Juan Grabois: “El discurso de Macri es populismo de derecha”

Juan Grabois: “El discurso de Macri es populismo de derecha”
8 septiembre, 2017 por Redacción La tinta

Dentro del universo de los denominados movimientos sociales, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) aumenta día a día su relevancia mediática desde su creación en 2011. Por cantidad de afiliados -más de doscientos cincuenta mil-, por su incidencia en la política social -desde sus ollas populares hasta sus reclamos con discusiones en el Ministerio de Desarrollo Social y su intervención en la sanción de leyes-, y también por su líder, Juan Grabois, que recientemente ha protagonizado varios cruces con periodistas de alto rating y que es mirado con atención por su cercanía con el Papa Francisco.

Por Julio de Bonis para Almagro Revista

En el barrio de Constitución, este joven de 34 años, “católico bastante practicante”, recibe a Almagro Revista en la sede de la CTEP, federación a la que define como “el sindicato de los excluidos”. Su oficina parece más bien una sala de reuniones con una mesa larga de madera llena de marcas, un retrato de Evita y otro del Papa Francisco, paredes despintadas y un mueble antiguo de gran tamaño que aparenta servir para guardar vaya uno a saber qué.

Luego de ofrecer hojas de coca -adquirió la costumbre de mascarlas gracias a sus compañeros bolivianos- y entre algunos Philip Morris, comenzará una charla en la que Grabois sustituirá en varias oportunidades la enumeración de ejemplos por la palabra etcétera, y resaltará siempre ambos géneros en cualquier denominación. Dirá, por ejemplo, mis compañeros y compañeras, trabajadores y trabajadoras, pibas y pibes, y así hasta el paroxismo de la igualdad semántica de género. Ambas cuestiones dialécticas fueron editadas para una lectura más llevadera.

—¿Cuáles son las características principales de las agrupaciones que surgieron a fines de los noventa, que se denominan movimientos sociales?

En todos los casos se verificaba la misma situación, que eran trabajadores sin patrón, pero no porque hubiesen optado por organizaciones de carácter horizontal como una opción de vida, sino porque frente a la exclusión del empleo asalariado y a la imposibilidad, o la incapacidad, o la falta de necesidad formal del mercado laboral de absorber a la población económicamente activa, los compañeros iban inventando su propio trabajo.

—Pongamos en claro la forma de trabajo. ¿Son cooperativas que viven de municipios u otros aportes estatales?

Eso es una parte minoritaria de la economía popular. La cooperativa es una forma jurídica que es la única que más o menos se puede adaptar a la realidad laboral de los compañeros nuestros, pero la economía popular en un 70 por ciento no está organizada bajo la forma de cooperativa. Es trabajo por cuenta propia en muchos casos, como puede ser un vendedor ambulante, un artesano, un hortícola, un cebollero, un cartonero.

—¿A quiénes le venden? Vamos al caso de los cartoneros, con los que trabajaste mucho.

En la ciudad y en el conurbano ya está muy desarrollada la organización, pero en el 2001 el cartonero se llevaba el material a su casa, lo acopiaba ahí, tenía un mini basural en su casa y el fin de semana iba a un acopiador llamado depósito, balancero, y le vendía directamente. También había algunos casos donde algún hijo de puta que organizaba una cuadrilla los explotaba, les pagaba dos mangos por hacer el laburo.

—¿Cuál es la primera idea para agrupar a los cartoneros? ¿Reemplazar al hijo de puta de las cuadrillas por alguien idóneo?

Eso vino después, lo primero era reivindicar a ese trabajador como alguien que se estaba ganando el pan dignamente, que no tenía que ser perseguido y criminalizado, que el Estado tenía que reconocer que no era un delincuente, porque hasta el 2002 era un delito agarrar la basura. Macri hizo famosa una frase suya que era que los cartoneros estaban robando la basura. Y efectivamente, hasta el 2002, que se legalizó la actividad, desde el punto de vista jurídico era cierto. Lo primero era que la actividad no sea criminalizada.

—¿Y cómo esas pequeñas agrupaciones terminan formando la CTEP?

