El desafío frente al neoliberalismo
Por Hugo Seleme
Los dos ciclos de gobiernos neoliberales que ha sufrido Argentina en su historia reciente – el ciclo de la dictadura y el de Menem-De la Rua – no llegaron a su final por la reacción electoral de una mayoría esclarecida a nivel político. La dictadura militar – que inauguró los ciclos – debió abandonar el gobierno luego de embarcar al país en una guerra que terminó en derrota. El gobierno de Fernando de la Rúa, continuador de las políticas económicas de Carlos Menem, murió aplastado por el colapso económico. Ni siquiera la catástrofe económica sirvió para conmover las convicciones neo-liberales de gran parte del electorado, que en la elección presidencial del 2003 le entregó la victoria en la primera vuelta a Menem con casi el 25% de los votos. Sumados al 16% que obtuvo Lopez Murphy – la versión pulcra, no manchada por la corrupción, de la misma ideología – el resultado fue un sorprendente 41% del electorado.
A pesar de que la bofetada de la crisis del 2002 nos había golpeado a todos en la cara, no había alcanzado a despertar a ese 41% de votantes que seguía apostando a encontrar la cura de la enfermedad en el veneno que la había causado.
¿Cómo es posible que el fracaso económico y social al que condujeron las políticas neo-liberales no las desacreditase frente al electorado? La razón es simple: el Neoliberalismo, como toda ideología, se alimenta de su propio fracaso.
Si el ajuste no baja la inflación, sino que genera recesión y desempleo, esto debe ser porque no se ajustó lo suficiente. Si la flexibilización laboral no aumenta el nivel de empleo sino que precariza el existente, la solución debe ser flexibilizar más. Si la liberalización del flujo de capitales no produce una copiosa “lluvia” sino una estrepitosa “fuga”, la solución es rebajar aun más los controles. Si el endeudamiento externo es exorbitante y los intereses de la deuda no pueden pagarse, entonces la solución es endeudarse más para hacer frente al pago de intereses.
El Neoliberalismo se sostiene gracias a un electorado enfermo que, aunque famélico por el ajuste se sigue viendo obeso y cree que la solución es adelgazar. Para esta porción del electorado el fracaso del gobierno neoliberal, no es una muestra de que su tiempo se acabó sino de que todavía no tuvo suficiente. El fracaso se vuelve una razón para la esperanza trastocada en ilusión. Creen que el ajuste es como una especie de poda invernal que posibilitará una primavera llena de retoños y nuevos brotes. No les importa que el invierno dure años o que la poda llegue a las raíces, porque lo radical de la poda sólo muestra lo necesario que era y lo vigorosa que será la primavera siempre por llegar.
A sus anchas, alimentados de sus fracasos por un electorado enfermo, los gobiernos neoliberales en nuestro país han muerto sólo de indigestión. No han sido expulsados por una ciudadanía responsable, atenta a sus desmanes, sino que han perecido cuando la basura a engullir no les permitió ya respirar. Los gobiernos neoliberales han fallecido por causas naturales, atragantados por los huesos triturados de aquellos cuyas vidas habían destruido.
El tercer ciclo neoliberal se encuentra en curso. Como sucedió en el pasado, el gobierno de Macri se alimenta de sus fracasos. La receta ha sido la misma que en el pasado: recesión, desempleo, inflación, endeudamiento externo, quita de pensiones por discapacidad, recorte a las prestaciones farmaceúticas a los jubilados, desmantelamiento de la fabricación de medicamentos genéricos, recorte presupuestario en ciencia y técnica, y la lista continúa.
El gobierno se alimenta con su fracaso, y quien crea que en las próximas elecciones legislativas un electorado esclarecido lo castigará, haría bien en mirar lo sucedido en los ciclos anteriores. Si las convulsiones de un gobierno neoliberal, muerto de indigestión en el 2002, no alcanzaron a despertar en el 2003 al 41% del electorado ¡imagínese cuántos estarán dormidos el 22 de Octubre de este año!
Lo sucedido en el pasado muestra la magnitud del desafío por venir. Si ayudamos a despertar a quienes tenemos al lado, con paciencia y respeto, quizás en Octubre todos tenemos motivos para enorgullecernos de haber logrado, por primera vez en nuestra historia, que el fracaso de un gobierno neoliberal no sea el fracaso de todos.
*Por Hugo Seleme publicada en su cuenta de Facebook.