Todo deporte es político: la Selección a Jerusalén
¿Cree usted que el mundo del fútbol argentino se está quedando atrás respecto de los avances socioculturales?, le preguntaron a Sampaoli. La Selección se aggiorna a los tiempos políticos de lo establecido: la histórica lógica machista por un lado y la nueva visión del mundo del Gobierno. Así concretará un amistoso que deportivamente no le dará nada pero afianzará los lazos con Israel, en sintonía con Estados Unidos. Mientras se cuentan de a miles los heridos y muertos, Palestina le pide a Messi boicotear el encuentro, AFA se asegura u$s3 millones y Jerusalén prepara su Teddy Stadium, escenario donde hace de local el equipo del que es hincha Benjamín Netanyahu, el recientemente rebautizado Beitar «Trump» Jerusalén FC.
Por Gonzalo Reyes para La tinta
La voz de una periodista rompe el climax de la conferencia de prensa que desarrollaba el técnico de la Selección masculina de fútbol, Jorge Sampaoli, que recién daba a conocer la nómina de los 23 jugadores que irán a Rusia. Ese climax típico de una conferencia de prensa de fútbol, donde el fútbol es solo un deporte y punto. La colega de Associated Press pregunta:
«Argentina fue noticia en el mundo, a partir del 2015 por el tema de Ni Una Menos, por visibilizar la violencia machista y levantarse contra eso. En 2018 somos noticia por un manual educativo de la AFA que explica cómo seducir a las rusas, por un publicidad de TV con un tono bastante homofóbico, por un jugador convocado entre los 35 para ser parte de la Selección, denunciado por violencia de género, por una selección de fútbol femenino con escasos recursos, en el medio de esto sale a la luz una red de pedofilia donde chicos que quieren llegar un día a la selección son abusados sexualmente. ¿Cree usted que el mundo del fútbol argentino se está quedando atrás respecto de los avances socioculturales que se están dando en Argentina los últimos años. Sí. No. Por qué. Gracias». La respuesta del DT, lamentablemente, es un culto a la no respuesta y en medio de esa sensación de «qué carajo dijo» lo poco que queda es un manto de duda sobre las denuncias de abusos y violencia.
La pregunta fue tan clara y atinada que merece ser anotada, guardada y reutilizada siempre que se pueda agregar otro hecho tristemente noticioso. Por ejemplo: el amistoso entre Argentina e Israel en plena Jerusalén. ¿Cree usted que el mundo del fútbol argentino se está quedando atrás respecto de los avances socioculturales?
Una embajada y una selección
A comienzos de diciembre del año pasado Donald Trump anunció desde la Casa Blanca que era «hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como capital de Israel». El presidente de la gran potencia mundial desafiaba tratados internacionales y alentaba al gobierno de Benjamín Netanyahu a ir por todo. La apuesta se concretó el 14 de mayo, día de la independencia israelí. Solo en esa jornada murieron al menos 60 palestinos que protestan en toda la Franja de Gaza desde el 30 de marzo, en lo que llaman la Gran Marcha del Retorno. Se calculan más de un centenar de muertos hasta hoy.
En medio de este cuadro geopolítico, la Asociación del Fútbol Argentino confirmó que su último partido antes de debutar ante Islandia en la Copa del Mundo será frente al combinado de Israel. ¿Decisión deportiva? «Es importante poder jugar en Israel porque los recursos se necesitan», sostuvo Claudio «Chiqui» Tapia en alusión a los tres millones de dólares que percibirá la AFA por la actuación del equipo. Pero también se puede leer entre línea una motivación política: en septiembre de 2017, por primera vez un mandatario israelí encabezó una visita bilateral al país. «Nunca tuvimos una relación tan cercana como tenemos hoy con la administración del presidente Macri», había afirmado el embajador de Israel en Buenos Aires, Ilan Sztulman. Los lazos entre el expresidente de Boca y el actual titular de AFA, son tan conocidos como los comentarios futboleros que usa Macri para «romper el hielo» con todo diplomático que se le acerque.
El fútbol es política para Macri y es por eso que hasta la sede debía ser Jerusalén. Solo por eso se puede comprender que Messi y compañía deban viajar hasta una zona de conflicto creciente, cargada de tensiones, políticas, bélicas y simbólicas, para jugar un partido que no le sumará deportivamente nada. Así, el mismo día que Sampaoli anunció la lista mundialista, AFA confirmó la sede del partido que rendirá homenaje a los 70 años de la creación del Estado de Israel. Donde Estados Unidos pone su embajada, Argentina pone a su selección.
#ArgentinaNoVayas
Tras la represión que desataron las fuerzas militares de israel contra los palestinos que comenzaron a movilizarse desde el 30 de marzo, el Movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) motorizó una campaña internacional pidiendo a la Selección Argentina no disputar dicho amistoso. Por su parte el Comité Argentino de Solidaridad con Palestina también envió un escrito a las autoridades de AFA en la que informaron sobre los asesinatos y heridas sufridas de jugadores palestinos por parte de las fuerzas de ocupación.
Esta semana el Movimiento BDS difundió un mensaje de Mohammed Khalil, futbolista palestino, quien fue herido por un francotirador en sus rodillas mientras protestaba pacíficamente de la Gran Marcha del Retorno. Las imágenes muestran cómo Mohammed cae herido mientras intentaba mostrar su participación en el lugar. Sus palabras van dirigidas directamente al mejor jugador del mundo: «Pido al equipo argentino y especialmente al capitán Lionel Messi, que es muy apreciado en Palestina, particularmente en la Franja de Gaza, para que se solidarice con la población palestina y boicotee el partido contra Israel, el Estado ocupante».
Todo deporte es político
El interés de Israel por jugar ante la Argentina no es deportivo. Nunca lo fue. Es el deporte al servicio «de». El periodista Gustavo Veiga explicó días atrás que tras muchos esfuerzos Jerusalén logró ser la partida de la primera etapa del Giro de Italia -prestigiosa prueba mundial de ciclismo- y que por primera vez la competencia saliera de Europa. El empresario canadiense Sylvan Adams explicó ante los medios que el objetivo es el mismo que persigue Francia con este tipo de eventos: «promover con el Tour su geografía, cultura e historia». Todo a cambio de 10 millones de dólares.
De no resultar el boicot, podríamos volver a preguntarle a Sampaoli, Messi, Mascherano o Tapia: ¿Cree usted que el mundo del fútbol argentino se está quedando atrás respecto de los avances socioculturales?
Mientras la respuesta sea el silencio (de Messi) o el ruido (de Sampaoli), Argentina viajará el 8 de junio hacia Jerusalén desde Barcelona (sede de la preparación previa al Mundial) y de allí a Rusia. La movilidad será eso, el cumplimiento de un trámite cubierto y organizado por la empresa israelí Comtec Group. El 9 de junio ambas selecciones brindarán mientras otros arriesgan sus vidas exigiendo volver de donde fueron expulsados. El escenario será el Teddy Stadium donde, entre otros, hace de local el Beitar de Jerusalén. Un club que se caracteriza por ser históricamente racista y antiárabe, del cual es hincha el primer ministro Netanyahu y que desde hace una semana fue rebautizado por su dueño como «Beitar Trump Jerusalén».
*Por Gonzalo Reyes para La tinta