TikTok: privacidad, polarización y discursos de odio en la era de los videos cortos
TikTok se encuentra en medio de controversias por preocupaciones sobre la seguridad de datos y la propagación de discursos de odio. A medida que su influencia crece con 1.051 millones de usuarios activos mensuales, surgen desafíos en la era de los videos cortos que requieren regulación y debate público.
Recientemente, TikTok, la popular plataforma de videos de corta duración, ha estado en el centro de un debate político y social en los Estados Unidos y en varios países alrededor del mundo. Este debate se ha enfocado en cuestiones como la seguridad de los datos de los usuarios hasta la propagación de discursos de odio y desinformación. A lo largo de los años, TikTok ha enfrentado acusaciones y críticas que van desde preocupaciones sobre su relación con el gobierno chino hasta su papel en la polarización política y la manipulación de la información, especialmente en distintos procesos electorales y en la propagación de discursos de odio o plataformas políticas extremistas.
En Washington, hay quienes han manifestado preocupaciones acerca de que TikTok pueda encontrarse infiltrada por el gobierno chino con el propósito de espiar a usuarixs estadounidenses o acceder a sus datos. También se ha alertado sobre la posibilidad de que el gobierno chino utilice la aplicación para difundir propaganda dirigida al público estadounidense. En el centro de ambas preocupaciones, subyace el temor de que cualquier empresa que haga negocios en China finalmente queda sujeta a las leyes del Partido Comunista chino (PCCh).
El gobierno de Joe Biden no es, precisamente, la primera administración de los Estados Unidos en mostrarse “preocupada” respecto del accionar de TikTok en el país. De hecho, ya durante los años de Donald Trump en la Casa Blanca, Washington había amenazado con “prohibir” la aplicación si esta no era vendida a alguna empresa estadounidense, en algo que fue visto por la mayoría de los analistas como una movida más del presidente republicano en su cruzada contra los chinos. Incluso, se llegó a sugerir a Oracle y Walmart como posibles compradores, lo que generó una gran agitación entre los creadores de redes sociales, y TikTok inició una prolongada batalla legal contra el gobierno de Estados Unidos. En ese momento, no pocos críticos calificaron la jugada como producto de la xenofobia de Trump, a lo que el republicano respondió que los Estados Unidos tenían derecho a recibir una «participación» en cualquier acuerdo si forzaba la venta de la aplicación a una empresa estadounidense.
Cuando Biden llegó a la Casa Blanca, contrario a lo que algunos podrían suponer, la “guerra comercial” no sólo no terminó, sino que incluso se profundizó y amplió, adquiriendo ribetes más ideológicos y no estrictamente económicos como en la era Trump. Biden planteó la cuestión como una disputa entre las “democracias liberales occidentales” y las “autocracias” o “dictaduras”, en una retórica que no se escuchaba a esos niveles desde los tiempos de la Guerra Fría. En ese marco, la administración Biden revocó la orden ejecutiva de la era Trump contra TikTok, pero la reemplazó con una aún más amplia centrada en investigar la tecnología vinculada a países considerados como adversarios extranjeros, incluida, por supuesto, China. Los legisladores demócratas renovaron sus dudas respecto de TikTok debido a sus lazos con China a través de su empresa matriz, ByteDance, después de que, el año pasado, un informe sugiriera que los datos de usuarixs estadounidenses habían sido accedidos repetidamente por empleados en China.
En respuesta a las acusaciones contra la aplicación referida a la transparencia de datos, más precisamente a que, supuestamente, enviaba datos de los usuarios a Beijing, a comienzos de este año, el CEO Shou Chew declaró que «el gobierno chino en realidad nunca nos ha pedido datos de usuarios estadounidenses y lo hemos dicho públicamente que incluso si nos lo pidieran, no proporcionaríamos esos datos”, ya que «todos los datos de usuarios estadounidenses se almacenan, por defecto, en la infraestructura de Oracle Cloud y el acceso a esos datos está completamente controlado por personal estadounidense”.
Por estas horas, la preocupación no sólo se circunscribe a los Estados Unidos, sino que se está produciendo en varios países alrededor del mundo donde TikTok es la principal plataforma utilizada, especialmente por los jóvenes y adolescentes. Tiene que ver con la propaganda política y la propagación de discursos de odio, o de candidatos ubicados en los extremos políticos, más precisamente, de la ultraderecha, pero también con las fake news o noticias falsas.
De acuerdo con Shou, la “desinformación y la propaganda no tiene lugar en nuestra plataforma, ya que nuestros usuarios no esperan eso”. En India, por ejemplo, TikTok fue prohibido en 2020, lo que produjo un duro cruce diplomático con Beijing y llevó a más de 200 millones de usuarixs a verse forzados a dejar la plataforma. En países del sudeste asiático como, por ejemplo, Malasia, Indonesia o Filipinas, la aplicación estuvo en la mira de sectores democráticos debido a que fue utilizada, en gran parte, para propagar mensajes extremistas y discursos de odio. En las últimas elecciones malayas, por primera vez, se permitió votar a los menores de 21, a partir de los 18 años. En ese marco, la aplicación se convirtió en un nuevo campo de batalla debido a la popularidad en ese sector de jóvenes en el país y se comprobó que muchas de las campañas realizadas allí tenían que ver con discursos de odio. De acuerdo con investigaciones académicas, resulta que, si bien el discurso de odio puede encontrarse en cualquier momento en la plataforma, este se incrementa a medida que se acercan los procesos electorales.
El formato de videos de corta duración y efectistas utilizado en TikTok plantea desafíos diferentes en comparación con otras plataformas tradicionales basadas en textos, como podía ser en su momento Facebook o actualmente X (ex Twitter). La limitada duración de los videos dificulta proporcionar contexto y verificar la información presentada, lo que convierte a la plataforma en un terreno fértil para la propagación de discursos de odio y desinformación. Además, TikTok diseña algoritmos para mostrar a los usuarios contenido basado en sus intereses, creando microclimas que refuerzan aún más las creencias y sesgos ya existentes en determinados grupos o sectores sociales.
Se ha convertido en una herramienta fundamental para discursos extremistas, ya que estos se retroalimentan entre sí. Muchas veces, esto se realiza desde cuentas falsas o de trolls, potenciadas o financiadas por los mismos partidos políticos en algunas ocasiones, pero, en otras, directamente por iniciativa propia de la militancia de los candidatos, lo que lo hace aún más complejo para pensar recetas que puedan ser de utilidad a la hora de contrarrestar la situación.
En 2023, la plataforma cuenta con 1.051 millones de usuarixs activos mensuales, lo que representa un aumento considerable si se compara con 2022, año en el que la cifra cerró en 800 millones de usuarios activos por mes. La influencia y el impacto de TikTok en la sociedad actual son innegables. Su formato de videos cortos ha revolucionado la forma en que se consume y se comparte contenido en línea, pero también ha planteado cuestiones apremiantes sobre la privacidad, la seguridad y la calidad de la información en la era digital. A medida que TikTok continúa desempeñando un papel importante en la vida de millones de personas en todo el mundo, la necesidad de abordar estas preocupaciones se vuelve cada vez más urgente. La regulación, la educación y el debate público serán elementos clave para encontrar un equilibrio entre la creatividad y la responsabilidad en esta plataforma de rápido crecimiento.
*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta / Imagen de portada: AFP.