Maru Acosta: «Le vamos a torcer el brazo a la justicia machista»
Por Cobertura Colaborativa #AbsoluciónParaDahyana
En marzo de este año el Tribunal Superior de Justicia sentó un precedente sobre el resto de las cámaras y determinó que el crimen de Paola Acosta, ocurrido en Córdoba en septiembre del 2014, fue femicidio.
El 17 de septiembre de 2014 Paola y su beba Martina, de un año y nueve meses, desaparecieron. Gonzalo Lizarralde las había pasado a buscar por el departamento en el que vivían. Cuatro días después, las encontraron tiradas en una alcantarilla. Paola estaba muerta y Martina viva.
Con la hermana de Paola a la cabeza, la familia, organizaciones sociales y políticas encararon una lucha por justicia que significó un triunfo para la lucha feminista. En el marco del juicio en contra de Dahyana Gorosito, acusada de un crimen que no cometió, dialogamos con Maru Acosta para que nos cuente cuál es su experiencia y recorrido con la Justicia machista que cada tanto, se deja poner los anteojos violetas.
«Justicia por Paola es que ninguna mujer tenga que pasar por esto»
Córdoba agobia. Luego de subir un millón de escalones hasta nosotras, Maru se sienta, respira, y empieza a hablar. Nos dice que habla mucho, que la frenemos si nos hace falta, pero nosotras sólo nos dedicamos a escucharla.
La claridad que brota de sus palabras, la entereza de una mujer luchadora que sufrió tanto, que perdió a su hermana, que casi pierde a su sobrina y que luego tuvo que transitar los pasillos del Poder Judicial de Córdoba durante meses para que éste reconozca que el asesinato de Paola fue un femicidio y para sentar uno de los precedentes más importantes para la lucha feminista de la provincia.
Su historia se une también a la de Dahyana Gorosito, acusada de “omitir” salvar a su beba del femicidio cometido por su pareja y padre de Selene. Las palabras de Maru Acosta buscan llegar a ella y a todas las que luchamos por su absolución, una palabra autorizada por la experiencia y la fuerza.
—Contanos un poco sobre el recorrido como familia y las estrategias para que un caso de violencia hacia las mujeres o femicidio, logre llegar a la opinión pública y a los medios e influir en las decisiones de un Poder Judicial que sabemos es machista y patriarcal.
—Creo que primero hay que apelar a las distintas organizaciones de la sociedad, organizaciones sociales, civiles, independientes y por supuesto a los medios comunitarios que son quienes levantan verdaderamente la versión que nunca se oye, que es la versión en primera persona de quienes están sufriendo en carne propia la injusticia, en este caso tiene nombre y apellido y es Dahyana Gorosito.
La condena social fue muy grande, sin siquiera haberla escuchado una sola vez, y ahora que pudimos escucharla antes del juicio y después en la audiencia, que tuvo la oportunidad de poner en palabras todo lo que le había pasado, eso es lo más importante, y nosotras tenemos que encargarnos de que llegue a todos lados para que se sepa efectivamente que pasó con Dahyana, que pasó con Selene, que pasó esa noche en la que su vida dio un giro completo.
Desde el caso de Belén en Tucumán aprendimos que no hay un sólo discurso y que nosotras tenemos una potencia muy grande en nuestras voces cuando las unimos y salimos a reclamar todas juntas en las calles, para poder hacer vivo ese reclamo para que no pase desapercibido. No es casual tampoco que en la última marcha del 25 de noviembre haya sido uno de los reclamos que tomó más fuerza, todas pedimos por la Absolución de Dahyana Gorosito. Y logramos en todo este tramo, que ella pudiera esperar el juicio en libertad, luego de haber pasado un año en prisión preventiva, creo que eso no es menor, y que a pesar de todas las trabas que se pusieron desde un inicio, es fruto de la gran pelea que llevan adelante la Mesa de Trabajo (por la Absolución de Dahyana) pero también por el apoyo de todas las otras organizaciones, ya sean sociales, políticas, partidos. Lo que nos hace fuertes es esa unión en la diversidad que venimos sosteniendo, porque lamentablemente a la violencia machista no la vamos a vencer de a una, sino por el trabajo colectivo.
