La vuelta al mundo como bandera
Por Aldea Global para La Tinta
Los recientes acontecimientos internacionales han sacudido a la Región: América Latina emerge cada vez más como un territorio en disputa que presenta diversos matices y giros conforme se suceden los distintos gobiernos de turno. Si bien el giro hacia la derecha es evidente en los nuevos gobiernos conservadores de Mauricio Macri en Argentina y Michel Temer en Brasil, el “fin de ciclo” de los gobiernos progresistas no alcanzó a cerrar su círculo en el país hermano de Ecuador, donde tras el balotaje, el candidato oficialista de Alianza País, Lenin Moreno, venció en las urnas con poco más del 51%.
La particularidad que reúnen los nuevos gobiernos conservadores de nuestra Región es claramente perceptible en sus discursos y acciones políticas concretas: el mecanismo consiste en bregar por el respeto de las instituciones, tergiversando y manipulando a su favor herramientas democráticas para fines autoritarios e ilegítimos. A partir de allí, el constante llamamiento a respetar las instituciones y los procesos democráticos –con la presencia y solidaridad inescindible de los medios hegemónicos de comunicación- se moldea la consciencia de los pueblos, accionando sobre sus propias percepciones, y lo que es peor, sus necesidades. En este contexto, no es de extrañar que un ciudadano repudie la presunta corrupción de un mandatario de turno pero, sin embargo, exprese su voto y confianza en un candidato también salpicado por causas de corrupción –como Michel Temer- o procesado por la justicia, en el caso de Mauricio Macri, a lo que luego se sumaría el escándalo global de sus cuentas off-shore denunciadas por Panama Papers.
La deconstrucción de las noticias, los discursos y las políticas públicas de estos gobiernos se convierte de esta manera en un axioma indispensable para la correcta interpretación de la realidad política local e internacional.
Tras la asunción del gobierno conservador de Mauricio Macri, la política exterior argentina ha tomado un giro sin precedentes. Tomando la “vuelta al mundo de la Argentina” como bandera, Mauricio Macri impulsó cambios notables en la política exterior, reflejados tanto en las políticas económicas como en las políticas sociales, las de derechos humanos, los reclamos de soberanía y las políticas de defensa.
Malvinas: un antes y después
A días de la conmemoración de los 35 años de la Guerra de Malvinas, y después de una lucha y reivindicación histórica, la nueva política exterior argentina de Mauricio Macri difiere en mucho con la de su antecesora Cristina Fernández de Kirchner. Nadie podría negar que a lo largo de los gobiernos kirchneristas el reclamo de soberanía de las Islas Malvinas ha sido uno de los principales ejes en lo que a política exterior se refiere: las exigencias y reivindicaciones del reclamo eran vivas e inquebrantables tanto en las Naciones Unidas como en la comunidad internacional en general. Como acciones políticas concretas, el gobierno del Frente para la Victoria impulsó los bloqueos tanto marítimos como aéreos a las Islas Malvinas, estrangulando el aprovisionamiento de recursos y la conexión de los Kelpers con el continente. Tal fue el caso de la Ley Gaucho Rivero, que prohibía el amarre, la permanencia y abastecimiento de barcos con banderas de las Islas o del Reino Unido, en las provincias colindantes al Mar Argentino.
Frente a estas políticas de tensión con el Reino Unido, Mauricio Macri optó por suavizar rápidamente las relaciones con dicho país, manteniendo de esta manera relaciones “inteligentes” y maduras con el mundo. En primera instancia, promovió la reanudación de los vuelos que conectaban a las Islas Malvinas con las provincias argentinas, al igual que la recepción de los barcos extranjeros en los puertos del Mar Argentino.
La sumisión de Mauricio Macri a Gran Bretaña es tan expresa como vergonzosa e hiriente para un pueblo que sufrió la guerra y sigue exigiendo tanto la soberanía del territorio que le pertenece como el respeto y la memoria por los caídos en Malvinas, una política exterior activa que no deje de reclamar soberanía ante la comunidad internacional.
No necesitamos solapar las relaciones con el Reino Unido en torno a Malvinas, porque fue el gobierno de la «Dama de hierro» el que hundió el Belgrano y generó más de 300 pérdidas más a nuestro país cuando la guerra ya estaba completamente perdida.
Un argumento más a la lucha y reclamo de las Islas lo constituye el reciente fallo de la ONU, que establece el nuevo límite exterior de la Plataforma Continental Argentina. Mediante este fallo, se otorga a la Argentina un 35% más de superficie (1.700.000 m2) a su plataforma continental, área en la cual según la Convención del Mar no se pueden explorar y explotar los recursos de un Estado sin su consentimiento expreso siendo ésta una zona económica exclusiva. Si uno observa en el mapa, la nueva Plataforma Continental Argentina incluye en su totalidad a las Islas Malvinas. ¿Dónde está el enérgico e inclaudicable reclamo de Malvinas que tanto profesa el gobierno de Cambiemos? Silencio internacional.
Derechos Humanos: ¿qué es lo nuevo?
