Sinestesia sexual, el arte de lo erótico
Prostíbulo Poético es una experiencia performática que exprime la multisensorialidad de la sexualidad humana, desterrando los tabúes y abriendo puertas a la exploración perceptiva. Este sábado el grupo celebra su aniversario con dos funciones en la Casona Municipal. Solange Coero Borga, quien dirige y actúa en la obra, conversó con La tinta acerca de esta propuesta estética, sensible y sanadora que a roce de caricias derrumba mandatos.
Por Julieta Pollo para La tinta
Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor mientras la violencia se practica a plena luz del día. Lo dijo Lennon que hizo de su arte filosofía y, como muchas veces, encerró en una frase simple los subterráneos brazos de la dominación. Y qué territorio más dominado históricamente que el cuerpo y la sexualidad que rezuma. Prostíbulo Poético, la primer obra que dirige la actriz, bailarina y performer Solange Coero Borga, es una apuesta a derribar los límites que histórica y socialmente se nos han hecho carne, para dar cauce al conocimiento, a la exploración y a la experimentación de nuestra propia sexualidad.
Esta obra propone diversos caminos para erizar los sentidos, los cinco sentidos, porque no hay experiencia más multisensorial que la sexualidad. «Por momentos bloqueamos algunos sentidos para estimular otros. La vista, el oído, el gusto, el tacto, el olfato… tenemos una investigación muy fuerte y puntual sobre la aromaterapia. Generamos una propuesta sinestésica y sobre eso hay una puesta escénica muy cuidada, acrobacias, literatura», comenta la bailarina.
—Después del éxito de Pabellón Turnú en el verano y ahora cumpliendo el primer aniversario de Prostíbulo Poético, puede verse entre las dos obras —y en tu carrera performática en general— una constante que es romper la distancia espectador-actor ¿Qué es lo más atractivo de esto?
—Cuando rompés la cuarta pared y tenés un contacto directo, esa persona tiene la libertad de responder como quiera. En Prostíbulo Poético lo dejamos claro: que la persona puede tener la opción de no ser estimulado si lo desea, y solicitarlo y pedirlo. Incluso en Pabellón Tornú si bien el público no era pasivo la obra la hacían los actores. En Prostíbulo… la obra la hace la gente, en el sentido de que no hay obra si no tenés a quién estimular. Si bien hay puestas escénicas, canciones y el lado mas teatral, 99% es el público.
Nos deja de la cabeza el hecho de que el público es muy variado, que todas las funciones hay una historia nueva que solo nosotros vemos, porque hay una parte en que el público está vendado y suceden cosas íntimas que quedan entre nosotros, porque ni ellos después saben con quiénes estuvieron. Y tenemos la suerte también de que van pibes y va gente de 70 años.
—El erotismo y la sexualidad son ejes que has explorado en varias obras a lo largo de tu carrera, ¿cuál es la potencialidad del trabajo sobre el cuerpo?
—Para mí el sexo es un ritual, es un arte, y tenés millones de formas de abordarlo. Encontrarme con experiencias de mujeres desde un lugar de la sexualidad tan pleno, tan divino, tan respetuoso… desaparece el hombre y la mujer. Un texto del Prostíbulo Poético dice ‘y ya no soy Luca y ya no soy yo, desaparece la conciencia de la separación de seres ‘. Es eso. Hay frases que de la obra que después quedan resonando en la gente, tal vez no texual pero les queda el significante. Eso es bellísimo.
—En este sentido y considerando que es un tema muy tabú sobre todo en determinados rangos etarios, ¿crees que la obra tiene una veta terapéutica?
—Totalmente. Sinceramente busco sanar y poder llegar a mucha gente que no la está pasando bien con su sexualidad y eso le requiere un gasto de energía zarpado en su vida. Cuando es algo que lo tenemos que honrar y disfrutar y ser plenos. Entonces, encontrarte con el agradecimiento de gente que te dice ‘mirá, yo tenía muchos mambos con el hecho de ver dos hombres y lo vi como algo tan bello, que gracias’, es genial. O pibes que van y se dan cuenta que responden a estímulos de chicos. A veces nos pasa que vivimos la forma que tenemos sexualmente porque es lo que nos gusta, pero en realidad no conocés otra cosa. Entonces es decir, sí, tal vez podemos responder más a ciertos estímulos que a otros pero hay un mundo que no conocemos. Es para registrar y explorar, entonces es una experiencia sanadora y terapéutica.
—Es tu primer trabajo en el que además de actuar, dirigís y producís. ¿Cómo fue el encuentro con estos roles?
—Vamos experimentando todo el tiempo. Cuando arrancamos eran grupos mínimos de veinte personas. La puesta escénica creció muchísimo y las propuestas sensoriales también, hay un gran trabajo y una gran inversión que es eso lo que a veces cuesta. El equipo de actores y las propuestas van rotando, por lo que encontrás siempre algo nuevo.
Además de dirigir, producir un espectáculo erótico requiere de muchísimo cuidado de la comunicación, de la selección que hacés de absolutamente todo, porque la línea es muy delgada. La comunicación por redes, qué palabras usamos, si ponemos esto en la gráfica o no, además de que las redes nos bloquean todo, nos censuran todo, entonces ¿cómo comunicamos esto?
