«Militancia es ocuparse del otro»
El 27 de julio, Taty Almeida (87 años), Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora recibió el Doctor Honoris Causa de la UNC, propuesto por la Facultad de Filosofía y Humanidades. «Llegará algún momento que no habrá ningún pañuelo blanco, pero esa lucha se recoge, se trasmite. Entonces, no nos van a vencer», asegura convencida.
Por Irina Morán y Camilo Ratti para Alfilo
Ataviada con su pañuelo blanco, de rostro anguloso y piel morena, la mirada firme de Taty Almeida desata un profundo sentimiento de orgullo y admiración. De sonrisa marcada, voz grave y algo ronca, es delgada y de contextura menuda. Para caminar se ayuda con un bastón. Sin embargo, lo hace erguida y con una fortaleza que parece agigantarse ante el cariño constante que recibe de la gente.
Tiene 87 años pero lleva 42 como Madre de Plaza de Mayo. Un lugar que sin duda nunca hubiese elegido, pero que a partir del 17 de junio de 1975, ante el dolor aciago que significó la desaparición forzosa de su hijo Alejandro, ella, junto a sus compañeras, las locas de la plaza, fueron capaces de enfrentar a la dictadura más feroz y convertir ese sentimiento en una lucha inclaudicable por el camino de memoria, verdad y justicia.
Minutos antes de ser recibir el máximo galardón que entrega la Universidad Nacional de Córdoba, en el decanato de la Facultad de Filosofía y Humanidades, ubicado en el primer piso del Pabellón Residencial, Taty se dispone a retratarse y a conversar con el equipo de Alfilo.
“Este reconocimiento es una caricia al alma”, expresa emocionada. “Estoy muy agradecida a la Facultad de Filosofía y Humanidades por esta decisión. Sobre todo, en estos momentos tremendos, con este gobierno macrista que no hace otra cosa que violar todos los días los derechos humanos. En momentos tan difíciles, esto es un regalo, porque en mí están todas las madres y la memoria viva de todos nuestros hijos. Si nosotras existimos es porque desgraciadamente nos arrebataron lo más preciado que tiene una mujer que son sus hijos y, en mi caso, es Alejandro”.
— ¿Qué opinión te merece el negacionismo que intenta imponer este gobierno en relación a lo sucedido durante la última dictadura?
Están ninguneando el número, incluso la existencia de que hubo un genocidio. Porque se han cometido delitos de lesa humanidad. Ahora pretenden instalar la teoría de los dos demonios. Es realmente lamentable. ¿Pero sabés qué? Quieren borrar la memoria, aunque jamás lo van a lograr. Primero, porque cada vez somos más los que pacíficamente resistimos. Hemos participado de la marcha federal, de la lucha docente, ni hablemos de lo que sucedió en la marcha en contra del dos por uno. Y en la medida en que se sigan realizando este tipo de reconocimientos, que son espacios de memoria, no lo van a lograr. Sabemos que vamos quedando pocas madres y abuelas, pero estamos tranquilas eh! Porque están ustedes, los jóvenes y tantos otros, a los que de a poco le estamos pasando la posta y que ya la reciben, que ya la practican, porque lo demuestran día a día con su militancia, con su compromiso. Militancia es compromiso, es compañerismo, es compartir, es ocuparse del otro. Militante eran nuestros hijos. Por eso, cuando todavía algún trasnochado dice “por algo será”, nosotros decimos sí, con mucho orgullo, claro que fue por algo. No eran estúpidos ni perejiles, eran militantes políticos. Esta misma nota es militancia, es memoria. Se comparte, se difunde. Porque están los jóvenes, ustedes, además de los hijos y nietos. Esa es la lucha. Llegará algún momento que no habrá ningún pañuelo blanco, pero esa lucha se recoge, se trasmite. Entonces, no nos van a vencer. De eso estamos seguras.
— ¿Cuál es el sentimiento que aparece cada vez que te ponés el pañuelo blanco?
Les voy a contar algo porque esta pregunta me recuerda a la obra de teatro «Bastarda sin nombre», que trata sobre la vida de Evita y está protagonizada por Roxana Randon, la madre de Leonardo Sbaraglia. Durante la obra, esta mujer se va transformando en Evita. Y en un momento, ella se pone el rodete. Cuando la vi, sentí lo mismo que cuando nosotras nos ponemos el pañuelo blanco. A mí me pasa algo similar, me digo: Aquí estoy. Soy una madre. Es un sentimiento muy fuerte.
— ¿De dónde sale esa fuerza?
La fuerza la sacamos de nuestros hijos, del apoyo y del reconocimiento constante de la gente. Ya no somos “Las locas de la plaza!”. Al comienzo era así: y sí, estábamos locas de dolor, de rabia, de impotencia. Pero todos esos sentimientos los fuimos transformando en lucha y amor a nuestros hijos. El pañuelo blanco es algo muy especial, por eso hay que saberlo llevar eh! No hay que olvidarse por qué se lleva el pañuelo.
