«Los mestizos tuvieron la oportunidad y fallaron»: el terremoto zapatista se prepara para 2018

«Los mestizos tuvieron la oportunidad y fallaron»: el terremoto zapatista se prepara para 2018
14 febrero, 2017 por Redacción La tinta

El camino a las elecciones presidenciales ya se ha puesto color de hormiga, pero lo más interesante es que también se ha puesto del color de la tierra.

Por Luis Alberto González Arenas para Vice

El mes de enero se ha tomado como una temporalidad para mover los ejes de la tierra, es una castañuela dentro del calendario gregoriano que registra el epicentro de lo que pretende el nuevo orden mundial. Parece el mes cero, el mes donde el año cae de boca y se tira los dientes. Mientras sucede de todo en diversas geografías, los Altos de Chiapas abren sus montañas, deshilan la neblina y reciben a 82 científicos de diversos países que vienen a hablar sobre la actualidad de la ciencia; sobre la importancia que ésta tiene para unir a un mundo desquebrajado.

«La ciencia no es fácil, cuesta, exige, demanda, obliga. Es obvio que no sea popular ni siquiera entre la comunidad científica», dice el Subcomandante Galeano, agregando una crítica minuciosa a aquellas seudociencias, que en lugar de recurrir a la observación y la experimentación, se entregan únicamente al razonamiento lógico del lenguaje. Lo dice dirigiendo su mirada crítica a la que se denomina como «madre de todas las ciencias», es decir, la filosofía, carrera que el simbólicamente difunto Sup. Marcos, estudió, pero que hoy, ya como Galeano, señala como aquella que cobardemente se refugia solamente en los rincones del lenguaje. Es la palabra rimbombante que se queda en palabra y nunca trasciende a la acción, solo se va diluyendo en razonamientos occidentales y en egos intelectuales.

Es así como se llevó a cabo el evento denominado «ConCiencias por la Humanidad», que más allá de un juego de palabras: Con-las-ciencias, es una manera de decir que los saberes ancestrales necesitan también del brazo científico e ir así  en Con-Junto construyendo caminos. El saber ancestral ya no es suficiente y los Zapatistas lo van sabiendo: Ya no llega la lluvia como antes a la milpa, el clima se comporta de manera distinta por los efectos del calentamiento global y es entonces que ese saber ancestral se enfrenta a un mundo que ya no conoce, que ha cambiado de rostro y que sus manos son distintas. Galeano va encendiendo su pipa y sacando humo de olor avainillado que se diluye en el aire para compartir que el ‘saber ancestral’ de los indígenas se enfrenta a un mundo que no entienden, que no conocen; y, «en lugar de consolarse en las ermitas o iglesias, o acudir al rezo, las zapatistas, los zapatistas, se dan cuenta de que necesitan el conocimiento científico, ya no por curiosidad, sino por la necesidad de hacer algo real para transformar la realidad o lidiar con ella en mejores condiciones».

No hay duda, el zapatismo es un movimiento que piensa en su permanencia, es una conciencia anticipadora, como lo es también la misma esperanza. Así llevan 23 años, que han cumplido el pasado 1 de enero, el mes que está cimbrando el planeta. El zapatismo es un movimiento que ha establecido dos citas ineludibles: la del arte (festival CompArte) y la de las ciencias (ConCiencias). Arte y ciencia. Que mejor manera de anticiparse al futuro, que mejor camino para andar en el presente.

Así se va dando otro epicentro, uno que van mirando esos agujeritos temblorosos pintados en el gran telón de la noche y que se alza para extender el escenario luminoso marcado por un sol intenso de montaña que sobrepasa los poros de la piel, y tal como el frío que lo antecedió, llega a los huesos. La tierra empieza a moverse por los casi 600 delegados que se dan cita en tierras autónomas para traer la decisión que ha tomado cada uno de sus pueblos con respecto a la designación de una candidata indígena para contender por la presidencia de la República en 2018. Un acto que más allá de ir por el poder, es performativo, es un acto simbólico para exhibir el racismo, el olvido y la marginación que siguen experimentando los pueblos indios. Basta con un ejemplo, el del representante del PAN ante el Instituto Nacional Electoral (INE), Francisco Gárate, quien, «así de plano», dijo: «es una ocurrencia y un disparate». Y con la clara intención de minimizar a los pueblos indígenas remató: «¿Pus, pa’ qué? , si la comunidad indígena en el país apenas alcanza el uno por ciento».

