Algo sobre Messi, su hermano y «el medio futbolero»
A nadie le resultó sencillo pasar el trago de sufrir para clasificar a este Mundial. Pero menos al tipo que cree que el «10» y capitán es un jugador de Play Station. Finalmente, podemos disfrutar de otra Copa del Mundo, a la que accedemos tras un complejo proceso, de múltiples aristas, y un triplete decisivo en Ecuador.
Por Anibal Abt para La tinta
En líneas generales, al tipo que el fútbol sólo le importa para tener alguien (un rival) a quien gastar o a quien putear (uno o varios propios), le gusta improvisar en las definiciones. Entonces, Lionel Messi, después de su gran actuación en Quito, pasó a ser “el pelotudo al que hay que apurarlo para que se parezca a su hermano español”.
A ese ser, el “medio futbolero”, no le interesa el argumento aquel que reza que el fútbol es un juego. En el PES eso no pasa, seguro. El otro medio futbolero es el que se atrevió a decir, tipo Anamá Ferreira, que no se iba a organizar una Copa para que no vaya Lio. “Si hasta estuvo Infantino” tiró, sin justificar mucho después del 0-0 con Perú en cancha de Boca.
El capitán no estuvo en 8 de los 18 partidos de la selección y el equipo sólo ganó uno de esos diez encuentros. Edgardo Bauza no pudo festejar sin el “10” en el terreno de juegos y, hace algunas pocas semanas, encontró allí una excusa (un fundamento, en todo caso) para su marca durante lo que casi fue un interinato (en la gestión del interventor, Armando Pérez) al frente de la selección.
El “Tata” Martino recién encontró el triunfo al cuarto juego sin Messi, en el arranque de esta Eliminatoria: 1-0 en Barranquilla, con gol de Lucas Biglia. ¿Alcanza con él (su ausencia) para justificar la angustia absorbida para lograr clasificar a Rusia 2018? Obviamente que no.
Los ¡45 jugadores! que tuvieron minutos son el botón de muestra de la gran cantidad de cambios ensayados. Mientras se jugó la Eliminatoria, Gonzalo Higuaín se convirtió en el jugador que más goles convirtió en una temporada en el Calcio italiano. Pero con la celeste y blanca, rumbo a tierras rusas, sólo le hizo un gol a Perú. Y mientras Sergio Agüero se transformó en el extranjero más goleador en el Manchester City, no aportó ningún grito en este camino.
Durante la próxima Copa del Mundo, el rosarino cumplirá 31 años. Seguramente sea su último torneo ecuménico en plenitud. El malestar argentino por las finales perdidas (¿se acuerdan?) casi nos hizo perderlo en el equipo nacional, después del mal trago en la Copa América de Estados Unidos.
Cansado de las críticas e internamente renegando que a cada paso aparezca Maradona, se apuró en decir que no jugaba más en la selección al concluir (con caída, por penales) el torneo en el que había superado a Gabriel Batistuta como máximo goleador histórico.
El proceso post Julio Grondona fue demasiado para los dirigentes nacionales, acostumbrados a levantar la mano. Porque ni Luis Segura ni el propio Pérez hicieron un pequeño esfuerzo para que, una vez afuera de la conducción, se sostengan a Martino y Bauza, respectivamente.
Basta decir que don Julio sostuvo a Marcelo Bielsa después de volver en primera ronda de Japón y Corea. El “Tata”, acostumbrado a elevar discusiones a niveles futboleros interesantes, se fue con una carta que no supo a quién entregarle. Al “Patón”, mientras, lo operaron vía la “filtración” de mensajes de whatsapp.
En ese nivel de seriedad, no era lógico pero puede entenderse que Messi haya tenido su Eliminatoria más accidentada. Desde lesiones que o bien le impidieron arrancar en los primeros encuentros o se dieron en medio de una doble fecha, hasta una sanción que la FIFA sólo puso en práctica para un cotejo.
Terminó, así y todo, segundo detrás de Edinson Cavani entre los máximos artilleros. Jugó en un equipo que apenas superó el promedio de un gol por juego. Sólo Bolivia tuvo menos festejos que Argentina en los 18 cruces.
Cualquier niña de tres años sintió nombrarlo desde su nacimiento. Con sus intervenciones en Brasil, seguro. Pero fue en este partido del “pelotudo”, cuando más se pareció a su pariente, “español”, el que vio que su padre necesitaba un abrazo. Y fueron tres, finalmente.
La espera, con un entrenador que demostró superar a Alejandro Sabella en cuánto a los detalles que necesita tener en cuenta un equipo para cada compromiso, es que los festejos se repitan en Rusia. Una dirigencia a la altura, capaz de organizar algo más que un traslado a La Bombonera o una campaña de apoyo en redes sociales, es también necesaria.
¿Un gobierno nacional que intervenga menos? Ojalá. Ya demasiado presionó a los clubes demorando pagos que tenía asumidos del Fútbol Para Todos. Y eso fue antes de destruir de modo unilateral el programa, sólo por ser kirchnerista, que permitía ver con un tele y una papa los partidos todos los fines de semana. También presionó para que sean los clubes los que digan basta y así, una vez más, no pagar el costo político.
Respiramos por Messi, pero posiblemente se puede soñar con encontrar un conjunto. El capitán está pleno y eso es una ventaja. ¿Qué Gianni Infantino estuvo en Buenos Aires justo antes del cierre de las Eliminatorias? Seguramente, por eso se ocupó de llevarnos a un Mundial.
*Por Anibal Abt para La tinta