En año electoral, seguir repensando el voto electrónico
A raíz de la manipulación del escrutinio de votos sucedido en las últimas PASO, en el que lo resultados definitivos estuvieron tiempo después cuando ya nadie los esperaba, desembocamos en un momento donde la transparencia del sistema electoral se ve cuestionada. Una vez más, la confianza en las instituciones electorales está bajo la lupa y el voto electrónico aparece como la panacea digital democrática, la solución a todos los problemas políticos que nos acechan. ¿Pero a quién beneficia el “progreso” que lo digital nos otorga?
Por Quilomba! para La tinta
En nuestro país, el voto electrónico apareció hace pocos años como una supuesta solución mágica. Modernización y primermundismo que llega a erradicar la vieja y “arcaica” elección. Los discursos del actual oficialismo, y de algunos otros partidos más, se encuentran atravesados continuamente por las ansias de usar tecnologías digitales para solucionar problemas humanos. Como si la tecnología tuviera entidad propia y avanzara por fuera de quienes la impulsan y producen. Como si el hecho de que algo fuera moderno, necesariamente lo hiciera mejor.
Las invenciones tecnológicas son humanas y, como tales, también son políticas. Están impulsadas, programadas y diseñadas para realizar solamente lo que sus fabricantes definan. La producción industrial de tecnología sigue teniendo como principal benefactor a sus fabricantes y nadie más. Las empresas privadas que ofrezcan sus servicios al Estado para fabricar urnas digitales, siguen teniendo composiciones accionarias desconocidas, cúpulas empresariales propias. No importa cuantas veces cambien el nombre del sistema o lo disfracen: licitar el sistema electoral implicaría necesariamente privatizar la democracia.
No conocer la programación de las máquinas de voto electrónico, falsamente llamadas impresoras, las hace opacas. No solo cerradas a la ciudadanía, sino incluso a quienes podrían llegar a auditarlas. Informáticos y especialistas en seguridad de sistemas advierten que aún conociendo el código, no sería suficiente para asegurar legitimidad. Abogados, politólogos y demás profesionales insisten que un sistema que no es transparente a cualquier ciudadano pone en riesgo el secreto del voto. Dando lugar a que el votante crea que su voto puede ser averiguado, exponiéndolos al clientelismo y a la coerción.
Durante el intento de implementar el sistema de voto electrónico a nivel nacional, las audiencias para la reforma electoral fueron el principal espacio de discusión. Grupos de ciudadanos de la sociedad civil presentaron ante legisladores los argumentos sólidos, basados en evidencia y en el consenso de la comunidad científica: el voto electrónico no es compatible con la democracia. Incluso la palabra de las universidades nacionales poco pareció importar, refutada con acusaciones constantes que intentaban invalidar a los expositores. ¿Pero cómo contrarrestar un discurso que intenta imponerse en base a datos falsos, erróneos e intencionalmente manipulados?, el que grita más fuerte no tiene razón, pero más gente lo escucha. Y como dice el periodista Ricardo Ragendorfer: “En mi barrio, la posverdad se llama mentira”.
En este marco de necesaria discusión, nace el documental “Caja Negra”, que a partir del testimonio de informáticos, abogados y politólogos, traza el mapa que el voto electrónico ha recorrido en Argentina y el mundo. «Un film para entender la reforma electoral y por qué el voto electrónico no va a poder solucionar los problemas de la política», explican en la web.
Según describe la sinopsis, «junto a una comunidad que viene advirtiendo sobre los riesgos que corre la democracia, se reconstruye el entramado que atraviesan las decisiones para implementar las reformas electorales en Argentina y el mundo. El documental ‘Caja Negra’ provee una mirada íntegra de los sistemas de votación con voto electrónico y la falta de transparencia que introducen. Un breve repaso del sistema electoral argentino y de cómo garantizar el alma de la democracia en un sistema transparente».
Una de las productoras de este documental es Fundación Vía Libre, que desde hace más de una década, entre otras cosas, trabaja en la elaboración de una mirada crítica y documentada sobre la implementación de tecnologías en los procesos electorales, advirtiendo a la población sobre los riesgos inherentes a la utilización de sistemas de voto electrónico.
El film producido también por Un Viaje y Quilomba!, con el apoyo de Heinrich-Böll-Stiftung, tuvo un estreno simultáneo en redes el jueves 12 de octubre a 19 hs.
Para poder aportar al debate político recordando los derechos ciudadanos que damos por asumidos y que las urnas electrónicas nos pueden quitar; el hecho de hacer un material con atribución Creative Commons no es solamente un acto político, es también una manera de salvaguardar la circulación libre. De otorgar la transparencia que las empresas de voto electrónico no están dando a sus sistemas. De demostrar que existen realidades, datos medibles, evidencias y no solamente la creación de ruidos para confundir. Otorgarle a la cultura un devenir autónomo, un camino propio. Que pueda construir otro proyecto de realidad desde las prácticas de vida cotidiana. La producción audiovisual es cultural, es política. Y acompaña una batalla, no solo produciendo información y contenido, sino creando sentido.
*Por Quilomba! para La tinta.