Esa experiencia histórica de los excluidos del mercado laboral fue la que en el 2011 se consolida planteando la creación de un sindicato. La CTEP es una especie de CGT de los excluidos, que va nucleando las distintas actividades laborales conforme a su rama, entonces hay una federación de costureros y todos los oficios afines. Ya existe la sociedad obrera textil, que agrupa a los costureros. ¿Cuál es la diferencia? Que ellos agrupan a los costureros que tienen patrón, a los obreros de la industria textil, nosotros agrupamos a los que trabajan por cuenta propia.

—¿Cómo se hace para agrupar eficientemente a doscientos cincuenta mil individuos que están dispersos en varias cooperativas o que trabajan por cuenta propia?

Fueron muchos años de militancia. Lo primero que hizo la CTEP fue plantear que en algún momento los movimientos sociales no podíamos estar divididos por el proceso político. En general, todos los movimientos sociales, igual que los sindicatos en su origen, se fundaron por trabajadores con una ideología determinada y por militantes, por eso los primeros sindicatos eran anarquistas, socialistas, no es que se formaban los sindicatos solamente para conseguir un mejor salario.

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—¿Te referís a que eran agrupaciones político-partidarias?

Político-partidarias y también ideológicas. ¿Qué te quiero decir con este ejemplo del pasado? Ningún chabón de clase media, estudiante, y ningún laburante que está sobreviviendo juntando la basura, empieza a armar una organización para ganar un poquito más. Lo hace porque tiene una motivación ideológica, religiosa, espiritual, algo que va mas allá de lo material, porque si no te dedicás a la tuya, a tu carrera universitaria o a seguir sobreviviendo, no lo hacés solamente para que el cartonero gane cinco centavos más. Si agarrás las fotos de las marchas del 2002/03, en todas tenías un dibujo del Che Guevara o de Evita. No era que querían planes, nunca fue así. Después nos peleábamos entre nosotros por cuestiones ideológicas y algunos grupos también por cuestiones partidarias, porque se metía en el medio el kirchnerismo, el no kirchnerismo. La cuestión es que para el 2010, 2011, la Argentina había crecido muchísimo desde el punto de vista del PBI y nuestros compañeros seguían igual o un poquitito mejor, o sea, el crecimiento del PBI no había impactado en los pobres, en el último decil.

—Vos te ponés a laburar en el 2001 y en el 2011 te encontrás con un PBI mucho mejor, pero los compañeros del último decil no habían mejorado.

Exactamente, el núcleo duro de la pobreza, los excluidos del mercado laboral seguían excluidos. Estaban un poco mejor, pero no en proporción a lo que había crecido el país. No se solucionó el último decil, se solucionó el problema del hambre.

—¿Calificarías entonces al kirchnerismo como un gobierno de ricos y clase media?

Fue un gobierno que solucionó el problema del hambre. Lo caracterizo como un gobierno de derrame inducido. El neoliberalismo es la teoría del derrame, si crece la economía algo le va a llegar a los pobres. Tenía muchos aspectos neoliberales, pero cachaba un cacho de la renta de los sectores de altos ingresos y lo tiraba para abajo a través de las políticas sociales, de los subsidios.

Lo que más resolvió fue la Asignación Universal por Hijo, pero no el problema del trabajo, ni el de la vivienda, ni los problemas estructurales de ese 25 por ciento que fue pobre en el 2001, siguió siendo pobre en el 2011 y todavía sigue siendo pobre, y que son los trabajadores de la economía popular, los que viven de lo que alguien que no está metido en el tema llamaría changas, y que si además de no estar metido en el tema tiene un prejuicio clasista, puede decir “viven de planes”, que es imposible en la Argentina porque no te alcanza.


Lo que llaman “planes” son cuatro mil pesos y ninguna familia vive con eso, no llegás ni siquiera a cubrir la canasta de indigencia.


—¿Qué funciones debe cubrir el líder de un movimiento social?

La tarea principal es construir poder popular con la unidad de los que están abajo, los últimos de la fila, y eso implica no dividirnos por cuestiones políticas sino por cuestiones reivindicativas y esenciales de los compañeros, por mejorar sus condiciones. Lo segundo es elevar la conciencia social general, visibilizar lo que pasa en el último decil y también que quienes viven cotidianamente dentro de la economía popular puedan tener las herramientas para enfrentar la penetración del narcotráfico, los punteros políticos y la falta de oportunidades laborales.