A la justicia poco le importa lo que pasa con las Dahyanas, las Paolas o las Yamilas, y todo lo que influye en su vida un tipo de juicio como este, pero creo que nosotras las mujeres sabemos, en primera instancia y por haberlo vivido, por haberlo hecho carne y por haberlo escuchado en distintos juicios o en los Encuentros de Mujeres, de muchos casos como éstos que tienen una raíz en común que es, no sólo un sistema, sino también las instituciones en las que se apoya, y una de esas es la justicia, que a través de sus fiscales que hacen la mirada gorda o que investigan lo que quieren investigar y se olvidan de los numerosos tratados que hemos firmado a nivel internacional, de los protocolos de acción que temos, de la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) para abajo, y que deciden deliberadamente dejar de lado en pos de la mirada sesgada que tienen, que es la mirada machista y patriarcal que siempre ha predominado en la Justicia y que estamos logrando torcer a raíz de distintos fallos.
Creo que la incorporación del agravante “violencia de género” en el artículo 80 inciso 11 (del Código Penal de la Nación) fue un primer puntapié para esa pelea, que acá en Córdoba la primera vez que se aplicó fue en el caso de Julia Torres en 2014, un mes después de que muriera Paola, y fue el primer juicio que salió con el agravante de femicidio, y yo creo que eso fue el fruto de la gran pelea que fuimos dando y a raíz de cómo sensibilizó a toda la sociedad lo que pasó con mi hermana y con Martina.
No porque sea mi hermana, sino porque creo que en la sociedad hubo un llamado de atención a raíz de lo que a ellas les pasó, y las instituciones no pudieron ya hacer la vista gorda durante más tiempo. A raíz de esto comenzaron a salir más juicios y fallos interesantes, llegando al fallo del Tribunal Superior de Justicia y a partir de ahí todos los casos que hemos acompañados desde la Asamblea Ni Una Menos y otros que han sido investigados como femicidios. Esto es un avance muy importante porque significa que estamos previniendo, visibilizar que hay un problema significa también prevenir porque significa que tenemos que seguir exigiendo que se tomen medidas para que no se llegue de nuevo a este punto.
El de Dahyana lamentablemente no corrió con esa misma suerte por todo el discurso hegemónico que hay por detrás, los medios tienen una gran influencia en todo lo que se hace desde la Justicia, y este caso estuvo sesgado por una mirada, que fue la mirada que trató de instalar la familia del progenitor de Selene y creo que eso fue lo que influyó mucho en cómo se investigó el caso.
—¿Cómo fue el momento de recibir la primera condena para Lizarralde por Homicidio agravado por alevosía, que aunque llevaba cadena perpetua, no reconocía la violencia ejercida por él durante tanto tiempo hacia Paola y Martina? ¿Cómo fue pensarse como familia en esa lucha por el reconocimiento de esa violencia sistemática?
—Creo que eso se resume bastante en una frase que para mí quedó hecha carne desde el momento en que fue todo lo de Paola, que “Justicia para Paola” no es sólo que Lizarralde esté detenido y tenga una condena, que en este caso era perpetua, sino que “Justicia para Paola” es que efectivamente, a ninguna mujer más le pase lo que le pasó a ella.
El reconocimiento y aplicación del agravante de femicidio del Art. 80 inciso 11 es importante a los fines de visibilizar un problema. Ya lo dice Marcela Lagarde, pero lo podemos aplicar a todos los estamentos de la vida “lo que no se nombra, no existe”: si nosotras no decimos que un femicidio fue justamente eso, para las instituciones en las que hoy se perpetúa la violencia de género, eso no existe y no tienen que hacer nada al respecto. “Justicia para Paola” es que cuando una mujer esté sufriendo violencia de género y acuda a una de estas instituciones pueda tener una respuesta.
