Violadores Adultos Ricos (que alguna vez fueron niños)
Un pensador nacional, Carlos Menem, habló de la niñez y la dividió en dos. Hay dos clases de niños, dijo: “Niños pobres con hambre y niños ricos con tristeza”. Para él eran igualmente desdichados y se proponía gobernar para ambos. Sin embargo, el hambre y la tristeza no marcan del mismo modo. La tristeza suele solucionarse. De hecho, en pocos meses de gobierno, Menem cumplió el 50% de su promesa: los padres de los niños ricos empezaron a ganar tanto pero tanto dinero que hasta pudieron comprar para sus hijos la alegría que les venía faltando.
José Pablo Feinmann, La existencia destino
El contexto es difícil de imaginar para aquellas que nacimos y crecimos lejos de barrios privados, más lejos aún de consumos desmedidos, y a millones de años luz de infancias transcurridas con… déjenos pensar… con… ¿qué tienen las infancias de las clases dominantes de Argentina? Dicen que mucho, de todo, mucho más. Mucha comida, cientos de juguetes, nanas que garantizan crianzas, viajes a Europa o a Disney, clases de tenis y rugby en clubes de la high society. Mucho rugby, uno de los deportes favoritos de los ricos. Sí, pareciera que estamos cayendo en estereotipos, esos que tantos criticamos. Además, dicen que el mote de “deporte elitista” ya no cabe tanto para el rugby, y que hoy los ricos prefieren practicar otro tipo de deportes, como golf, vela, sky (lo dice La Nación, el diario de los ricos).
Pero sí, el rugby en Mendoza -en este caso específico pero no aislado que queremos analizar- cobra relevancia por ser uno de los factores que más estuvo presente en el tratamiento mediático que se le dio a la violación de una mujer.
Siempre escuchamos hablar sobre cómo el deporte es una herramienta importante para el desarrollo de capacidades de trabajo en grupo, de compañerismo, de acompañamiento y valores. Pero nunca nos preguntamos qué tipo de valores son los que se enseñan en esos grupos. En muchos casos, el machismo y el sentimiento de un gran poder: tengo la capacidad física y la aprobación social para hacer lo que quiera con quién quiera, pero siempre apoyado por mis compañeros, mis “hermanos”, y si a la sensación de poder sobre los cuerpos de todos y todas le sumamos el dinero, entonces el combo es explosivo.
A fines de diciembre del 2016, en la víspera de Navidad, una chica de 24 años asistió a una fiesta privada en un barrio privado de Mendoza Capital, en el domicilio privado del manager del seleccionado de la Unión de Rugby de Cuyo, que celebraban haber ganado el Seven de la República disputado en Paraná. ¿Dijimos tres veces la palabra “privada/o”? Sí, es que a los ricos, les encanta lo privado y como queremos que lean esta nota, la escribimos para que se sientan como en casa.
La joven fue violada en un estado de inconsciencia por alcohol y alguna droga que supone le dieron sin que se diese cuenta. En sus declaraciones y en las de los testigos, cinco personas entraron en contacto con su cuerpo esa noche. Cinco bestias rugbiers que no le permitieron decidir a una mujer sobre su vida sexual. Cinco acusados que son defendidos por una sexta bestia buitre (no rugbier): Juan Day. No nos olvidemos ese nombre.
El abogado de los cinco acusados, (entre los que se encuentra el manager del seleccionado) declaró que «¿Por qué no pensar que la chica los incitó? Quizás ella abusó de esos chicos». Además, para excusarlos dijo que «Son exitosos y deportistas. No necesitan llegar a eso».
De golpe, muchas noticias del mismo tenor salen a la luz: rugbiers acusados de violaciones o ataques sexuales grupales. ¿Por qué, si son tipos ganadores, exitosos, deportistas, ricos, tienen que llegar a “eso” de drogar y violar mujeres? El remate de Day, vino dado por decir que es machista pensar que «si existe relación de naturaleza sexual donde han estado dos personas intimando con ropa y un hombre eyacula hay abuso”.
Pero este abogado no defiende sólo a cinco acusados de abuso sexual agravado por acceso carnal y por la participación de dos o más personas en el hecho. Su prontuario indica que es un abogado penalista que defendió a dos ex magistrados involucrados en delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en Mendoza: Luis Miret y Guillermo Petra. Ambos acusados por lo que omitieron conscientemente hacer: uno de los defendidos de Day fue juzgado luego de haber ingresado al D2, haber reconocido detenciones ilegales y haber tomado conocimiento de violaciones, torturas y condiciones inhumanas de detención y no hacer absolutamente nada. Day, además, menospreció a quienes afirmaban que desde la Justicia se garantizó la impunidad.
Juan Day no es un nombre más. Es uno de esos nombres que se nos tiene que quedar dando vueltas por la cabeza para escracharlos cuando tengamos oportunidad. Es uno de esos hombres cuyo rol es defender un sistema de violencia ante un estado cómplice y generador de las mismas. Es un engranaje eficaz en el mantenimiento de argumentos vomitivos, esos que justifican la violación, esos que justifican el silencio ante tanta impunidad, esos que son capaces de exponer sus verdaderas raíces machistas sin pruritos en la lengua tratando de mostrar que las acciones de los ricos y musculosos rugbiers mendocinos no necesitan de consentimiento para llevarse adelante.
Hace un tiempo, Camila Sosa Villada escribió un relato hermoso, pero doloroso, increíble, pero real, demasiado real: Pobres y estúpidos niños ricos. En el relato de Camila, ese éxito del que el abogado habla se desdibuja: “Pocas veces estuve envuelta en situaciones verdaderamente miserables como esa. Niñas y niños ricos perfumados internacionalmente regateando el pago a una travesti sólo para sentirse alguien en la vida. Tanta carencia, tanta falta de afecto, tanta falta de lucidez, tan poca lectura, tan poco contacto con la belleza». También narra en su relato, la crueldad y la capacidad de daño de estos hombres para nada inocentes. No querida y hermosa Camila, no son estúpidos. No son niños.
Lo fueron sí, niños cuyas infancias seguramente fueron moldeadas por suntuosidades, lujos, materialidades disponibles en su aquí/ahora. Niños cuyos padres y madres fueron beneficiados por la promesa menemista de gobernar para quitarle la tristeza a la mitad de los niños, los ricos. Niños que vieron reproducir modelos de violencia y opresión hacia las mujeres en su temprana infancia. Niños que reprodujeron la violencia. Pero sobre todo, niños que convertidos en jóvenes y adultos decidieron seguir reproduciendo patrones de opresión y de violencia. Decidieron ser violadores. Ricos, rugbiers, violadores mil veces malditos.
Los violadores adultos ricos, que alguna vez fueron niños ricos están padeciendo, dice el abogado. ¿Qué es lo que padecen? ¿Será que su tristeza de niño rico en los noventa nao tem fim, como dice la canción de Vinicius de Moraes? ¿Acaso padecen que cada vez somos más las que nos animamos a salir a denunciarlos? ¿Será que no gozan de la impunidad que les da el dinero para ocultar aquellas aberraciones que nosotras hacemos visibles/audibles?