Los silencios del gobierno de Mauricio Macri fueron también expresos el 24 de Marzo, el día de la Memoria. A diferencia de la política activa de Derechos Humanos de los anteriores gobiernos kirchneristas, el nuevo gobierno de Cambiemos no realizó ningún acto oficial por el Día de la Memoria. Alejandose aún más de ello, el Presidente visitó la casa de Anna Frank en Amsterdam, enarbolando la lucha por los derechos humanos y condenando los ataques del último gran genocidio europeo. El silencio de un genocidio –el argentino durante la dictadura- y el pronunciamiento sobre otro –el europeo- desnuda la doble moral del Presidente, al igual que lo ha evidenciado su encendido reclamo de liberación de Leopoldo López y su condescendencia respecto de la presa política argentina Milagro Sala. En este sentido, los derechos humanos parecen ser selectivos y, más aún, los presos políticos.
La visita de Barack Obama el 24 de Marzo de 2016 –representante del principal responsable político de la última dictadura militar-, el silencio sobre el mayor genocidio de la historia argentina, el cuestionamiento de la cantidad de desaparecidos por parte de los funcionarios del gobierno –incluido el Presidente- dejan entrever un giro pronunciado en las políticas de Derechos Humanos de la Argentina.
Economía: más lluvias que inversiones
En materia económica, el gobierno de Mauricio Macri llevó a cabo uno de los cambios más contundentes y perjudiciales para el pueblo argentino. En primera instancia, el gobierno endeudó al país para concretar el pago a los fondos buitres por una cifra de 9.300 millones de dólares. De esta manera, los años de litigio y lucha por la reestructuración de la deuda quedaron atrás –e inclusive aquella resolución histórica de la ONU que aprobaba la propuesta argentina contra los Fondos Buitres- para acatar la sumisión a los designios de los grandes empresarios buitres.
Otra de las medidas económicas adoptadas por el gobierno de Mauricio Macri fue la apertura irrestricta de las importaciones, con un claro impacto en la industria nacional, un número descomunal de despidos y el cierre de numerosas fábricas a lo largo y ancho de todo el país.
A esta realidad, se suma la intención de compra de armas a los Estados Unidos por una cantidad exorbitante de dólares por parte del reciente ex embajador argentino en los Estados Unidos, Martín Lousteau. Según declaraciones de Lousteau, efectuadas tras la renuncia a su cargo, todas las gestiones provenían del Ministerio de Defensa de Julio Martínez, oficiando el embajador como un mero intermediario. Asimismo, además de desligarse de cualquier responsabilidad, Lousteau declaró que la gestión se trató de una donación de los Estados Unidos Por su parte, las autoridades del Ministerio de Defensa no han hecho declaraciones públicas al respecto.
La gestión de provisión de armas es alarmante en cualquier sentido. En el caso de confirmar la intención de compra de armas a los Estados Unidos la situación es inquietante teniendo en cuenta el contexto de crisis económica y social que atraviesa la Argentina: un país con una inflación galopante, caída del consumo, conflicto docente, cierre de fábricas, despidos y excesivo aumento de tarifas. En este contexto, la declaración de una guerra a un enemigo aún no declarado lejos está de ser una prioridad en la agenda pública y menos aún, en las necesidades básicas de los argentinos.
Del mismo modo, la gravedad del asunto no disminuye en el caso de confirmarse la presunta donación de armas de los Estados Unidos: esto indicaría una clara injerencia del país del Norte en los asuntos de política doméstica argentina que atañen a la competencia de los Ministerios de Seguridad y Defensa argentinos, según corresponda.
No debemos olvidar los acuerdos de cooperación internacional firmados con los Estados Unidos tras la visita oficial de Barack Obama a la Argentina, en los que se estipula la cooperación de ambos países para declarar la guerra al terrorismo y al narcotráfico. La historia comprueba que la injerencia de los Estados Unidos en los asuntos internos de seguridad y lucha contra el narcotráfico de otros países no ha hecho más que entorpecer y profundizar dichos flagelos, como lo demuestran los casos de México y Colombia.
La Argentina deberá evitar un “giro a la colombiana” en su lucha contra el narcotráfico, como así también respetar la separación de las esferas de competencia de sus Ministerios de Defensa y Seguridad.
Los cambios en la política exterior del gobierno de Mauricio Macri son claramente visibles, especialmente por el impacto perjudicial que estos han generado en el pueblo argentino. El pasaje de un gobierno proteccionista a uno liberal, se condice con el giro hacia la derecha de los nuevos gobiernos conservadores de la Región. Las políticas externas de Mauricio Macri y, consecuentemente, las políticas internas del gobierno no hacen más que confirmar esta tendencia.
La nueva política exterior argentina maneja intereses disfrazados vilmente detrás de una aparente diplomacia, intereses maquillados con “la vuelta al mundo”, “la lluvia de inversiones”…intereses que entregan soberanía y recursos a cambio de la explotación, la pobreza y la sumisión total de un pueblo.
*Por Aldea Global para La Tinta