Es muy difícil para una familia tener que atravesar la instancia del juicio, en este caso particular en donde estamos hablando de la muerte de una de las personas, me imagino que para Dahyana también durante todo el tiempo que ha tenido que escuchar sobre la muerte de su hija y qué pasó en ese momento, cuando ella tiene muy en claro lo que ocurrió durante esas horas tan terribles que le tocaron vivir. Muchas de las familias se conforman con una pena porque es reparatorio, de alguna forma, que quien hizo tanto daño reciba una condena. Pero nosotros también entendimos que teníamos que ir más allá y poder registrar porqué pasó lo que pasó. Darnos una respuesta, desde lo individual, pero también hacia toda la sociedad, para que la muerte de Paola no fuera en vano.
Nosotros nunca fuimos en busca de venganza o de sangre, sino que buscamos un poco de sentido de justicia y “seguridad” para la vida de Martina, de Agustín y de Tomás porque pensábamos también en su futuro en ese momento, pero por sobre todo buscábamos crear algo para que nadie tuviera que sufrir la angustia que sufrimos nosotros. Si nos quedáramos con que un par de papeles que dicta el Tribunal Superior de Justicia van a solucionar un problema estaríamos muy equivocadas porque es la presión constante que estamos ejerciendo cuando salimos a la calle los 3 de junio en el Ni Una Menos, los 8 de marzo, los 25 de noviembre y cada vez que salimos a repudiar un femicidio o un acto terrible como lo que le sucedió a Belén en Tucumán, o lo que le sucedió a Dahyana acá en Córdoba. Si nosotras dejamos estas instancias, esos fallos van a caer en el olvido y van a seguir sin aplicarse como estaba en su momento el Artículo 80, no es casual que se haya empezado a aplicar después de lo que pasó acá en Córdoba, y también a nivel país.
El caso Mangeri (femicida de Ángeles Rawson) fue un precedente importante que usamos en el juicio, y cuando salimos de ahí al otro día nos pusimos a hacer la casación, y nos sentamos a estudiar con un millón de libros para poder presentar en diez días una apelación. La justicia no nos acompañó, el fiscal de la causa no lo hizo, y por primera vez se aceptó que un querellante pudiera hacer una casación particular.
—La lucha de Dahyana está intrínsecamente ligada a la de tu familia, ya que fue el fallo Lizarralde, que amplía la interpretación sobre violencia de género y obliga al poder Judicial a tener perspectiva de género, fundamental a la hora de revisar la causa de Dahyana y elevarla a juicio. Ambas están unidas no sólo por la tragedia, sino también por la posibilidad que ese fallo le dio a ella de que se revisen los procedimientos y se le diga a los fiscales que tienen que escuchar la voz de ella, algo que hasta el momento no habían hecho.
—Totalmente. Y lo bueno que tiene en ese sentido, a pesar de la tragedia terrible que le sucedió a Dayhana -porque no me puedo imaginar lo que debe ser perder una hija de ese modo- es que ella puede contar su versión y puede también con sus palabras expresar todo lo que sucedió. Es una “ventaja” que está teniendo ante una institución que muchas veces se tapa las orejas en ese sentido.
Creo que el fallo del Tribunal Superior de Justicia no es casual, y responde a toda una pelea social que venimos dando, que ha sido muy importante. Yo hago mucho hincapié en eso, en lo colectivo, porque creo que una persona sola no puede generar un cambio grande, son muchas la que lo efectúan, muchas tirando para el mismo lado.
Honestamente en perspectiva del juicio de Dahyana es muy difícil ver qué esperar de la Justicia después de los alegatos y en una sentencia, pero creo que lo que sí podemos esperar de este lado es mucha resistencia o mucho apoyo según haga falta.
Que no quepa duda y que lo sepa también la Justicia, que no vamos a permitir que encarcelen con esos parámetros que atrasan 100 años a una compañera más, a una mujer más que tuvo que pelearla como pudo y hasta donde pudo, por su vida y la de su hija.