No contento con sobajar a 16 millones de indígenas que hay en el país, echó una capa más al muro de la marginación y el olvido: «Si existiera el Reino Teponaca y se fueran a disputar el Imperio de la Triple Alianza, mediante el voto de las y los señores indígenas mayores de 18 años, en lugar de las Guerras Floridas, pues muy bien».

Está claro que Gárate se empeña en ver a todas y todos los indígenas como menores de edad, como incapaces de decidir, razón por la que el Estado debería seguir decidiendo por ellas y ellos. Pues bien, con estos comentarios, él como otros, van dando razón para una iniciativa de estas dimensiones y que busca entrar en las venas del sistema político de México en el intento estético, simbólico y legal de atacarlo al corazón para que éste deje de bombear aceite quemado y comience a bombear la sangre de los «pueblos originarios». Su mensaje.

Personas de las más distintas geografías van tomando lugar dentro del hermoso auditorio del caracol de Oventik. Se sientan en sillas y pupitres de la escuela autónoma que hoy se prestan para el evento. Otros deciden hacer piso y descubren que está lleno de hojas de pino de un verde elegante y aromático. La gente calla y entra la delegación precedida por una mujer. No es la candidata. Es una de las delegadas del CNI. La acompañan otros delegados y los Subcomandantes David y Moisés. Ella invoca su voz. Ve al auditorio. Suspira y su palabra se libera con un pequeño falsete que después agarra fuerza y se ancla a cada oído en aquel espacio.

«Se aprueba la creación de un Concejo Indígena de Gobierno —sí, Concejo, con «c»— que tenga la misma cantidad de hombres que de mujeres, este Concejo se regirá bajo los siete principios del Congreso Nacional Indígena: Obedecer y no mandar. Bajar y no subir. Proponer y no imponer. Convencer y no vencer. Representar y no suplantar. Servir y no servirse. Construir y no destruir».

La mujer hace una pequeña pausa, mira a su lado y ve a Doña Bertha, madre de Julio César Ramírez, estudiante desaparecido de Ayotzinapa. Ella le esboza una sonrisa y después asiente con el ceño fruncido. La delegada levanta la mirada y ve como el naranja de la tarde acaricia los rostros ansiosos de la audiencia.

«Se aprueba que una mujer indígena sea la vocera del Concejo y que a su vez sea candidata a la presidencia de la República». El auditorio estalla en muestras de apoyo y cientos de gestos alegres se encuentran entre sí. Las olas naranja empapan cada rincón y la espuma llega a las botas de alguien que nadie ve, más bien, que no se ha dejado ver por nada del mundo.

El Subcomandante Galeano no estuvo presente en el auditorio: quiere mantener el perfil bajo, está harto de que los medios sigan invocando al personaje que hizo época—Marcos—por ello ha intentado de todo, hasta suicidar a ese actor, a «esa botarga» para que la atención pueda centrarse en lo más importante: las comunidades indígenas y su Concejo; y es que con esta iniciativa le desespera que los titulares reduzcan todo a: «Marcos lanza una candidata indígena a la Presidencia de la República».

Quiere que de una vez por todas sepan que aunque el EZLN está involucrado, son los pueblos indígenas de todo el país quienes irán decidiendo cada paso. En octubre pasado el Subcomandante dijo que era la hora de darle oportunidad a un gobierno «de abajo y a la izquierda», llevado totalmente por indígenas, «pues los mestizos ya tuvieron la oportunidad y fallaron, los hombres también la tuvieron y vimos que no pudieron, es momento entonces de que gobiernen los pueblos indígenas de México representados por una mujer», advirtió; y agregó que aunque muchos dirán que su propuesta se contradice con sus principios, «nadie los puede acusar de incongruentes, porque los únicos que los pueden acusar de eso son los pueblos». Agregó que la iniciativa «no es para tumbar a un gobierno, sino a todos».

El 27 y 28 de mayo próximos se decidirá la constituyente del Concejo y en ese mismo mes se develará a la candidata que lo represente. Un desafío al lobo entrándole por la boca. Una nueva historia con otras posibilidades y peligros, sobre todo y como siempre, para las comunidades indígenas que son las que sostendrán la columna vertebral de esta propuesta.

El camino a las elecciones presidenciales ya se ha puesto color de hormiga, pero lo más interesante es que también se ha puesto del color de la tierra. El movimiento zapatista da un nuevo revés y le dice al mundo que el futuro no le da miedo, porque va construyendo desde una mirada muy otra: mirando desde las ciencias, el arte y los saberes, una mirada que no quiere caer en el aislamiento ni en la autocensura. Es un compromiso que busca un terremoto, pero no destructivo, sino de conciencias hacia la vida.

*Por Luis Alberto González Arenas para Vice. Foto: Jade Beall

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