Kaepernick: el abanderado de la discordia

Kaepernick: el abanderado de la discordia
7 septiembre, 2016 por Redacción La tinta

En Estados Unidos, uno de cada 65 jóvenes negros muere asesinado por un policía. En medio de una ardiente campaña presidencial donde Donald Trump vomita racismo a diario, Colin Kaepernick ya no cree que la bandera norteamericana ni que su himno lo represente. “Que se busque otro país”, le recomendó el candidato.

Pocos elementos accesorios se han repetido tanto en la narrativa cinematográfica que parió y sigue pariendo Hollywood. La bandera y el himno norteamericano aparecen en todos los géneros, sin distinción. Desde los films bélicos, pasando por los dramas y hasta llegar a la ciencia ficción. Es más que un símbolo patrio. Es una marca. Ambas cosas ayudan a sostener eso que el mundo cree que es el “ser norteamericano”.

Por eso, la insignia de bastones horizontales y estrellas blancas no puede ser sinónimo de las vergüenzas de la Nación. De esa otra parte del “ser norteamericano”, que se aleja bastante de las palabras Justicia y Libertad.

Pero Colin Kaepernick, el quarterback de los 49ers de San Francisco, lo hizo. Emulando a otros negros y mestizos de la talla de Mohamad Alí, Tommie Smith y John Carlos, optó por quedarse sentado e ignorar el himno nacional en los últimos partidos de pretemporada de la NFL.

El atrevimiento despertó la cólera nacionalista. Ex combatientes y militares repudiaron al deportista. Donald Trump lo mandó a buscarse otro país. Barack Obama, desde la cumbre del G-20 en China (y atendiendo a la furiosa campaña presidencial) lo defendió: “Lo que ha hecho es generar más debate sobre asuntos de los que necesitamos hablar».

El blanco, son los negros

“No me voy a poner de pie para mostrar orgullo a la bandera de un país que oprime a los negros y las personas de color. Para mí, esto es más importante que el fútbol y sería egoísta mirar hacia otro lado”, dijo el hijo de padres adoptivos blancos y madre biológica afroamericana.

Las palabras del hombre que estuvo a sólo siete yardas de ganar el Super Bowl de 2013 retumbaron en los 50 estados del país. De frente a los periodistas, explicó sintéticamente cuál es su enojo: “Para mí, esto es algo que tiene que cambiar. Cuando haya un cambio significativo, y sienta que esa bandera representa lo que se supone que tiene que representar y este país represente a la gente de la manera en que se supone debe hacerlo, entonces me pondré de pie”.

Un año después de acariciar el máximo trofeo que da el fútbol americano, Kaepernick vio, al igual que millones de estadounidenses, cómo la ciudadanía negra de Ferguson se sublevaba a las autoridades y empujaba al pueblo de Missouri hasta el borde del abismo. El motivo: un policía, Darren Wilson, había asesinado a Michael Brown, joven afroamericano de 18 años.

En ese mismo 2014, Tamir Rice, de 12 años, fue abatido por otro oficial que lo vio jugando con un aire comprimido. Ambos apellidos, Brown y Rice, son sólo granos de arena en la fatídica lista de homicidios contra negros que han cometido las fuerzas de seguridad en los últimos años.

Ambos hechos motivaron la realización y publicación de datos escalofriantes. Pero vale destacar el trabajo The Counted (El Recuento) que actualmente lleva adelante el diario británico The Guardian, una eminencia a la hora de hacer “periodismo de datos”.

Según esta plataforma que marca el conteo de asesinados por la Policía norteamericana, en 2015 fueron 1134 las víctimas de gatillo fácil. 2,5 veces más que los 444 “homicidios justificables” que dio el FBI. En lo que va de 2016, ya se registran 742.

Pese a que sólo constituyen el 2% del total de la población de Estados Unidos, los varones afroamericanos de entre 15 y 34 años forman parte del 15% de todas las muertes por abusos policiales. Y hay más: uno de cada 65 jóvenes negros muere asesinado por un policía.

La bomba Kaepernick

El efecto Kaepernick fue una bomba en plena campaña presidencial que dejó esquirlas por doquier. Con un Trump que ha dado rienda suelta al conservadurismo más visceral del ser norteamericano, de la forma más explícita posible, dividiendo aguas y sin dar lugar a los matices, nadie permanece tibio hoy en el país del norte ante este acto de desprecio por los símbolos patrios.

Algunos ya afirman que la carrera del quarterback está acabada. Organizaciones de policías han exigido una disculpa: “El Sr. Kaepernick se ha ridiculizado a sí mismo, ha avergonzado a la organización de los 49ers y a la NFL basado en una falsa narrativa e información equivocada”, dijeron desde la asociación de agentes de Policía de San Francisco.

Hasta un jugador de descendencia española que formó parte del ejército, Alejandro Villanueva, salió a criticarlo: “No sé si la forma más efectiva es sentarse durante el himno nacional con un país que te está dando tu libertad, tus 16 millones de dólares por año”.

Mientras algunos medios afirman que se queman las remeras rojas con el número 7 de los 49ers, otros aseguran que se venden como pan caliente y que en sólo una semana se comercializaron más unidades que en los últimos ocho meses.

A nadie le es indiferente el caso. Por eso también están los deportistas que se han solidarizado con Colin.

«Creo que en realidad es bastante repugnante la forma en que fue tratado. Al ser una estadounidense gay, sé lo que significa mirar a la bandera y no sentirte respaldado por sus libertades. Necesitamos ser más reflexivos y dejar de ser doble caras en este país”, dijo Megan Rapinoe, jugadora de soccer en Seatle Reigns y militante de los derechos LGBT, que se sumó al gesto de Kaepernick en el partido contra las Chicago Red Stars.

El linebacker de los Philadelphia Eagles, Mike Tavarres, también lo apoyó: “Lo he pensado. Creánme. Voy a sentarme en el próximo partido”. Al igual que el histórico corredor Jim Brown de los Cleveland Browns: “Estoy con él al 100 por ciento”.

Pero quizá las palabras más acertadas fueron las de la leyenda de la NBA, Kareem Abdul-Jabbar: “Lo que debe de causarle horror a los estadounidenses no es la elección de Kaepernick de permanecer sentado durante el himno nacional. Sino que casi 50 años después de que (Muhammad) Alí fuera expulsado del boxeo por su postura y de que los puños en lo alto de Tommie Smith y John Carlos causaron ostracismo público y numerosas amenazas de muerte, todavía necesitamos llamar la atención a las mismas inequidades raciales”.

Palabras claves: Colin Kaepernick, Estados Unidos, Fútbol Americano, gatillo fácil, racismo

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