«Con ley o sin ley nosotras abortamos»
En la tarde de ayer, en el marco del Paro Internacional de Mujeres, se realizó una intervención artística frente al Congreso de la Nación exigiendo por la legalización del aborto.
Actrices, bailarinas, abogadas y periodistas participaron de una acción llamada #NosotrasAbortamos que reclamó frente al Congreso por la legalización del aborto.
En la intervención denuncian la falta de respuestas del Estado: «Ustedes ya saben que la clandestinidad del aborto, además de generar negocios millonarios, garantiza la impunidad sobre las consecuencias de una mala praxis. El resultado: la salud pública recibe a más de 70.000 mujeres al año que deben ser hospitalizadas por las complicaciones de esos abortos sin ley», leían en el comunicado. «Lo que quizá ustedes no sepan es cómo las mujeres se practican un aborto sin ley, en este país y desde hace muchísimos años».
Justo cuando finalizaba, se cruzó con un acto de prensa de la vicepresidenta Gabriela Michetti y la bancada oficialista del PRO que habían elegido las escalinatas del edificio para hacer una foto de prensa. Las mujeres de la acción #NosotrasAbortamos le pusieron música de fondo con el mismo grito: ¡Ley de aborto ya!
Mientras @gabimichetti saludaba a las trabajadoras del Senado en las escalinatas del Congreso, gritamos #LeyDeAbortoYA durante todo el acto. pic.twitter.com/QvK0pT9bzU
— lavaca tuitera (@Lavacatuitera) 8 de marzo de 2017
Diputados, diputadas, senadores y senadoras:
El primer proyecto para la interrupción voluntaria del embarazo se presentó en este Congreso en 1937. El sexto, el 30 de junio del año pasado.
Hasta ahora nunca lo trataron.
Simplemente lo dejaron caer, como quien tira disimuladamente un papel a la basura.
Ustedes ya saben que en Argentina se realizan quinientos mil abortos clandestinos por año y que por día una mujer muere por las consecuencias de esos abortos sin ley.
Ustedes ya saben que la clandestinidad del aborto, además de generar negocios millonarios, garantiza la impunidad sobre las consecuencias de una mala praxis. El resultado: la salud pública recibe a más de 70.000 mujeres al año que deben ser hospitalizadas por las complicaciones de esos abortos sin ley.
Lo que quizá ustedes no sepan es cómo las mujeres se practican un aborto sin ley, en este país y desde hace muchísimos años.
Estamos aquí para reparar esa falta de información.
Cuando una mujer decide abortar no sabe cómo hacerlo. Le pregunta entonces a una amiga o familiar o consulta en Internet cómo hacerse un aborto casero.
Si la decisión la tomó a tiempo, puede recurrir a las pastillas. Para conseguirlas, primero tiene que obtener una receta falsificada. Con esa receta trucha va a la farmacia y paga mil pesos. (Seguramente tampoco están al tanto de que las pastillas abortivas aumentaron un 47 por ciento más que cualquier otro medicamento).
Ya en el baño de su casa, la mujer se introduce dos pastillas en la vagina, pero no como para ponerse un tampón: tiene que ser mucho más atrás, más adentro, más arriba, hasta llegar ahí, justo donde dobla el útero, porque si no, no funciona.
En diferentes tandas tiene que meterse así 12 pastillas.
Si todo sale bien, la mujer tiene contracciones, dolores en el bajo vientre y sangrado durante 24 horas. Este sangrado puede durar hasta 45 días y parará poco a poco.
Si todo sale mal, es decir, si no pasa nada, tiene que volver a meterse 12 pastillas la próxima semana.
Y si ni así logra producirse un aborto, tiene que conseguir un Médico Abortero Clandestino. Por 5 dólares consigue que en un consultorio sin control y muchas veces sin higiene,
le den una cita.
La mujer llega acompañada por una amiga, la hacen pasar sola a una sala con una camilla, la duermen.
La despiertan a las cachetadas, le colocan la bombacha de prepo, un apósito gordo y con una palmadita en la espalda, la despiden.
Si pregunta qué tiene que hacer ahora, le responden: nada.
Si pregunta qué hace si le pasa algo, le responden: andá al hospital y de esto no digas nada.
Las frases las escupe el médico abortero clandestino que la va empujando hacia la puerta, mientras le dice a la amiga: “Llevala”.
Todavía mareada por la anestesia, aturdida, con el apósito mojado por la sangre, la mujer sale a la calle, abrazada por su amiga.
Si la mujer es madre, llegará así a su casa para hacer la cena y atender a sus hijos.
Si la mujer es trabajadora, llegará así a su trabajo, con el apósito entre las piernas.
Si la mujer es estudiante, rendirá así el examen.
Y si es empleada del Congreso de la Nación, se sentará así en su escritorio a ordenar la rutina legislativa.
En cualquier caso, estas mujeres estarán así, sangrando en silencio, durante semanas hasta que el aborto sea un recuerdo negado.
Si así fuera, tendrá suerte.
Sino, habrá hemorragia.
Y ahí sí que tendrá que vérsela con la Medicina, la policía, la justicia, la prensa, la opinión pública y todos los que no estuvieron cuando ella entró a ese consultorio mugriento y mal equipado.
Diputados, diputadas, senadores, senadoras:
Quedan ustedes debidamente informados:
Con ley o sin ley nosotras abortamos.
Fuente: La Vaca