Ser sexual
Solange nació en un pueblito del sur de Córdoba donde estudió danzas españolas, una de las escasas disciplinas artísticas que tenía a mano mientras estudiaba en una escuela técnica donde aprendió a vacunar y carnear animales —lo tiene mucho que ver, confiesa, con su vegetarianismo actual—. Fue una vez que migró a Córdoba que su vida dio un vuelco, casi por casualidad. Empezó a hacer fotos para los trabajos prácticos de la facultad de uno de sus más queridos amigos, Alejandro Aimetta, y de a poco fue descubriendo que toda la pasión que no le despertaba Turismo, que había empezado a estudiar, se veía potenciada con el camino artístico: «sentía que había algo muy fuerte ahí, que me llevaba a canalizar y a entrar en otro mundo que no era terrenal», recuerda.
A partir de ese momento comenzó a navegar comedia musical, expresión corporal y danza de diversos géneros a la par que iba construyendo su camino como artista de manera ecléctica, mixturando danza, teatro, performance y canto. «Mi idea es estar siempre alerta a todas las oportunidades y tener las herramientas para estar dispuesta y lista para realizarlas. Eso fue que me vaya encontrando cada vez más con mi identidad, que al comienzo fue mas ligado a lo corporal y a la danza. Hace dos años me encontré con mi maestro hermoso de la voz, Raúl Trento, y salió todo de mí. Siento que el trabajo con la voz me dio una seguridad que no me la dio ninguna otra práctica».
—El que tu cuerpo sea tu materia viva de trabajo a través de las múltiples disciplinas escénicas que proponés, ¿tuvo que ver en el camino de la alimentación conciente?
—El antes y el después fue parir, sin dudas. Después de tener el parto que tuve, que por suerte pude tenerlo en mi casa como quise y transitar el proceso del cuerpo, la recuperación después de comer placenta, un montón de cosas. Y desde que nació Sabino la firmeza y la convicción de saber qué mamá quería que tuviera, qué mamá quería que viera. No quería que viera una mamá trabajando en una oficina diez horas sintiéndome totalmente frustrada. Además de la influencia de Poly, que es un chabón super profesional y para adelante.
—¿Cómo viviste este transitar tu cuerpo desde la sexualidad y desde lo artístico durante el embarazo, el parto y la lactancia?
—El embarazo, el puerperio y la lactancia mueven muchísimas cosa emocionales, hasta podés volver a tener recuerdos que no los tenías registrados, revelaciones. El cuerpo es zarpado, tuve la suerte de sentirme muy a pleno durante todo el embarazo, haciendo shows con ocho meses, body painting. Me sentí muy bien siempre. El trabajo de parto fue alucinante, lo disfruté, no tengo registro de un dolor estilo ‘nunca más en mi vida quiero vivir esto’. Y después el post era sentir la necesidad imperiosa de volver a mover el cuerpo, por mi salud mental. Pero desde ese lugar fue la necesidad comunicar a partir de lo que sé, que es hacer arte. Entonces durante el embarazo fueron los trabajos de foto y performance que hice, después del parto publiqué algunas fotos —que me las censuraron porque se veía una teta—, tratar de comunicar lo que estoy viviendo.
El embarazo y el puerperio son los momentos más sexuales de la mujer porque el parto es un momento sexual. De hecho hasta se habla del orgasmo de parir. Al ser sexual, a la sociedad le conviene que eso se mantenga en un lugar prohibido, oculto o más estandarizado desde las instituciones. Desde la psicología reichiana, que es la que practico, se cree que una persona sexualmente libre es alguien que socialmente no podés manipular, y es así. Por eso nuestros hijos no tienen acceso a una educación sexual en la que se pueda comunicar el sexo como lo que es, algo sagrado.
—¿En qué otros proyectos estás trabajando actualmente?
—Además de Prostíbulo Poético estamos haciendo DesAmor, que es una historia de pareja representada en las cinco etapas del amor según la ciencia. Mi personaje es una psicóloga muy particular que va explicando estas etapas. Es una historia que toca la violencia de género, es una obra muy educativa que está buena para los adolescentes y para que vaya a escuelas.
—¿Cómo te llevás con la docencia?
—La docencia me encanta. Encontré el formato de clase que más feliz me hace, de la forma que más llego a la gente, y veo procesos y crecimientos zarpados en muy poco tiempo. Me siento muy agradecida hacia quienes elijen venir a mi espacio. A diferencia de lo que tuve en mis inicios donde la enseñanza era desde la copia de lo de afuera, más aún en el nicho del musical que es todo Broadway, mi búsqueda con los alumnos es que se encuentren ellos. Hay un trabajo muy terapéutico en las clases. Trabajo con la voz de hecho, que es lo que nosotros manifestamos de lo que somos, de nuestra persona. Cualquier cambio emocional en lo primero que se nota es en la voz. Entonces busco trabajar en las relajaciones, con programación neurolingüística para ir rompiendo patrones mentales.
—La última, ¿concebís un arte no político?
—No, porque siempre, siempre, siempre estamos hablando de libertad.
►Prostíbulo Poético. Sábado 16 de septiembre a las 20,30 y a las 22 hs. en la Casona Municipal (Gral. Paz esq. La Rioja). Reservas: 351- 636-1565.
*Por Julieta Pollo para La tinta. Fotos: Coral Aoki.
Prostíbulo Poético. En escena: Matías Tomasetti, Paula Salanova, Matilde Ochoa, Gustavo Berkhan, David Laurentti | Música en Vivo: Juan Piacé | Diseño de Iluminación: Daniel Collante | Prensa: Fede Chueco Albarracin | Producción y Dirección General: Solange Coero Borga[/su_note]