El día que Luca Prodan salvó de un intento de abuso a Juana Molina
En la nota de tapa de la edición de junio de Rolling Stone, la artista cuenta cómo el líder de Sumo se convirtió una noche en su «ángel de la guarda».
Por Rolling Stone
Entre su regreso a la Argentina luego de vivir en París -se había ido con su madre Chunchuna Villafañe a fines de los 70- y su debut como actriz cómica, Juana Molina encontró su lugar en Buenos Aires en el Café Einstein y el Zero Bar, epicentros del under de la primavera democrática, donde actuaban las bandas que marcaron el rock nacional en los 80. Ahí conoció a Luca Prodan que, según cuenta la artista en la nota de tapa de la edición de junio de Rolling Stone, la salvó de un intento de abuso.
«Una vez los dos nos subimos al auto de un tipo, que no me acuerdo quién era, pero tenía un fitito tuneado con ruedas gigantes», recuerda Juana. «Era bastante ridículo. Yo iba en el asiento del acompañante y Luca en el de atrás. De golpe el tipo me empezó a hacer preguntas y por dentro pensaba: ‘Ay, este pesado me está tirando onda, la puta madre’. En un momento el tipo me pone la mano en el muslo. Yo era muy joven y sola no hubiera sabido qué hacer con ese tipo ahí. Me quedé dura. Medio que era como un hecho que cualquier tipo te podía poner una mano encima… Y cuando lo ve, Luca salta y le grita (imita el acento tano): ‘¿Pero no te dasss cuenta que no quiere que la toques? ¿No tenésss nada en la cabeza? ¡La chica no quiere saber nada con vos!’. El tipo no sabía dónde meterse. Se quedó asombrado. Y yo lo miraba a Luca sonriendo y pensaba: ‘¡Mi ángel de la guarda!'»
Su desembarco en la noche contracultural porteña fue por un encuentro casual en un colectivo con un hombre que, sin haber cruzado ni una palabra antes, le dijo a Juana: «Vos no sos de acá». «‘Sí soy’, le contestó y el hombre insistió: ‘Bueno, pero estuviste mucho tiempo afuera’. Era Omar Chabán. Me había sacado la ficha.» A partir de ahí se hizo habitué del Einstein.
Por Rolling Stone