Un campeonato eterno: lo que dejó el último torneo del FPT
A un mes de la consagración de Boca, y a la espera de un nuevo certamen con partidos codificados, un repaso del largo y sinuoso camino que atravesaron los 30 equipos de Primera División adentro de la cancha y en los laberintos institucionales de AFA. ¿Tiene algo de bueno un torneo anual? ¿Para quién?
Por Sebastián Tafuro para Notas Periodismo Popular
Diez meses después de aquel puntapié inicial el 26 de agosto del año pasado llegó a su fin el eterno torneo local de 30 equipos y 30 fechas. Muchísima agua corrió bajo el puente y entre tantas idas y venidas, entre tanto desmadre organizativo, vale preguntarse: ¿Qué fue lo que dejó el último torneo bajo el paraguas del Fútbol para Todos? ¿Es posible analizar una competencia tan extraña con un formato único -y no es un elogio- en el mundo?
Boca. El equipo de los mellizos Barros Schelotto terminó consagrándose campeón dos fechas antes del final y festejó largamente por una conquista que fue más sufrida de lo que pareció, debido a algunos tropezones en el medio que generaron incertidumbre sobre la capacidad xeneize para sostener un liderazgo que agarró en la fecha 13 y nunca abandonó.
Sin embargo sus números terminaron siendo contundentes en relación al resto: le sacó 7 puntos a los dos escoltas (River y Estudiantes), fue el que más partidos ganó, el que menos perdió, el que más goles hizo, el que mayor diferencia de gol cosechó y, como reflejo de ese poder ofensivo, tuvo al goleador del campeonato, Darío Benedetto, quien anotó 21 goles en los 24 partidos que jugó. Además no dejó dudas en la gran mayoría de los duelos con sus perseguidores inmediatos. De River a Defensa y Justicia, es decir todo el conjunto de equipos que jugará copas internacionales, Boca ganó 8 partidos, empató 1 y perdió 2 .
En un segundo plano tenemos justamente a los coperos, tanto de la Libertadores como de la Sudamericana. La principal competencia internacional del continente en 2018, además de Boca, la jugarán River, Estudiantes, Racing y Banfield.
Para el Millonario el subcampeonato terminó siendo un premio y una decepción al mismo tiempo. Si se evalúa como arrancó el año, la cantidad de puntos sumados dan para el jolgorio. Pero estuvo tan cerca de arrebatarle la punta a Boca que seguramente habrá quedado algún sabor amargo por Núñez. Estudiantes supo ser líder en las primeras fechas del torneo, luego se cayó bastante, logró acomodarse en el lote de arriba y, a pesar de las durísimas eliminaciones en primera ronda de la Libertadores actual y la humillante caída ante Sport Pacífico en la Copa Argentina, pudo salir a flote con un tercer puesto muy meritorio. La Academia de Cocca fue justamente a partir de la llegada del DT campeón en 2014 que pudo rearmarse, teniendo un gran semestre y tres victorias seguidas sobre el final que lo ubicaron en el codiciado cuarto lugar de la tabla. Finalmente Banfield se quedó con el último lugar tras haber tropezado en las últimas dos fechas pero luego de hacer un verdadero campañón con recursos limitados.
A la Sudamericana se clasificaron Independiente, San Lorenzo, Newell’s, Lanús, Defensa y Justicia y Colón. Todos tuvieron sus momentos a lo largo del torneo. Los dos primeros lo vivieron como una derrota no poder entrar a la Libertadores más porque ganando en la última fecha ante rivales que no se jugaban nada clasificaban.
San Lorenzo tuvo un semestre irregular mientras que el Rojo volvió a vivir con Holan pero las dificultades como local le impidieron esa clasificación mayúscula. Los rosarinos llegaron a ser único escolta de Boca, con una defensa que lo sustentó en buena parte del recorrido. Sin embargo en tres fechas se hundió y, de hecho, terminó a 14 puntos del campeón cuando supo estar a 2. Lanús se enfocó en la Copa y dejó a un lado el torneo. Pero en el último tramo se acordó que sus buenos pies le daban para seguir con espíritu copero, aceleró y entró.
Defensa, sacando las grandes luminarias, es el equipo del año. Becaccece fue el artífice de una campaña inolvidable que incluyó hazaña en el Morumbi por la Sudamericana actual y una despedida con triunfo en el duelo ante Chapecoense. Colón se despidió del 2016 con un 1-4 frente a Boca. Pero comenzó el 2017 con una racha de siete victorias en nueve partidos que lo ubicaron aún más arriba de lo que terminó. Regresar a una Copa, de todos modos, es una buena señal para el Sabalero que hace no tanto sufrió bastante en lo futbolístico y en lo institucional.
Finalmente la última gran pelea fue en la que nadie quiere estar: la del descenso. Sarmiento, Rafaela, Quilmes y Aldosivi ocuparon los últimos cuatro lugares en los promedios. Pelearon hasta el final y zafaron Huracán, Olimpo, Temperley, Arsenal y Patronato, que en la que viene tendrán que realizar buenas performances para permanecer. Sarmiento y Rafaela eran junto a Arsenal y Temperley los que peor habían arrancado el torneo. Lo de los santafesinos fue mejor que los de Junín, tanto desde el juego como en puntos, pero no les alcanzó. Lo de Quilmes y Aldosivi fueron hundimientos en caída libre, al estilo Banfield en 2012, cuando la insólita pérdida de puntos del equipo del Sur posibilitó que San Lorenzo accediera a jugar una promoción.
Lo positivo y lo negativo
Campeón, coperos y descenso. Uno de los aspectos curiosamente positivos de esta competencia tan extendida es que un buen porcentaje de los equipos tuvo algo por lo que pelear hasta el final. Si sumamos los involucrados en las clasificaciones internacionales y los que disputaban con los promedios, en las últimas fechas 22 de los 30 conjuntos tenían algo por lo cual dar batalla. A los 11 clasificados y a los cuatro descensos, hay que sumarle los que zafaron de bajar, más Central y Gimnasia que pudieron aspirar a la Sudamericana. La fecha de los clásicos es otro punto en el haber.
Lo negativo sale más fácil: la partición anual, combinado con el largo parate producto de los conflictos en la AFA y el paro de futbolistas, hace que el torneo necesariamente deba analizarse en dos partes, la de 2016 y la de 2017. Fueron dos torneos en uno y cada semestre tuvo su particularidad. Otro aspecto es que, aunque pareció que cualquiera podía ganarle a cualquiera, la longitud es un guiño a los equipos más grandes y con mayor presupuesto.
Como en 2015, los cinco grandes terminaron en los primeros puestos. Sólo Estudiantes y Banfield se colaron en ese lote. No es de lo más negativo, pero refleja cierta falta de competitividad. Por su parte la definición en las últimas fechas volvió a caracterizarse por la desprolijidad. Es momento de que los partidos decisivos se juegan a la misma hora, no sólo en la fecha final sino incluso desde un par de fechas antes. Un cuarto aspecto es que la extensión del torneo podría verse como una señal positiva para los entrenadores, pero la realidad es que sólo ocho equipos conservaron el DT desde principio de campeonato.
Las frutillas del postre (vencido y en estado de descomposición) tienen que ver con la estructural ausencia de visitantes -camuflada cada tanto con los “neutrales”- y con la peor noticia que deja este torneo: el fin del Fútbol para Todos. Cualquier análisis termina ahí. Desde el campeonato que viene habrá que pagar para ver. No hay peor retroceso que ése. La pelota seguirá girando, pero más herida que nunca.
*Por Sebastián Tafuro para Notas Periodismo Popular