— Entre los prendedores que llevas puestos, además del rostro de tu hijo Alejandro, también está Milagro Sala. ¿Qué significa para vos que Milagro esté presa?
Es un mensaje claro de este gobierno. Milagro no es una mujer rubia, no tiene ojos azules. Milagro es indígena, de piel morena. Y sobre todo es una mujer luchadora. No le perdonan eso: cómo una mujer luchadora, como Milagro Sala, fue capaz de construir en Jujuy un country para la gente pobre. Su tarea social es enorme. Y esto no lo hizo el gobernador de Jujuy. Ellos quieren borrar, borrar y borrar. La lucha por la libertad de Milagro Sala es hoy un reclamo internacional.
—¿Cómo ven desde afuera lo que está sucediendo en Argentina?
Espantoso. Hace muy poco estuvo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el informe fue muy duro. En abril de este año cumplimos 40 años de lucha y hemos tenido que empezar de nuevo, con muchas denuncias por incumplimientos y violaciones a los derechos humanos. Los representantes de la CIDH recibieron a todos los organismos de derechos humanos del país y saben perfectamente lo que está haciendo este gobierno. Se lo han dicho de manera clara. Han pedido por la libertad de Milagro y la respuesta del gobierno fue el silencio. Nada.
El desprestigio que tienen es impresionante, no sólo aquí, también afuera. Esperamos que en las elecciones de octubre la gente vote con memoria.
— ¿Qué les dirías a los jóvenes de 15 o 20 años que no vivieron la dictadura, que recién comienzan a transitar sus luchas?
Que se informen, que hoy es muy fácil. Con sólo apretar un botón tienen información. Que pregunten, que averigüen, que discutan. Discutir no es pelearse. Nosotras vamos muchísimo a colegios primarios y secundarios .También a cada universidad que nos invitan. Eso es muy lindo. Cada vez los jóvenes saben más, por eso existe la esperanza. Es importante que se informen. Y que defiendan siempre lo que crean justo.
La Historia de Taty y su hijo Alejandro
Taty Almeida es Lidia Estela Mercedes Miy Uranga. Ha sido docente y es integrante activa de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Nació en 1930 en el barrio porteño de Belgrano (Buenos Aires). Hija de un padre oficial de Caballería y de madre descendiente de una familia conservadora de Paraná, Entre Ríos. Tuvo tres hermanos, dos mujeres y un varón. Su hermano varón fue coronel y sus hermanas se casaron con oficiales de la Aeronáutica. Ella rompió con esa dura tradición y se casó en 1953 con Jorge Almeida, el único civil en su familia. Taty y Jorge Almeida tuvieron tres hijos: Jorge, Alejandro y Fabiana.
Su hijo, Alejandro Martín Almeida tenía 20 años. Había trabajado como cadete de la agencia Télam en la sección de publicidad, cursaba el primer año en la Facultad de Medicina y por entonces militaba en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), cuando fue secuestrado y desaparecido por la “Triple A”, el 17 de junio de 1975.
Aquel día, se había quedado estudiando para un parcial, hasta que decidió salir y nada más se supo de él, salvo el relato de algunos pocos vecinos que dieron cuenta de una razzia brutal, en un bar cercano ubicado en la esquina de Scalabrini Ortiz y Santa Fe.
Al principio, Taty creyó que una vez terminada la dictadura cívico militar podría encontrar a su hijo, hasta que 1979 rompió con esa creencia y decidió acercarse a la Plaza de Mayo, para transformar ese inmenso dolor y toda esa búsqueda individual en una militancia colectiva por la defensa de los derechos humanos.
A pocos días del secuestro de Alejandro, Taty encontró entre las pertenencias de su hijo, una pequeña libreta con poemas que reflejan sus ideales, su compromiso militante y el amor a hacia su madre, Taty, entre otros.
“Si la muerte me sorprende lejos de tu vientre,
porque para vos los tres seguimos en él,
si me sorprende lejos de tus caricias
que tanto me hacen falta,
si la muerte me abrazara fuere como recompensa
por haber querido la libertad,
y tus abrazos
entonces sólo envuelven recuerdos, llantos y consejos
que no quise seguir,
quisiera decirte mamá que parte de lo que fui
lo vas a encontrar en mis compañeros.
La cita de control, la última, se la llevaron ellos,
los caídos, nuestros caídos,
mi control, nuestro control está en el cielo,
y nos está esperando.
Si la muerte me sorprende
de esta forma tan amarga, pero honesta,
si no me da tiempo a un último grito desesperado y sincero,
dejaré el aliento el último aliento,
para decir te quiero.”
Alejandro Martín Almeida.
*Por Irina Morán y Camilo Ratti para Alfilo / Foto de portada: Colectivo Manifiesto / La tinta.