Marichuy y Teresa: mujeres con cargo
Por Dante A. Saucedo y Regina López para Agencia SubVersiones
«Xayakalan es distinto», dicen en Ostula. «Es un pueblo de lucha». Fundado sobre tierras recuperadas en 2009, es la puerta de entrada al territorio comunal para quien viaja, desde el Norte, por la doscientos. Es el asentamiento más nuevo y crece cada vez más. Quienes viven aquí desde el principio saben lo que han tenido que pasar para defender sus tierras; quienes acaban de llegar, ya saben a qué vienen.
Por eso un cargo comunitario, aquí, significa un reconocimiento doble. O triple, si quien lo ocupa es una mujer. Teresa fue elegida, a principios de 2018, Encargada del Orden, la autoridad de cada uno de los pueblos y rancherías que constituyen a Santa María Ostula: «Como aquí me nombró este pueblo de Xayakalan como encargada del orden. Para mí me da gusto que haigan confiado en mi y el pueblo me nombró y lo acepté porque yo amo a mi pueblo, amo a mi comunidad y por eso lo estoy haciendo y lo hago con todo el corazón».
Quienes la eligieron lo confirman: Teresa ha estado aquí desde el 2009, no se ha ido nunca y siempre ha trabajado para defender la tierra. De hecho, el cargo le había sido ofrecido años antes, pero no pudo aceptarlo. Además de resguardar su territorio, Teresa es madre soltera, trabaja la milpa y tiene unas pocas cabezas de ganado. «Y sé usar la motosierra, de esas grandotas» dice, orgullosa de sus capacidades.
Ahora que su hijo es más grande, y que algunos familiares la apoyan, decidió aceptar el cargo. Porque ser Encargada, además de un reconocimiento, es un trabajo constante y pesado: ella es la que marca el ritmo de los trabajos colectivos. Organiza las fiestas, las faenas, la seguridad y cada detalle de la cotidianidad de un pueblo que vive acompañándose.
El 21 de enero fue la primera gran prueba para Teresa, la comunidad entera debía preparar el recibimiento de Marichuy, la vocera del Concejo Indígena de Gobierno. Tuvieron poco tiempo para prepararse, el 12 de enero se reunieron las 24 Encargaturas para repartirse las labores. Ostula, la cabecera, se ocuparía del decorado, el sonido y la limpieza. El resto, de preparar la comida para el evento.
A Xayakalan le tocó llevar agua de coco. Un día antes de la visita, a las ocho de la mañana, el pueblo entero va hacia el palmar, que comienza donde termina la playa. Allí, un joven sube en segundos los más de diez metros de las palmeras; corta y amarra un racimo de cocos que baja con una soga que se controla desde abajo. Otra persona recibe los cocos y los carga hasta la camioneta que alguien más conducirá hasta el pueblo. Todas y todos participan.
Al día siguiente, antes de que salga el sol, se llena un tinaco con cientos de litros de agua. Mientras, se preparan los collares de cempasúchil y bugambilias que se regalarán a la vocera. Las faenas no se detienen y Teresa tampoco: está siempre hablando con alguien, asegurándose de que todo esté a punto, mientras que el radio que cuelga de su cinturón no para de sonar.
Marichuy llega a las diez de la mañana. Una valla de la guardia comunal protege ambos lados de la carretera. Xayakalan la recibe con abrazos, y el Comisariado de Bienes Comunales le da la bienvenida a su territorio. Desde allí, la caravana parte hacia la cabecera de la comunidad.
Luego de caminar por las calles de Ostula, el contingente llega a la plaza donde será el evento: la mesa del presídium está debajo del escenario donde estará la banda. Alrededor, ya están listas las mesas con pozole, tamales, caldo de pescado y, por supuesto, el enorme Rotoplás lleno de agua de coco.
La vocera comparte su propuesta, y un comunero lee un manifiesto de lucha de Ostula. La última en tener la palabra es Socorro, la primera mujer en ocupar el cargo de Jefa de Tenencia en Ostula y Concejala del CIG.
En Ostula, como en muchas comunidades, ver a una mujer llevar la palabra de los pueblos originarios ha significado un impulso para que otras más asuman cargos comunitarios. Así lo explicó Marichuy: «Lo que hemos visto en este caminar es que se animan las compañeras. Lo hemos visto, pues, que sienten suya la propuesta, y como que es un ánimo. Hay comunidades que han participado mayoritariamente mujeres y, bueno, se ve que están participando, pero que no ha sido muy visible su participación ¿veá? Se ha visibilizado más la participación de los compañeros, y yo creo que ahorita es el tiempo de que las mujeres participen, no tanto desplazando a los compañeros sino caminando juntos. Porque las mujeres yo creo que tenemos que dar ese paso importante y lo hemos escuchado en diferentes comunidades por donde hemos pasado».
Cuando el acto político termina, comienza el baile. El mariachi de Palma Sola toca un zapateado y casi toda la mesa se para. Marichuy no es la excepción: en Ostula la conocen bien, desde hace años, y es parte de la fiesta. «Ella es como parte de la comunidad» dice Teresa, «le tenemos confianza».
Las niñas y niños avientan huevos llenos de confetti, todos están alegres, vestidos de fiesta. La banda tradicional acompaña a los equipos de las escuelas que muestran los bailes tradicionales de la región, y el grupo Sacrificio Latino cierra el baile. Poco a poco, las mesas se levantan y la gente vuelve a sus comunidades, siempre junta.
Para Teresa, la alegría es doble: terminó su primera gran responsabilidad como Encargada de Xayakalan. La visita de Marichuy fue una gran fiesta y en Ostula, como en todos los pueblos indígenas, eso no es poco. La vida, la alegría y la memoria se reproducen allí. Las fiestas marcan el calendario de cada comunidad y todas y todos trabajan para hacerlas realidad. Como en la organización que requiere la defensa del territorio, en la fiesta se muestran todos los saberes y capacidades de un pueblo.
El 29 de junio, Xayakalan celebrará el noveno aniversario de la toma de tierras y la fundación del pueblo: «Nunca se olvida que es fiesta importante para la comunidad», dice Teresa. Se nota feliz y orgullosa. El cargo es pesado pero es también la oportunidad para que Teresa continúe haciendo lo que mejor sabe hacer: trabajar para defender la vida, la alegría, el territorio.
*Por Dante A. Saucedo y Regina López para Agencia SubVersiones.