Es la Baba
Oliverio Girondo (1891 – 1967). Hijo de una familia de alta posición social, fue uno de los miembros más entusiastas de la vanguardia de los años 20 nucleada en la revista «Martín Fierro», cuyo manifiesto redactó el mismo en 1922.
Es la baba.
Su baba.
La efervescente baba.
La baba hedionda,
caústica;
la negra baba rancia
que bebea esta especie babosa de alimañas
por sus rumiantes labios carcomidos,
por sus pupilas de ostra putrefacta,
por sus turbias vejigas empedradas de cálculos,
por sus viejos ombligos de regatón gastado,
por sus jorobas llenas de intereses compuestos,
de acciones usurarias;
la pestilente baba,
la baba doctorada,
que averguenza la felpa de las bancas con dieta
y otras muelles poltronas no menos escupidas.
La baba tartamuda,
adhesiva, viscosa,
que impregna las paredes tapizadas de corcho
y contempla el desastre a través del bolsillo.
La baba disolvente.
La agria baba oxidada.
La baba.
¡Sí! Es su baba…
lo que herrumba las horas,
lo que pervierte el aire,
el papel,
los metales;
lo que infecta el cansancio,
los ojos,
la inocencia,
con sus vermes de asco,
con sus virus de hastío,
de idiotez,
de ceguera,
de mezquindad,
de muerte.
*Foto: Joel Peter Witkin