Misiones, una provincia que se hartó
9 días, 4 semanas, 25 años; el tiempo de resistencia y de desazón se hacen uno en la provincia fronteriza, y los fallos de años reverdecen en un levantamiento sin precedentes. En Misiones, en la noche del martes, decenas de puntos de concentración son sedes del descontento que perdió miedo y mansedumbre.
Por Pablo García para La tinta
Hacía ya cuatro semanas, los docentes provinciales, los disidentes al conjunto de gremios oficialistas, sostenían paros, acampes y movilizaciones. Cualquiera podía ser la gota que hiciera rebasar ese vaso, pero es algo que puertas adentro se viene diciendo también hace mucho tiempo. No fue una docente en huelga de hambre, desmayándose frente a la Legislatura provincial. Tampoco fue la falta de respuestas a las decenas de pedidos de apertura de mesas salariales en diversos sectores del empleo público provincial.
El jueves 16, se desató la tormenta perfecta. Por la tarde, el acampe de retirados de la Policía de Misiones y del Servicio Penitenciario provincial abandonó el frente de la Jefatura de Policía. Fue un acto de desorientación frente a un Gobierno provincial que desarmó la Mesa de Diálogo que hacía cuatro años servía de puente para responder a las demandas salariales de los policías. Horas después, los docentes autoconvocados, acompañados por los gremios disidentes a UDPM, marcharon hasta la Legislatura. Y fue allí, entre las calles Alberdi e Ivanoski, que los trabajadores de la educación mostraron su hartazgo y derrumbaron el vallado policial que protegía el edificio legislativo.
Ahí comenzaba a caer algo que el gobernador Hugo Passalacqua siempre admiró y celebró, la “mansedumbre” que ―según él― caracteriza al pueblo misionero, heredero de la “tierra sin mal”. Ambos, la calma y el mito de la tierra prometida, fueron apropiados por el Frente Renovador desde lo más profundo de la cultura y mitología mbya guaraní.
Fue la represión policial contra maestros, la indiferencia de la plana mayor de la política provincial y la falta de un mecanismo de negociación para los trabajadores de Seguridad lo que impulsó a un pequeño grupo de policías a utilizar sus móviles para trasladar neumáticos hasta el frente del Comando Radioeléctrico de la UR I, incendiarlos y empezar así una protesta épica que todavía continúa al lado mío, mientras escribo estas líneas.
¿Cómo le explico a un cordobés promedio esta protesta que empezó policial y docente, pero que hoy convoca a judiciales, sanitarios, guardaparques, taxistas y municipales? Me imagino que alguna similitud encontrarán con lo que pasó ahí en 2013 y que también ocurría acá en 2012.
Policías en las calles
Digo en las calles y no acuartelados, como sucediera en otros lugares y tiempos, porque el Comando Radioeléctrico sigue funcionando y los móviles policiales están a resguardo y disponibles para el uso de la autoridad judicial o policial que lo requiera. Esto no quita gravedad a la situación inusitada ―y hasta atemorizante para cualquier hijo de vecino― de encontrar un viernes por la mañana a un centenar de activos y retirados, algunos con sus armas reglamentarias a tiro de un manotazo.
A medida que pasaron los días, la euforia y el cansancio fueron caldeando los ánimos del personal policial y del cuerpo de retirados. Las respuestas que dio el Gobierno provincial, representado por el ministro de Gobierno ―y Seguridad―, Marcelo Pérez, les parecieron siempre “una burla”, en palabras de Ramón Amarilla, el más combativo de los retirados que encabeza la representación de la protesta.
Con el paso de los días, fue cada vez más ensordecedor el silencio de las máximas autoridades que deben responder a todos los conflictos que subsisten. Nada se ha sabido del gobernador Passalacqua, más que una reunión con los jefes de las Fuerzas de Seguridad en el Comité de Crisis convocado junto a Patricia Bullrich, según permite la legislación nacional. Otro de los que nandi vera («brilla por su ausencia», en guaraní), es el ministro de Hacienda, Economía, Obras y Servicios Públicos, Adolfo Safrán, “el dueño de la caja”.
“Sabemos que estamos expuestos, incluso, que podemos ser detenidos después de esto, pero no toleramos que, en seis meses, nos hayan arrebatado más de nuestro sueldo”, decía Ramón Amarilla, vocero de los policías y penitenciarios, frente a una multitud encendida en torno a la pérdida de poder adquisitivo desatada desde que comenzó la gestión de Milei.