—Te paro ahí. Arrancaste a militar en el 2001 por las barriadas y el conurbano. ¿Cómo viste la penetración del narcotráfico? ¿Aumentó mucho en los últimos quince años?

Aumentó muchísimo y se convirtió en la principal competencia en el territorio de los movimientos populares, que son la última barrera contra el narcotráfico. En el 99, el poder territorial lo ejercían los punteros, ahora, el poronga del barrio es el narco, el puntero desapareció. Y el único contrapoder que hay son los movimientos populares o los curas villeros en la villas donde están, que son muy pocas, o alguna iglesia evangelista, que en general prefiere no meterse demasiado. Pero ni el Estado ni la política tradicional tiene territorialidad en los barrios.

—Un análisis muy repetido es que María Eugenia Vidal ganó la provincia porque gran parte del electorado identificaba a Aníbal Fernández como la Morsa, una suerte de líder narco. ¿El crecimiento exponencial del narcotráfico y la figura marítima de Fernández llevaron a Vidal a la gobernación?

Es muy probable que sí, la política institucional tiene también un nivel de decadencia en el que ya no se discuten ni remotamente ideas. Es una especie de vedetismo, de acusaciones cruzadas, de eslóganes vacíos, de verbos sin sustantivos, Cambiemos, Vamos… Nadie entiende bien qué piensa el otro, qué quiere hacer para el país. Es difícil analizar cuáles son las motivaciones para votar, más allá de la manipulación mediática que existe sobre el voto. De un lado y de otro, no es patrimonio de Cambiemos esto. Sin duda lo que remarcás tuvo una influencia importante, lo que te puedo decir es que en el último año y medio, dos años, la situación sigue empeorando.

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—¿No ves un combate contra el narcotráfico?

De las tres cosas que prometió Macri: pobreza cero, la unidad de los argentinos y el combate del narcotráfico, no está cumpliendo ninguna. Hay más pobres que antes, hay más narcos que antes, y hay más grieta que antes. Ahora cambió el discurso, entonces lo importante no son esas consignas, sino meter un pibe más en cana.

—Con esta mirada tan crítica, ¿te sorprendieron los resultados de las últimas elecciones?

No, son resultados esperables, porque no hay una identificación partidaria fuerte de nuestros compañeros con nadie y es, más o menos, mantener las cosas como están…. ¿Vos te referís a los votos de los resultados en las barriadas?

—Sí, en provincia y en el conurbano se mantuvo la adhesión de las presidenciales.

Se mantuvo un treinta y dos por ciento, un nivel de adhesión muy bajo. Ahora, ninguna otra fuerza expresa la agenda de las barriadas populares y es muy difícil de expresar, porque aún expresándola es muy difícil de explicar. ¿Por qué le va mal siempre a los dirigentes sociales cuando se meten en la política? Los más pobres de los pobres son una minoría, el 20 por ciento de la población Argentina. Y los pobres son el 32/33. La agenda de los pobres no garpa políticamente, garpa más la de la clase media que es la de mayor cantidad de personas y que además es atractiva para el que está más abajo porque, aspiracionalmente, cualquier compañero, viva en un barrio de clase media o en una villa, quiere acceder al consumo y al mercado.


Nuestra agenda de Tierra, Techo y Trabajo, no es atractiva electoralmente. Sobre todo en un sistema político donde no se puede discutir ni la reforma agraria, ni una gran reforma del sistema laboral, ni una gran reforma de nada, porque lo que se discuten son eslóganes y papelitos y boludeces.


—Intentemos llevar la contra. Con Tierra, Techo y Trabajo bajaría la inseguridad, derrame a la inversa.

Eso que acabás de decir es un nivel de abstracción refractario al sistema. Para el sistema de comunicación actual, eso que estás diciendo es ideológico. Pensar en algo más que el slogan concreto y directo, no te alcanzan los segundos de televisión para explicarlo. Entonces tenés que decir cosas muy pelotudas y tener buena relación con los medios hegemónicos. Explicar la relación entre resolver la reforma agraria o la situación de los campesinos, que no haya migraciones internas, que no haya hacinamiento en las barriadas, y la mejora de la situación de seguridad de sectores medios… nadie tiene tiempo, ni ganas para escucharte.

