Las presas en el coto de caza israelí en Palestina
El Estado de Israel despliega desde hace décadas una política represiva que tiene entre sus principales blancos quebrar la resistencia de niños y jóvenes palestinos. Los menores de edad palestinos son víctimas del acoso cotidiano, la prisión y los asesinatos.
Por Leandro Albani para La tinta
Desde hace más de una semana, el músculo represor de Israel se mueve con la impunidad que siempre lo caracteriza. Frente a los ataques contra palestinos y palestina durante la “Gran Marcha del Retorno”, pocos líderes mundiales levantaron la voz para criticar el desempeño de las fuerzas militares israelíes que, en apenas unos días, asesinaron a casi treinta personas, incluidos niños.
El sistema planificado y sistemático de ocupación que Tel Aviv despliega hace 70 años contra el territorio palestino tiene, entre sus principales objetivos, destruir los métodos de resistencia hasta en los actos más simples. Para los sucesivos gobiernos israelíes, los niños y las niñas de Palestina son las presas dentro de un coto de caza en que han convertido a los históricos territorios palestinos.
El viernes pasado, en las masivas protestas en la Franja de Gaza, las tropas israelíes arremetieron nuevamente contra los pobladores y causaron la muerte de diez personas, entre ellas un menor de edad. Las imágenes difundidas de la represión son la confirmación de que la clase gobernante de Tel Aviv aplica una política de limpieza étnica, amparada en la impunidad que le brinda Estados Unidos en el plano diplomático, pero también asistiendo al Estado israelí con millonarias sumas de dinero y toneladas de armamentos.
Unos días antes, cuando el pueblo palestino encabezaba la “Gran Marcha del Retorno”, la represión fue despiadada y justificada por el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu. Un total de 17 personas, en su mayoría jóvenes, cayeron por el fuego indiscriminado israelí, que incluyó drones que lanzan bombas y francotiradores. Como sucedió en otras ocasiones, la administración de Tel Aviv acusó a los miles de manifestantes de pertenecer al Movimiento de Resistencia Islámica Hamas –que gobierna en Gaza-, de ser terroristas, de poner en peligro la “seguridad” de Israel. En un video que circula en la redes sociales (1), la teniente Tamara Epelbaum, una argentina que integra el ejército israelí, no ahorro palabras para defender la cacería de palestinos y palestinas. “Nuestros soldados alcanzaron con precisión, específicamente, a aquellos hombres que intentaron llevar a cabo estos actos terroristas”, justificó Epelbaum. Esgrimiendo un discurso que remite al colonialismo más puro y duro, afirmó: “Pero no dejes que la máquina de propaganda de Hamas te distraiga. Tristemente, Hamas elige utilizar a sus propios civiles inocentes como herramientas de terror. Esto incluye mujeres, niños e inválidos”.
En la construcción mediática y cultural del Estado de Israel, este discurso se repite una y otra vez: los palestinos y las palestinas nacen terroristas, no entienden otro lenguaje que el de la violencia y son, sobre todo desde el surgimiento de Hamas, un rebaño amorfo que sólo responde a esa organización político-militar. Es bueno recordar que el surgimiento de Hamas, durante la Primera Intifada en 1987, recibió la indiferencia de Israel, que veía a la agrupación como una herramienta para contrarrestar la influencia del movimiento Al Fatah y de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Con la sentencia judicial aleccionadora contra la joven palestina Ahed Tamimi, acusada de casi todos los males que acechan a Israel, la situación de los niños y jóvenes en Palestina se abrió paso, pese a la reticencia, en los grandes medios de comunicación, algo que permite visibilizar la represión que vive día a día el pueblo palestino.
En marzo pasado, el grupo israelí de derechos humanos B’Tselem presentó el informe “Menores en peligro: la violación de los derechos de los palestinos por parte de los tribunales militares israelíes”, en el que retoma las denuncias de la criminalización de la lucha palestina. Al referirse al sistema judicial israelí, B’Tselem explicó que los menores detenidos son expuesto a métodos de aislamiento, como cortar los contactos con sus familias, que a su vez no son avisadas de los arrestos.
El informe definió como “prácticas habituales” las violaciones a los derechos humanos y jurídicos a los que son sometidos los palestinos y las palestinas. También reveló que el 90 por ciento de los menores detenidos no tienen permitido el acceso a un abogado antes de ser interrogados. A esto se suma que la alta tasa de condenas en los tribunales militares israelíes obliga a los menores a aceptar acusaciones de culpabilidad como la única alternativa a un largo juicio y a una sentencia de prisión.
Retomando el discurso de la teniente Epelbaum, los documentos del gobierno israelí aprueban la detención de niños y jóvenes como una consecuencia de que supuestas “organizaciones terroristas” realizan un “adoctrinamiento de la población desde preescolar hasta la edad adulta”, reveló B’Tselem. “Las normas las implementan soldados, jueces y fiscales, todos israelíes desinformados que representan los intereses del país ocupante. Es un sistema en el que los palestinos siempre son sospechosos”, aseguró el informe.
Como lo sintetiza la periodista Ramona Wadi, del portal Monitor de Oriente, “con este razonamiento Israel borra los límites entre infancia y edad adulta tal y como están establecidos en el derecho internacional”.
En febrero de este año, Amnistía Internacional (AI) alertó que las autoridades y las fuerzas armadas israelíes llevan a cabo ejecuciones extrajudiciales, torturas a presos palestinos y defensores de los derechos humanos. Desde AI denunciaron que de las víctimas por los ataques de las fuerzas israelíes en 2017, “muchos, incluidos niños, fueron fusilados y asesinados ilegalmente sin representar una amenaza inmediata para la vida”.
En su informe anual, AI apuntó que “los soldados israelíes, la policía y los agentes de la Agencia de Seguridad de Israel (Shin Bet) han sometido a detenidos palestinos, incluidos niños, a torturas y otros malos tratos con impunidad, en particular durante el arresto y el interrogatorio”.
La metodología del Estado de Israel contra los niños y las niñas de Palestina fue denunciada recientemente por Gaby Lasky, abogada de Ahed Tamimi, que denunció que la adolescente encarcelada sufrió “acoso sexual” durante las investigaciones realizadas por oficiales israelíes.
El Comité de Prisioneros Palestinos reveló que en la actualidad más de 350 menores de edad están presos en las cárceles israelíes, sufriendo una reclusión que viola las más básicas leyes y normativas internacionales. Se calcula que desde el año 2000, el Estado israelí es responsable del asesinato de 3.000 niños y jóvenes, en el marco de la ocupación del territorio palestino.
Aunque los francotiradores israelíes ya se preparan para profundizar la matanza en Palestina, los niños y los jóvenes que viven en un país al que no lo dejan ser, conocen desde sus primeros días de vida que la resistencia es la posibilidad real para sobrevivir. Todos los días ponen sus cuerpos y sus conciencias para detener la ocupación israelí. Dejan la vida para que las generaciones que vendrán puedan abrazarse a su tierra sin estallar en mil pedazos.
*Por Leandro Albani para La tinta.
(1) Para ver el video: https://visavis.com.ar/?p=88714