—¿Cómo fue la experiencia de ustedes en relación a los medios hegemónicos?
—Tuvimos una relación atípica y dispar creo yo, en relación a los demás casos. Acá en Córdoba y también en Capital, el apoyo fue generalizado. Para ponerlo en términos más coloquiales, muchísima buena onda y predisposición para todo lo que necesitáramos. Desde la difusión hasta la cobertura del juicio. Notas prácticamente todos los meses y creo yo que no muchas familias tuvieron la oportunidad de tener una cobertura así, donde no se juzgara a Paola. No se juzgó su vida, no se hizo hincapié prácticamente en nada de eso para buscar culpables. Tuvimos suerte en cuanto al tratamiento y mucho tuvo que ver Martina, porque no sé si hubiera sido lo mismo si Paola sola hubiera corrido la suerte que corrió. Es triste decirlo en esos términos, pero la experiencia nos indica eso.
Es lamentable que en muchos medios no se haya incluido de manera pareja la perspectiva de género. Creo que es importante pensar una comunicación con perspectiva de género, debería estar incluida en todas las currículas, pero todavía tenemos que seguir dando esa batalla.
En el caso de Dahyana es lapidario porque generó un discurso que reprodujo toda la sociedad y lo que nosotros necesitábamos era el apoyo para que se pudiera escuchar lo que pasó Dayhana. Por eso no es casual que la voz de ella la hayamos escuchado hace muy poco tiempo. Habla también de esa mirada que nos falta incorporar, a los comunicadores y sobre todo a lxs editorxs, con el fin de vender una noticia tratamos de pintar tragedias del lado equivocado. Muchísimas veces y en el caso de Dayhana fue una presión importante para que se pudiera determinar la prisión preventiva que se dio en un momento, si se hubiera escuchado su versión no hubiera padecido un año en prisión.
—Este último año y medio la mayoría de los juicios que tienen que ver con femicidios o perspectiva de género, han tenido jurados populares, ¿ustedes qué experiencia tuvieron?
—El artículo 80 exige jurados populares en los casos de homicidios con agravantes como el femicidio. Antes no pasaba porque no se aplicaba, íbamos a juicios en los que nosotras pedíamos pero se juzgaban como homicidio simple. Han salido en libertad femicidas porque les daban 4 años después de haber prendido fuego a su pareja.
Yo lo veo con mirada positiva porque habla de la gente dentro de un sistema judicial que es muy hermético, donde no se puede hacer un balance ni negativo ni positivo en cuanto a su accionar y esa impunidad muchas veces se convierte en autoritarismo y así, muchas veces salen fallos sumamente injustos.
Creo que la incursión de la gente como jurados populares es muy importante. Muchas veces los jurados son parte de la sociedad y reproducen un discurso hegemónico, en este caso es importante por eso que se haya podido quebrar en algún punto el discurso hegemónico de los medios, no todos, porque algunos no se van a caer tan fácilmente pero que haya podido hacer ruido el discurso de las organizaciones sociales, el de la propia Dahyana, es importante sobre todo en estos caso.
El próximo martes 19 de diciembre, se realizarán los alegatos en el juicio contra Dahyana Gorosito y Luis Oroná. Quizás, después de esa larga jornada, se dé la sentencia. Las organizaciones que apoyan a Dahyana esperarán fuera de Tribunales II con música, alegría y esperanza. Siguiendo paso a paso el proceso como hasta ahora durante estas tres semanas.
Dayhana sabe que no está sola, y que somos muchas las que la esperamos para darle ese abrazo, en libertad, que ella espera. Como nos explicó Maru, Paola no murió en vano, nos enseñó que, en esta lucha no estamos solas y cada paso que damos es un avance gigante para la lucha de las mujeres. Paola, y Martina, nos enseñaron a creer en nosotras, en nuestra fuerza, en nuestra voz. Hoy, todas somos Dahyana.
* Por Cobertura Colaborativa #AbsoluciónParaDahyana / Imágenes: Colectivo Manifiesto.