Es un problema de conciencia, entonces construir poder popular es construir conciencia. Y el laburo de construir conciencia frente a un sistema comunicacional que está todo el día bombardeándote para que seas un estúpido es muy difícil, y también te lleva al sectarismo, porque después somos un grupito de iluminados que tenemos mucha conciencia pero no dialogamos con nadie, entonces estudiamos bien cómo sería el mundo ideal que queremos, pero no podemos convencer a nadie de que eso está bien.

—Aclaraste que en la CTEP no hacen política partidaria, ahora, ¿en las reuniones con los compañeros no hablan de a quién votar en las elecciones?

Todo el tiempo, la CTEP es una herramienta para otra cosa pero la mayoría de nuestros militantes, sean de sectores populares, de clase media o universitarios tienen interés en la política. Y hay de todo, algunos votan al FIT, otros al kirchnerismo, otros a Randazzo.

—¿No hay quienes votan a Cambiemos?

Sí, muchos compañeros votan a Cambiemos y hay que respetar, pero no son los más activos militantes. Antes de las elecciones hubo una discusión en un grupo de WhatsApp que tienen los delegados de los cartoneros, entre los de Quilmes y los de Lomas de Zamora, que era para cagarse de la risa porque los de Quilmes votaban a Cambiemos y los otros a Unidad Ciudadana, y se iban peleando sobre quién estaba mejor. Aunque si vos ves cómo son las mesas electorales en las villas, es verdad que le va bastante peor a Cambiemos.

—En las villas de la ciudad tiene buenos números.

En la ciudad mejora y en las del conurbano en vez de 30 saca el 20 por ciento, que también es un número importante. Es la segunda fuerza en general en las villas, y en algunas mesas gana. Eso quiere decir que hay muchos compañeros nuestros que ponen su voto ahí.

—Quienes confían que el Pro no es un gobierno para ricos.

O que son todos gobiernos para ricos y que este es el mejor, o les cae más simpático Macri. Hay muchas variables, esto que se votó en las elecciones no tiene nada que ver con la política de término de la ética de la polis, de los valores que tienen que regir en una sociedad. Esto es casi una discusión entre Pepsi y Coca-Cola, una disputa de marketing, entonces quien tiene más penetración en términos de marketing gana.

* * *

Zalo-Lynch-Juan-Grabois-CTEP-06En el rubro funcionarios, Grabois mantiene un duelo de alto voltaje con Diego Kravetz, el secretario de seguridad de Lanús, a quien califica como inescrupuloso y jodido, y le imputa estar al frente de una asociación ilícita de delincuentes secundada por el subsecretario de Seguridad municipal, Daniel Villoldo, un ex comisario exonerado de la bonaerense, también denunciado en mayo de este año por Elisa Carrió por sus vinculaciones con el narcotráfico, piratería del asfalto y proxenetismo -ya había sido denunciado por tener narcoprostíbulos en 2010-, una interesante foja de servicios.

Los cruces se dieron por dos episodios. En el primero, se denuncia la irrupción violenta de la policía en un comedor, con consecuencias muy graves: una mujer perdió un bebé y dos jóvenes habrían sido torturados cuatro horas en un patrullero, sin informar su paradero. La causa avanza y ya está imputado un comisario. El otro episodio fue la resonante aparición de “El Polaquito” en el programa de Jorge Lanata.

—Tenemos totalmente confirmado que hubo una coacción previa del niño, hubo una proposición de Kravetz a PPT para que haga una nota sobre la inseguridad y en el combo entraba una entrevista con un niño que era una suerte de asesino serial. En un marco donde el gobierno buscaba una baja de la imputabilidad, que quería para antes de las elecciones, porque lamentablemente garpa, nuevamente populismo de derecha. Esta causa penal también está muy encaminada, muchos testimonios, y va a avanzar. Lamentablemente esta gente hoy tiene gran protección política y mediática, pero tengo fe en que avance el expediente.