La unidad sindical docente
El primero de los antecedentes que me gustaría recorrer es la historia del gremio docente oficialista, la Unión de Docentes de la Provincia de Misiones (UDPM), creado en 1970 y con el monopolio de la representación sindical desde 1996. Con los años, el poder de esta entidad gremial fue concentrándose en torno al poder político, casi en paralelo a la consolidación del mandamás provincial, Carlos Eduardo Rovira. Así, este gremio único fue cerrando sus filas para convertirse en un bloque infranqueable y que, con el tiempo, no desarrolló los anticuerpos para albergar la disidencia y terminó por abrir la puerta a gremios nacionales que, como UDA (integrado a la CGT), disputan afiliaciones con el más grande, el oficialista UDPM.
En 2020, los espacios más combativos, sumados a los hijos del descontento, miles de autoconvocados de toda la provincia, comenzaron un camino de lucha paralelo y que trajo resultados diversos, con mesas salariales disidentes y resistencia a las recomposiciones salariales y a la falta de inversión en infraestructura escolar en los establecimientos del sistema público de los lugares más alejados: la ruralidad y las comunidades guaraníes.
Las peticiones nunca fueron bien recibidas. El sector sumó y multiplicó sus reivindicaciones para culminar en más de una decena de cortes de rutas nacionales, tan solo en los últimos siete días. La crisis económica y la subsiguiente caída del poder de compra terminaron por empujar a las calles a los menos convencidos.
La protesta escaló sin precedentes recientes, convocando a más de 5.000 docentes, el día después de que los gremios oficialistas aceptaran un aumento de sueldo que depositaría al salario de los y las maestras en la módica suma de $400.000 sin antigüedad. Tampoco es que la antigüedad sume demasiado por estas tierras. Un docente de este nivel con 14 años de servicio gana solo $8.000 más que los ingresantes, porque más del 70% del salario se compone de adicionales no remunerativos al básico.
Luego de presentarse frente al Comando Radioeléctrico, donde se ubica la asonada policial (“porque acá están todos los reflectores, los medios nacionales”, Mónica Gurina, CTA), de realizar un piquete con quema de neumáticos sobre la avenida Uruguay, los docentes convocaron a movilizarse hasta la Ruta Nacional 12, en la entrada de Candelaria, para llevar la lucha a un nuevo nivel e interrumpir la entrada y salida de automóviles y camiones hacia y desde Posadas. Esta ruta recorre el lecho del río Paraná y alcanza hasta la localidad de Puerto Iguazú, hogar de las cataratas.
No somos pocos
Mientras la Policía de Misiones y los gremios y autoconvocados docentes llevan la delantera de los reclamos salariales de muchos sectores de la administración pública provincial, otros cientos de trabajadores de otras reparticiones e instituciones sumaron sus reclamos, pancartas y descontentos, aprovechando el lugar sitiado de periodistas de medios nacionales. Buscando, muchas veces, mostrar realidades que son silenciosas para el gran público, porque en los medios de comunicación locales ―en los privados y en el público que marca la agenda― es inusual encontrarse con voces que cuestionen el relato oficial del gobierno del Frente Renovador de la Concordia (¿cuál concordia?).
El Gobierno provincial cuenta con el incondicional aparato de comunicación que se compone de radios, portales, canales y periódicos que replican sus gacetillas gubernamentales y cuentan historias desconectadas de las realidades más dolorosas, que son muchas en la provincia.
Trabajadores de prensa, guardaparques, taxistas, personal de salud, judiciales y hasta algún municipal desprevenido se sumaron a alzar la voz contra una gestión hegemónica que controla 76 de las 78 municipalidades y tiene mayorías automáticas en los Concejos Deliberantes y en la Legislatura Provincial.
Mientras tanto, el caudillo provincial, el mencionado Rovira, continúa desplegando su paquete de políticas misioneristas que buscarían posicionar a Misiones como receptora de grandes capitales relacionados con los dos sectores que más seducen al driver: la economía del conocimiento y las finanzas ambientales.
En medio del caos desatado, el vicegobernador Lucas Romero Spinelli se mostró sonriente, acompañando a alumnos de escuelas posadeñas a una capacitación en contra del trabajo infantil, sin hacer mención alguna de la situación que hoy vive la provincia y que miran Argentina y el mundo.
* Por Pablo García para La tinta / Imágenes: Marcos Mattos.