Eso que pasa cada cuatro años #1
Nos encanta decir que la vida es “eso que pasa entre un mundial y otro”. Quizá sea demasiado. Pero la retorcida cabeza de los futboleros suele organizar su biografía ayudándose de datos irrelevante para cualquier otro ciudadano o ser vivo. Desde este apartado evocaremos por semana un grupo de esas pequeñas historias que parten de datos aleatorios, adheridos a nuestra memoria sin saber desde cuándo y que guardan sentido solo para aquellos que esperamos que ocurra eso que ocurre cada cuatro años: el Mundial.
Por Sebastián Tafuro para La tinta
Cada día falta menos para el inicio del Mundial de Rusia. El calendario nos indica que hoy estamos a menos de 90 días para que la pelota empiece a rodar en la cita más importante del año. Para ir calentando la previa, iremos narrando semana a semana algunas de las múltiples historias que han atravesado a la Copa del Mundo desde 1930 a esta parte. Hitos inigualables con protagonistas efímeros o perdurables que, sin embargo, comparten algo: haber sellado su nombre en el recuerdo de la competición insignia del mundo del fútbol.
El gran capitán
Diego Armando Maradona es el símbolo más importante de la Selección Argentina. Además, es uno de los grandes jugadores de la historia del fútbol y nosotros nos atrevemos a colocarlo como el mejor de todos los tiempos. Su primer gol en el 82, su expulsión contra Brasil, los goles a los ingleses, la Copa levantada en el 86, el tobillo maltrecho en el 90 y a su vez el “toma y hacelo” al Cani en el increíble duelo de octavos de final contra los brasileños, su regreso en el 94, el grito a la cámara contra Grecia, otro pase maravilloso frente al pedido de Claudio Paul y el “me cortaron las piernas” luego del dóping positivo. Sucesos más, sucesos menos, allí aparece condensado el recorrido de Diego por los Mundiales. Fueron 4 participaciones con un total de 21 partidos y 2 finales, de las cuales en una pudo festejar, siendo la segunda y última consagración argentina.
Pero más allá de eso Maradona tiene un récord único en la historia mundialista: es el jugador que más partidos jugó en una Selección siendo capitán de la misma. Con la excepción del 82, tiempos donde el liderazgo albiceleste obedecía a Daniel Alberto Passarella, Diego se calzó la cinta en el primer partido del Mundial 86 y no la soltó más hasta su triste adiós en 1994 luego de un total de 16 encuentros.
La tarde mágica de Oleg Salenko
Era un partido anecdótico. Camerún y Rusia, en su primer Mundial con esta denominación tras la caída de la Unión Soviética, jugaban el 28 de junio de 1994 en San Francisco ya eliminados de la Copa del Mundo que se estaba disputando en Estados Unidos. Los africanos – que venían de llegar a cuartos de final en Italia 90 – habían empatado con Suecia y perdido con Brasil. Los rusos cayeron en sus dos presentaciones. Sin embargo esa tarde entraría en la historia grande del fútbol.
A los 15, a los 41 y a los 44, este último de penal, Oleg Salenko se anotó en la red y decretó un primer tiempo de goleada 3 a 0 ante Camerún. En el inicio del segundo tiempo el inoxidable Roger Milla descontó y se convirtió en el jugador más veterano en hacer un gol en la Copa del Mundo. Aunque ese récord inolvidable no opacaría lo que estaba destinado a ser la gran jornada del delantero ruso, que en ese entonces jugaba en el Logroñés de España. Otros dos tantos lo llevaron a un quinteto único e insuperable hasta el momento. Luego Radchenko pondría el 6 a 1 definitivo. Con el gol anotado en el duelo ante Suecia, además Salenko compartiría la Bota de Oro con el búlgaro Hristo Stoitchkov.
La máquina de hacer goles con el final más triste
La Selección de Hungría era gran favorita a quedarse con el Mundial 54 a disputarse en Suiza. Los húngaros, de la mano del crack de Ferenc Puskas y de un gran equipo en general, venían de ganar los Juegos Olímpicos del 52 y tenía una racha de 28 partidos invictos antes de comenzar la cita mundialista.