Después del altercado que tuviste en la entrevista radial con Lanata, en el siguiente programa de PPT ponen un informe en el cual muestran a militantes del CTEP movilizados frente al ministerio de Desarrollo, y al ser interrogados por su presencia allí, ninguno sabía por qué estaba movilizado.

—Ninguno de esos compañeros que filmaron pertenece al MTE, que es la agrupación dentro de CTEP que conozco y de la que participo. Fue una actividad que se realizó en la 9 de julio por la emergencia alimentaria, Lanata dijo que era para pedir una obra social. Él, que es un periodista con título y recibido que da clases, tampoco sabía para qué era la movilización. Se burla de gente que quizás no puede contestar ante una cámara, porque que te pongan una cámara adelante, si no estás acostumbrado, no sé si todos contestan bien, y andá a saber a cuántos le preguntaron y cuántos contestaron bien y si no editaron a quienes contestaron mal.

¿En general los manifestantes están al tanto de los motivos de la protesta?

—El noventa por ciento sabe la consigna principal, después tenés distintos niveles de capacidad de explicación. El sector que va sin entender a lo que va y porque se lo dijo el coordinador es minoritario, pero pasa como puede pasar en una organización de clase media. Como esas movilizaciones que eran el 9M, iban doscientos mil tipos y le preguntaban a qué venís y uno decía “por la conchuda de Cristina”, otro por la inseguridad y otro por otra cosa.

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¿Cuál es tu mirada sobre el piquete como metodología?

—El piquete es como la huelga en un gremio, la última medida posible, y tiene que ser ultra-masivo, porque si son quinientos cortándole a un millón hay una desproporcionalidad que no funciona. Creo que no cortamos la 9 de julio nunca, salvo caminando. Sí hemos hecho ollas populares en los puentes, que como se llenan se cortan los puentes, pero no es que hay cuatro cortando el puente. Una organización que ya tiene un desarrollo, tiene capacidad de definir una táctica más eficiente y más proporcionada al reclamo y a la magnitud de la protesta.

Siempre que hay cortes de CTEP, lo primero que piensan muchos es: están pidiendo planes…

—El tema de los planes… nosotros organizamos un sector que trabaja con o sin ayuda estatal. En la ley de emergencia social logramos que se establezca un concepto con el que trabajamos desde que se fundó la CTEP, que es el del salario social complementario.

Por ejemplo, dentro del sector de las comunicaciones hay unos trescientos pibes de la Garganta Poderosa, ciento y pico de Hecho en Buenos Aires, y setecientos de radios comunitarias. En general son compañeros muy pobres, los de la Garganta Poderosa son el 99,9 por ciento de las villas. Desde luego, con la venta del medio -no tienen pauta- no les alcanza, juntan dos o tres lucas cada uno. El salario social complementario lo que hace es complementar ese ingreso, otras cuatro lucas, medio salario mínimo vital y móvil. Es un reconocimiento de la sociedad y el Estado a que hay un trabajador al que el mercado no le retribuye con un ingreso económico acorde a las necesidades de la canasta básica. Lo mismo pasa con los cartoneros, con los hortícolas o los costureros. No necesitan que el Estado les dé una actividad, se reclama el acceso a esos derechos, que también implica acceso a una obra social, a aportes jubilatorios.

—¿Están en plan de lucha por constituir una obra social propia?

—En general, nuestros reclamos ya existen en las leyes y no se cumplen, nosotros pedimos que se cumpla el monotributo social, que funciona igual que cualquier monotributo, donde elegís la obra social. La diferencia es que está subsidiado, vale 150/200 pesos por mes. Entonces, que se cumpla la ley de efectores sociales, que es la que plantea el monotributo social, y que los compañeros tengan acceso a una obra social. Después, que la CTEP gestione una obra social propia no nos calienta. Tenemos una mutual, pero con monotributo social hoy debe haber quinientas mil personas y la CTEP atiende treinta mil, lo que queremos es que la gente tenga acceso a la obra social, con independencia de cuál sea el prestador.

¿Y por qué pensás que se los reduce a que siempre están peleando por planes? ¿Esa reducción es ideológica?

—Hay un componente de prejuicio social, un componente de populismo de derecha, ese es el discurso oficial.

