Llamado a las tribus

Llamado a las tribus
26 noviembre, 2017 por Redacción La tinta

¿Y si fuera cierto que se viene la más oscura de las noches? Quizás sea buen momento para prender la esperanza. No sé, quedarse y proponer un nuevo modo que vaya por fuera de lo de siempre. Qué sé yo, dejar poemas en los rincones y cosas así.

Pienso, quizá lo mejor sea permanecer optimistas, despiertos, atentos, tranquilos. Demasiada tesis en historia cargamos sobre el lomo como para que nos sorprendan tan fácilmente.

Y si se viene la noche, pues que se venga. Confiemos en los cimientos de la casa. En la memoria de un pueblo castigado. En las nuevas generaciones. Ahora la batalla se libra en la belleza. Hay que salvaguardar la inocencia. La mente joven.

Hay que defender con uñas y dientes la “Alegría”. Y cuando digo, “Alegría”, hablo de lo que se cocina acá abajo, entre nosotros, en el barrio, con puchero. No hablo de la alegría que ahora se dice con globito y con gurú. Digo la “Alegría” en serio, con todas las especias.
Y para que termine de arraigar esa alegría hace falta proteger lo esencial, la Tierra, el Monte, para sembrar, criar, crear, desconectarse, contemplar la maravilla de lo existente. Los Pueblos Originarios. El barro de la infancia. Hace falta un país de gente sana al que no se lo esté fumigando en los campos. Al que no le envenenen el agua a cuenta del progreso y se lo alimente a puro producto alterado que lo ate al negocio de la industria farmacéutica.

Hace falta pensar un poco más la Educación. Creo en aprender interactuando con el otro. En los recreos. Viajando. En educar para entender que existen otras realidades. Para ser libres de elegir lo que realmente queremos ser, lo que nos conmueve, nos identifica. El no tener opciones atenta directamente contra la felicidad. Por eso es bueno que se empiecen a escuchar las otras voces, las del interior, las acalladas, las marginadas y no el solo discurso mediático que nos machaca en la cabeza, en lo taxis, en los colectivos, en la mesa familiar, su versión de la realidad, la cultura, nos manosea la democracia, nos inventa el miedo, nos distancia.

Nosotros somos pueblo, con sus matices, sus diferencias, sus contradicciones, pero somos pueblo. Mostremos el barrio, el país, el mundo, el tiempo que somos, que queremos ser. Con respeto, con oficio, vocación, con arte y rebeldía, con huerta, con trabajo comunitario, recuperando monte, con juntada, con guitarra y con canchita, con sano deporte, pasión, con comprensión y sin dogmas, construyendo, fabricando, con ciencia y tecnología a conciencia, con buen alimento, con buenos contenidos, con menos pantallas, con buenos deseos, protegiendo lo que se ha logrado, mejorando lo que hay que mejorar, con memoria, autocrítica, con tierrita dentro.

Cada uno desde el lugar que le toque, obrero, operario, campesino, empresario, docente, creador, pensador, hombre, mujer, adolecente, niña, niño. Con “Amor”, y cuando digo “Amor”, lo Digo con Mayúscula, entre todos, volviendo a la tierra, siempre volviendo a la tierra.

Pienso que no se trata solo de un tipo detrás de un escritorio presidencial. Se trata de hacernos responsables como pueblo, como cada uno. No se trata solo de un país al sur del continente. Se trata de Latinoamérica, de los pueblos oprimidos por la guerra. Se trata de todo, de hacer un pequeño clik. La elección es simple: Humanidad o poder mezquino. Belleza o capitalismo. Naturaleza o saqueo. Comunidad o desprecio. Emancipación o conquista.

Cuánta maravilla ocurriendo en este tiempo nuestro. Cuánta nueva expresión. Cuánta belleza aflorando a los márgenes del sistema, en los lugares más impensados, en los ojos de nuestros hijos. Por eso salimos a los patios y bailamos. Por eso salimos a las calles y cantamos, soñamos, pensamos un futuro, para que esa lumbre nunca se apague. Para que “Siemprebrille”.

Texto: José Luis Aguirre

Foto: Colectivo Manifiesto

Palabras claves: José Luis Aguirre

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