En el inicio de la competencia lo de los húngaros sería descomunal. Compartían grupo con Turquía, Alemania Federal y Corea del Sur. Los dos cabezas de serie designados a dedo eran Hungría y Turquía. La reglamentación impuesta indicaba que ambos no se enfrentarían como así tampoco habría cruce entre los dos que no lo eran. En ese sentido, a Hungría le tocó enfrentar a Corea del Sur y a Alemania Federal. Da escozor mencionar los resultados pero las victorias fueron de otra dimensión: 9 a 0 y 8 a 3. Un paseo inmoral. Sándor Kocsis a esa altura tenía 7 goles.
Los cuartos de final lo enfrentaron con Brasil y, aunque más trabado, fue un 4 a 2 sin atenuantes. En las semifinales repetiría el resultado contra Uruguay. Los últimos finalistas fueron liquidados por el fútbol total de los húngaros. Así llegaría a una final que se preanunciaba como un trámite ante Alemania Federal. Sí, el mismo equipo que se había comido 8 goles en la primera fase.
Los alemanes, pese a aquella espeluznante goleada en contra, habían tenido un gran desempeño. Golearon 4 a 1 a Turquía y volvieron a vencer al mismo equipo en el desempate por el segundo puesto del grupo con un contundente 7 a 2. Un 2 a 0 en cuartos a Yugoslavia y un 6 a 1 a Austria en semis lo depositaron en el duelo decisivo. Los 25 goles húngaros tenían una contraparte no tan lejana de 22 anotaciones por parte de sus rivales.
A los 8 minutos Hungría ganaba 2 a 0. Sin embargo Alemania iba a llegar a un pronto descuento y antes de los 20 minutos había igualado el partido. Comenzaba a gestarse el denominado “Milagro de Berna”. A 6 minutos del final, un tanto de Rahn le permitió la gran celebración a los alemanes, en lo que sería la primera conquista mundial de su riquísima y posterior historia (que incluiría otras 7 finales y 3 nuevos títulos). Para los húngaros una posibilidad frustrada que nunca volvería a repetirse. Se quedarían simplemente con el récord de ser el equipo que mejor promedio de gol tendría en una competencia semejante: 5,4 goles anotados por partido. Y Kocsis sería el goleador con 11 tantos.
43 años no es nada
“Rápido que entras”, le dijo Jose Néstor Pekerman a Faryd Mondragón. El arquero colombiano de 43 años y 3 días veía como su equipo convertía el tercer gol del 3 a 1 frente a Japón en el último partido de la primera ronda de Brasil 2014. Faltaban 6 minutos para terminar y Pekerman decidió darle la oportunidad que lo hizo entrar en la historia: ser el jugador más veterano en disputar una Copa del Mundo superando los registros del camerunés Roger Milla.
Faryd, además, iba a encontrar otro récord en la competencia: es el futbolista con el mayor periodo de distancia entre Mundiales disputados. Jugó en 1998 y volvería a hacerlo 16 años después. Una leyenda viviente del fútbol colombiano.
Más minutos y ninguna flor
Paolo Maldini fue un defensor extraordinario. En el Calcio obtuvo más de 1000 presencias y es el hombre récord del Milan, club en el que jugó toda su carrera y en el que obtuvo nada más y nada menos que 26 títulos. En la Selección italiana sólo fue superado en cantidad de participaciones por Fabrizio Cannavaro en 2009.
La Azurra es para Maldini un sinónimo de la gloria no alcanzada. El notable jugador se destacó en los Mundiales jugando cada segundo desde 1990 hasta 2002. Fueron 23 partidos con un total de 2217 minutos, un número inalcanzable hasta el momento. Superó a Lothar Matthaus que, de todas formas, es quien más encuentros jugó con 25. Sin embargo el notable zaguero nunca pudo levantar una Copa del Mundo con Italia y terminó siendo la gran cuenta pendiente de su carrera. Fue tercero de local en el 90, perdió por penales la final del 94 ante Brasil, otra vez los penales lo derrumbaron en cuartos de final contra Francia en la cita gala del 98 y en el 2002 un afano surcoreano avanzó sobre Italia en octavos de final.
*Por Sebastián Tafuro para La tinta