¿Lo de Macri es un populismo de derecha?

—Claramente, el discurso de gran parte del gabinete de Macri es un populismo de derecha, que es echarle la culpa de los problemas al que está más abajo. Populismo de izquierda sería echarle los problemas a los que están más arriba.


Populismo de derecha es pensar que hay inseguridad y desempleo porque hay unos negros de mierda que piden planes y nosotros tenemos que bancarlos con nuestros impuestos. Ese es el discurso subyacente. Echarle la culpa de los problemas al que está más abajo pega mucho en la sociedad y en el mundo.


Echarle la culpa a los inmigrantes, en Estados Unidos y Europa, y sin analizar demasiado cuáles son las causas reales de los problemas. Reducir la discusión de la lucha social a “están pidiendo planes” es una forma de echarle la culpa a los que están más abajo. Como es políticamente incorrecto echarle la culpa a los pobres, se busca demonizar a los dirigentes de las organizaciones de los pobres como una forma de terciarizar el prejuicio, pero rascás un poquito y lo que está atrás son los negros de mierda que no quieren laburar. Para terciar putean a Pérsico, a Grabois.

—¿El gobierno actual les da más o menos plata que los gobiernos anteriores?

—Esto es un poco un mito, las organizaciones sociales prácticamente no manejan plata.

Tracemos la ruta del dinero.

—Es así: el salario social complementario va directamente a la tarjeta de débito del trabajador, no pasa ni por la CTEP, ni por ninguna de las seis mil cooperativas que agrupa. A las cooperativas llega plata de materiales, para las que hacen construcción de vivienda social, que laburan para el estado, que serán el 20 por ciento de todas las cooperativas. El único financiamiento de la CTEP son algunas cuestiones que tienen que ver con la salud y con la capacitación. No tengo idea de cuánto será, pero no debe ser ni doscientos pesos por afiliado.

O sea que el CTEP no tiene caja para robar, aunque quisiera.

De dónde robar siempre hay, cualquiera que tiene un poquitito más de poder que otro tiene una forma de joderlo, el tema es que no lo hacemos. Y lo lindo de la CTEP es que si vas a una reunión de mesa nacional y después vas a la casa de los dirigentes, todos vivimos humildemente. Nadie se hizo rico, ni clase media alta, y te diría que estamos todos por debajo del nivel de clase media. Porque hay una mística de laburo y son antiestéticas la ostentación y la guita, nos resulta desagradable. Nos resulta chocante si alguien viene con un auto nuevo, en nuestros códigos es desprestigio. En este espacio, los símbolos de estatus y de poder de la sociedad capitalista se invierten.

¿No cae ninguno en una cuatro por cuatro?

—Sí, cada tanto cae alguno. En las provincias del norte hay algunas prácticas de dirigentes de organizaciones sociales que, qué sé yo, se compran una camioneta. Acá cae mal y es una señal de alerta.

En una nota leí que vos respondés a Peter Turkson en el Vaticano y no a Francisco. ¿Cómo es esto?

—Yo tengo un cargo ad honorem en el Vaticano, que me lo dio Turkson, un africano que conocí por mi relación con Bergoglio. Cuando asumió Francisco me invitaron a un encuentro y ahí profundicé la relación, y él se interesó por los movimientos sociales, me pidió que dé una charla al respecto y después me nombró consultor para que colabore en la organización de los encuentros mundiales de movimientos populares, que se hicieron tres hasta ahora. Y como el discurso del Papa interpela muy fuerte a los movimientos populares, hay una reciprocidad en esa interpelación, el Papa Francisco toma mucho de la agenda de los movimientos populares y los movimientos populares toman mucho el discurso del Papa Francisco.

Y en ese diálogo, ¿cuál es la preocupación de Francisco? ¿Cómo están los movimientos sociales en Argentina?

—De Argentina no, porque de los encuentros de movimientos populares participan noventa países y muchos están un millón de veces peor que Argentina.

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Pero imagino que a Turkson o a Francisco le hablarás de acá y no de lo que pasa en África.

