Ya conocemos la historia: Argentina llegaba con ínfulas a esa competencia y se fue por la ventana muy pero muy temprano. Las mañanas invernales y tristes de aquel 2002 de un país hundido devolvieron un espejo en la televisión. A una Nación en crisis le correspondía una Selección abatida en primera ronda. Pero más allá del dolor que nos consumió por aquellos días, el show iba a continuar y la Copa del Mundo de Corea del Sur y Japón, la primera organizada por 2 países y la que inauguraba el siglo XXI, iba a tener varios capítulos más de relevancia. Uno de ellos iba a provenir del continente africano: así como Camerún había sorprendido en 1990, doce años después sería el turno de Senegal.
El combinado senegalés llegaba por primera vez a un Mundial en su historia. Su debut no era para nada sencillo. Le tocaba Francia, el otro gran candidato que tenía esa Copa. Los franceses venían con Mundial 98 y Eurocopa 2000 bajo el brazo y un plantel exquisito. Pero el éxito no es eterno y un gol de Bouba Diop en el primer tiempo iba a producir el primer impacto de un torneo lleno de sorpresas. En términos geopolíticos, la ex colonia se anotaba uno de esos triunfos que se guardan en las retinas. De la independencia del 60 a esta proeza futbolística, un nuevo golpe al siempre inmenso ego europeo.
Ese cruce marcaría un antes y un después para ambos en el Mundial. Francia se despediría en primera ronda como el peor campeón defensor de la historia tras un empate con Uruguay y una nueva derrota con Dinamarca y sin marcar un sólo gol. En tanto los africanos seguirían sorprendiendo hasta llegar a los cuartos de final. Dos empates en el grupo, uno muy recordado ante los uruguayos por 3 a 3 (aquel cabezazo del “Chengue” Morales que no entró), y la victoria en tiempo suplementario ante Suecia lo ubicaron entre los 8 mejores. Allí, en duelo de sorpresas, Turquía se quedó con el triunfo 1 a 0 recién en el alargue y le puso freno al sueño senegalés. De todas maneras Los Leones de la Teranga – un vocablo que significa hospitalidad y refleja la generosidad y concordia del pueblo senegalés – habían construido su propio episodio de gloria.
África mía
¿Qué sabíamos de Senegal en ese momento? Obviamente que es difícil hacer retroactividad y repasar los conocimientos de hace 16 años – más cuando este cronista tenía apenas 17 en ese entonces y lejos estaba de pensarse escribiendo una nota semejante – pero no vamos a decir nada descabellado si afirmamos que en general el continente africano llega a nosotros cuando hay alguna noticia vinculada a lo catastrófico: guerras o hambruna. O en los Mundiales, claro está. Donde sus elencos nos sorprenden con lo colorido de sus hinchadas, los festejos a puro baile exótico y una tendencia de fútbol ofensivo y desordenado – punto que, a decir verdad, no se ha modificado en demasía -. Es decir que detrás de “miren la sorpresa del Mundial” uno no imagina mucho más. Y es sorpresa porque nos sacude los lugares comunes y porque también partimos de su desconocimiento.
En el terreno futbolístico sobresalió Henri Camara, el jugador que hoy posee la mayor cantidad de presencias con nada más ni nada menos que 99 encuentros y es el máximo goleador con 31. Su doblete ante Suecia en los octavos es la foto principal de la historia senegalesa en este deporte. Aliou Cissé, el actual entrenador, o El Hadji Diouf son otros nombres que se destacaron.
En otros aspectos, Senegal nos podía remitir precisamente a Francia por ser una de sus ex colonias o a la ciudad de Dakar, por ser la capital senegalesa pero esencialmente el punto de finalización del histórico Rally París-Dakar (y otra vez esa ligazón de naciones se vuelve indisimulable) cuyo puntapié inicial data de 1978. De hecho, aún habiéndose mudado la locación de esa competencia a Sudamérica en los últimos seguimos hablando del “Rally Dakar”.
Estabilidad, migración y nueva clasificación
Más allá de no saber en general lo que pasa en África, más allá de los tipos de noticias mencionadas (quiero destacar acá lo que realizan en el portal Notas – Periodismo Popular con el Panorama Africano desde hace un buen tiempo), Senegal posee una particularidad que lo termina volviendo poco noticioso a los ojos sudamericanos, tan influidos en el plano mediático por el Occidente europeo: es uno de los países más estables en la región y que menos conflictos internos – uno de los “clásicos” de dicho continentes – tiene. Desde la década del 60 – cuando consiguió su independencia de Francia – hasta estos días se dio una alternancia entre el Partido Socialista y el Partido Democrático. Éste último, que actualmente gobierna bajo el nombre de Alianza para la República, está en el poder desde 2012 y consolidó una mayoría absoluta en el Parlamento como resultado de las elecciones legislativas de agosto pasado. Su actual presidente es el ingeniero Macky Sall.
El principal capítulo conflictivo tiene que ver con la región sureña de Casamanza donde hallamos un movimiento separatista que en 1982 protagonizó una gran rebelión bajo el nombre de Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamanza (MFDC). Aunque se encuentra con bajo nivel de operatividad tras una tregua en 2014, aún sigue activo. Al encontrarse en la frontera con Guinea-Bissau también se ha generado algún que otro enfrentamiento diplomático entre ambos países por el apoyo de los guineanos a los independentistas.
Pero además de estos datos Senegal hoy significa algo en nuestro país. Son los miles de senegaleses que están en las calles principalmente porteñas y bonaerenses. Que han venido a nuestro país en busca de un horizonte mejor, pero no se han ido del suyo ni porque esté asolado por una guerra ni porque haya hambre. Que ponen el lomo todos los días vendiendo en la calle para poder enviar algún mango a su tierra. Que soportan, sobre todo en los últimos dos años, un nivel de violencia institucional inaudito que los persigue, los criminaliza y les impide uno de los derechos vitales de cualquier ser humano: el derecho al trabajo. Un derecho que además es el que alimenta el sueño principal de la mayoría de ellos – en un país donde el 80% de la población es musulmana – : regresar a la Touba, esa ciudad sagrada que fue fundada en 1963, donde existe una mezquita de proporciones descomunales y cuyo proyecto de urbanizarla sigue más vigente que nunca.
El martes 19 de Junio Senegal – actualmente en el puesto 23 del ránking FIFA – volverá a pisar territorio mundialista por segunda vez tras aquel 2002 épico. Su debut será ante Polonia y sus actuales figuras son un poco más conocidas que las del hito fundante de hace 16 años. La estrella es Sadio Mané, el delantero del Liverpool que tuvo una gran temporada en ese tridente fatal junto al brasileño Firmino y el egipcio Salah. Y que, sobre todo en la final de la Champions League contra el Real Madrid fue el único que dio la cara ante la lesión de Mo. Pero también se destacan Keita Baldé del Mónaco y el extraordinario defensor Kalidou Koulibaly del Napoli que muy cerca estuvo de arruinarle un nuevo campeonato a la Juventus. El resto del grupo estará compuesto por Colombia y Japón. Ante la ausencia de “Grupo de la muerte” en esta Copa lo podríamos llamar el “Grupo de la incertidumbre” ante cierta paridad planteada.
Para los senegaleses será una nueva ilusión, esta vez con más confianza que en la anterior más allá de que hayan pasado tantos años y tres Mundiales de ausencias. Los habitantes de nuestro suelo tendrán un motivo para apaciguar la distancia y que la pelota les brinde una alegría que algunos quieren quitarles.
*Por Sebastián Tafuro para La tinta