“El policía le disparó de una, sin pensar nada”
Agustín es primo de Franco, el último pibe asesinado por la Policía de Córdoba. Contó a los medios a horas del homicidio cómo un oficial sin mediar palabra desenfundó el arma y disparó a quemarropa.
Por María del Mar Job para La Tinta
Como todas las mañanas, me despierto, atiendo a mi bebé y prendo la tele para ponerme al día con las noticias mientras leo portales de Internet. Otra vez la noticia es un pibe muerto en manos de la Policía de Córdoba. Un pibe de 18 años que iba en moto con su primo y que fue baleado a quemarropa. Inevitable la comparación con el “caso” (así pasan a llamarse en la jerga periodística las historias truncas de vida de cientos de pibes y sus familias) de Güere Pellico (también de 18 años), quien fue asesinado en julio de 2014 cuando iba en moto con su primo Maximiliano, circulando en su barrio Los Cortaderos de la ciudad de Córdoba, desarmados y volvían de comprar bebidas de un kiosco. Cambiás la fecha y la ciudad, y el caso es idéntico.
Gracias a la incansable lucha de la familia Pellico, los policías Ramón Leiva y Lucas Chávez fueron condenados, en diciembre de 2016, a cadena perpetua por el homicidio calificado de Fernando “Güere” Pellico.
Según un informe realizado por el Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), titulado “Uso letal de la fuerza por parte de agentes estatales en Córdoba”, la Policía de Córdoba sólo entre 2011 y abril de 2016 dejó 77 vidas truncas. 77 familias destruidas gracias al gatillo fácil de un uniformado. Y seguimos contando (hasta que el próximo sea yo o vos y dejemos de contar).
Franco Amaya, el pibe que quería ser peluquero
Miércoles 22 de febrero de 2017. 2.30 de la madrugada. Villa Carlos Paz. Franco Enrique Amaya (18) y su primo Agustín circulan en una motocicleta por el puente Los Gigantes. Iban de la casa de Agustín en barrio La Quinta a la de Franco, en Playa de Oro, para cambiarse la camisa y luego ir al baile de Ulises Bueno.
Un móvil policial con dos uniformados los quiere detener en un control de rutina.
Según la versión de Agustín, a la moto le venían fallando los frenos por lo que les cuesta poder parar.
Mientras intentaban rebajar la velocidad y al ver que el Policía desenfundó el arma, Agustín comenzó a hacerle señas de que no dispare. Cuando llegaron a la esquina de Alem y Los Gigantes, el Policía disparó a menos de un metro del joven y cayó en el lugar.
“Veníamos por el Puente Los Gigantes y sale el policía de repente, un metro antes de que lleguemos, nos hace señas y saca el arma. Cuando saca el arma, mi primo quiere frenar y no tenía muchos frenos la moto y cuando quiso empezar a hacer los rebajes, el policía le disparó de una, sin pensar nada”, contó Agustín a los medios locales.
“Le disparó al lado, no vi dónde le pegó pero vi que le empezó a faltar el aire y agonizar”, continuó contando. “Escuché un zumbido que me dejó sordo y escuché otro (disparo) a lo lejos. Escuché dos tiros, creo que eran dos tiros”, recordó Agustín.
Agustín intentó reanimarlo y al pedir el traslado a una guardia de hospital el policía se negó.
“Nos caímos al piso y cuando yo lo veo, el policía viene y me dice ‘no le pegué, no le pegué’ y estaba desangrándose y yo le decía ‘cómo que no’. Paraban los taxis y le decía a los taxis y a la gente que no me trajera al hospital”, narró Agustín.
“Mi primo me miraba y agonizaba, quería traerlo en la moto pero no me dejaban”, recordó Agustín.
Un amigo del sobreviviente pasó en un automóvil, paró y lo cargaron ellos pese a la negativa del uniformado. Los jóvenes llevaron a la víctima a la guardia del Hospital Municipal Gumersindo Sayago de Carlos Paz, donde falleció por un disparo a la altura del tórax.
“Ingresó con una herida de arma de fuego con un paro cardiorrespiratorio. No tuvimos éxito en la reanimación”, sostuvo Judith Barrera, directora del Hospital Sayago, en una entrevista con radio Universidad.
A horas de ocurrido el hecho, en la puerta del Hospital, Agustín asegura, aún sin comprender por qué les pasó esto: “Disparó sin ninguna razón, no pensó en nada”.
Franco no tenía antecedentes.
Franco estudiaba peluquería, mañana se iba a recibir de peluquero y trabajaba en un lavadero.
“No andaba armado, no tiene antecedentes, trabaja, estudia”, sostuvo aún en shock y con su hijo en el hospital, Laura Cortéz.
La versión policial
Desde el área de prensa de la Policía sostienen que cuando se quiso realizar el control de la moto, la misma habría acelerado y dirigido hacia el personal policial.
“Uno de los dos policías del control se tiró al piso y escuchó a su compañero -Rodrigo Belardo Bustos- realizar un disparo”, sostuvieron a La Voz del Interior.
Sin embargo, se comprobó que los jóvenes no portaban armas ni que hubo intercambio de disparos.
Detenido e imputado
El autor de los disparos es el oficial de la Policía de Córdoba, Rodrigo Belardo Bustos (25). Tendría pocos años en la fuerza. La fiscal Jorgelina Gómez lo imputó por homicidio calificado por el asesinato de Franco Enrique Amaya.
La fiscal explicó que la imputación se debe a que el homicidio habría sido cometido en el ejercicio de sus funciones. El oficial se encuentra detenido mientras se recaban elementos de la causa.
Por María del Mar Job para La Tinta