—No, los encuentros son de cuatro o cinco días de debate sobre problemas comunes a los excluidos de distintos países: el acceso al agua, las migraciones, la situación de los trabajadores migrantes, y con esto se hace un documento síntesis, que es un insumo para sacar documentos y que a veces lo usa el Papa también como insumo para reflexiones suyas. Ese documento es de organizaciones de Tierra, Techo y Trabajo, cada una de las T representa un sector social, Tierra son los campesinos y los pueblos originarios, Techo son los sin techo, los habitantes de las villas, y Trabajo son los trabajadores excluidos del mercado laboral. Son los descamisados del presente, el proletariado del siglo XXI, la internacional de esta etapa histórica.

¿Cuando vos hablás con Francisco no hablan de la Argentina?

—Yo no recuerdo ninguna vez haber hablado de algo coyuntural de la Argentina.

Desmentís ese rumor mediático de que Grabois le calienta la oreja a Francisco sobre lo mal que está el gobierno de Macri.

—Esa es una subestimación muy pelotuda que hace algún periodista sobre el Papa, no existe esa posibilidad. Al líder espiritual y a uno de los pensadores más importantes del mundo, que un pendejo de acá le vaya a calentar la oreja… es una pelotudez. Es la forma que tienen algunos mediocres y envidiosos de tratar de reducir al otro a su categoría, como no se pueden pelear con el otro, se pelean con el que se supone es el amigo del otro y con quien les da la nafta para pelearse.

¿Lo leés como una forma de atacar al Papa?

—Sí, hay ataques indirectos y otros que son cada vez más directos, lo que hay es una contradicción con el pensamiento del Papa, no con el pensamiento mío. Y se lo intenta ridiculizar asociándolo a figuras parciales.

A Nicolás Maduro últimamente.

—A Maduro o a quién sea. A mí, a Milagro Sala, a Gustavo Vera, a figuras parciales que podemos ser representativas de un sector pequeño y que en general los dirigentes sociales tenemos mala imagen mediática, entonces asociar a un dirigente social es una forma indirecta de confrontar con el Papa, porque ninguno de los que lo putea puede dar una discusión sobre el contenido de Laudato Sí, del contenido de lo que dice.

¿Cuán grave es lo que pasa con el caso de Santiago Maldonado?

—Gravísimo, las fuerzas de seguridad siempre tuvieron un desprecio por los derechos humanos, el gatillo fácil no es invento del gobierno de Macri, pero hay, a partir de los discursos de Patricia Bullrich sobre todo, una legitimación que en los mandos medios se interpreta como carta blanca. La ministra está diciendo que si hago estas cosas no voy a tener demasiados problemas y eso aumenta muchísimo la sensación de impunidad de las fuerzas de seguridad para hacer estas operaciones, como lo que pasó en la comunidad Cushamen, que lo más probable es que haya sido secuestrado por la Gendarmería y eso con otro agravante que es el desarrollo de un relato ridículo y fantasioso de que existe un foco terrorista ahí.

Viví tres años en esa región, conozco a todos esos pibes, a Facundo…. Son pibes marginados en la miseria más absoluta en la Patagonia, no son del campo, no nacieron en una comunidad, nacieron en las ciudades, y son medio bocones, como el pibito ese de once años…. Pero las armas que les agarraron eran unos serruchos.


Que el Presidente de la Nación diga que no va a permitir un estado separatista mapuche en la Patagonia es una forma de legitimar una militarización de una zona que está siendo cada vez más secuestrada por corporaciones internacionales, entre ellas el famoso caso de Joe Lewis, del que hice una denuncia fuerte que frenó una obra de una hidroeléctrica que destruía la tercera reserva más importante del mundo de cipreses y también la forma de vida de las comunidades campesinas e indígenas.


Ellos sí tienen un Estado paralelo, se afanaron un lago, tienen miles de hectáreas, no respetan ninguna normativa y son amigos del poder. De nuevo, populismo de derecha, en vez de agarrárselas con los que verdaderamente violan la ley y tienen patotas armadas, la culpa es de unos terroristas inventados que no se les conoce ningún atentado, hay una cortina de humo para justificar el saqueo de la Patagonia.

Por Julio de Bonis para Almagro Revista/ Fotos: Zalo Lynch.

Palabras claves: CTEP, Jorge Lanata, Juan Grabois, Patricia Bullrich

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