Ojalá que nunca abortes
Por Cecilia Solá
Ojalá que nunca abortes. Ojalá que si quedás embarazada sea una decisión pensada y sentida, que tengas una gestación serena, disfrutando de los cambios en tu cuerpo y en tu espirítu, sabiendo que no estás sola y que quienquiera sea tu compañerx de vida en ese momento, disfrute a tu lado los miedos y los sueños.
Ojalá nunca tengas que hacerte un aborto porque querés tener un hijo, porque lo decidiste, porque sentís que es lo mejor que te puede pasar, no porque te violaron, no porque tu mamá te exige nietos, tu marido descendencia, la sociedad que seas una incubadora andante.
Ojalá nunca tengas que hacerte un aborto. Pero si tenés que hacerte un aborto, ojalá no sea en una pieza sucia, con gente que te trata mal, te juzga y te cobra por eso.
Que no sea en condiciones infrahumanas, sola y con miedo, porque todos los que nunca te ayudaron a no quedar embarazada ni te ayudarían si decidieras parir, aun contra tu voluntad, dicen que estás cometiendo el último pecado y el imperdonable delito: decidir sobre tu cuerpo, negarte al mandato que te impone parir, parir, parir, no importa si no querés, no importa si no podés, no importa si te violaron o te escondieron los anticonceptivos o si, simplemente, sentís que no estás hecha para eso, que a vos no se te activó el chip que insisten en llamar instinto maternal y es solamente imposición cultural.
Ojalá hermana mía, amiga, hija, alumna, colega, adversaria, que nunca tengas que hacerte un aborto. Pero si tenés que hacerlo, si querés hacerlo, que sea tu derecho ir a un centro médico limpio y seguro, con profesionales que no cuelguen una cruz en la entrada del quirófano, ni quieran enterrártela en los ovarios. que no te miren con rabia, que no te digan que te calles, que te quedes quieta, que te jodas.
Porque no hay pecado ni delito en la autonomía de nuestros cuerpos, no hay pecado ni delito en las decisiones sobre nuestras cuerpas, no hay pecado ni delito en nosotras sino en ellos, hacedores seriales de hijxs que nos inoculan en contra de nuestra voluntad, repetidores del antiguo mandato, parir o morir. O parir y morir, que para algunas fue lo mismo.
Ojalá nunca tengas que hacerte un aborto, pero si tenés y querés, ojalá nuestra lucha haya dado fruto y sea legal, seguro, gratuito y en el hospital. Ojalá que si tenés y querés hacerte un aborto, tu historia sea distinta.
*Por Cecilia Solá / Foto: Lucía Prieto.