“¡Arrancó diciembre! ¡San Antonio!”
Del jueves 8 al domingo 11 de diciembre, una experiencia única que no necesita difusión. Aquí una invitación a la lectura de su espacio, en la previa a los abrazos.
Dice un párrafo de la página:
“Una de las cuestiones en la que se necesita mucha colaboración es en difundir qué es el Encuentro. Se ha definido no utilizar más medio de comunicación que esta página, priorizando que la información circule de boca en boca, entre mate y mate… El Encuentro no tiene facebook, ni realiza afiches de promoción u operativos de prensa. Esto es porque no se busca convertirlo en un evento masivo sino profundizar los gestos de Encuentro. No importa quién toca o baila… importa cómo hacemos para que el Encuentro sea verdadero.”
¿Estaremos violando algún código al compartir esta cosa tan linda de vivir? ¿Cómo aguantarse las ganas? En todo caso, no somos más que un rincón por donde pasa el boca en boca, que tampoco es necesario. ¿Y por qué, entonces? Eso… ¿Por qué compartir cosas que no necesitan ser compartidas? Acaso valga dejarse llevar por la alegría de saber que siguen ahí, acaso más firmes que nunca, en medio de tantas pérdidas.
Entre algunas posibilidades para agrupar tipos de eventos, podrían aparecer aquellos que necesitan muchísima prensa para salvar los gastos y muchas veces ni siquiera. Otros, con una billetera inagotable, podrán pagar lo que sea para comprar palas cada vez más grandes al final del negocio. Otros, con menos magia que firmas auspiciantes y más compromisos que libertades, harán los deberes para dignificar una parte de su pasado. Otros, espontáneos y más o menos recurrentes, confiarán en los viejos volantes y afiches o en los anuncios de las redes sociales, cadenas de mensajes y demás formas de viralidad. Otros, finalmente, sabrán correr por las bocas entre compañeros de trabajo, de clase, de taller, de vida.
Y después, los diferentes. Esos que no son “eventos”, que ya no precisan siquiera el boca en boca sino apenas el simple transcurso de los meses, hasta llegar al que, con su nombre, enciende los colores, las ganas, los abrazos.
Desde hace varios almanaques, diciembre no sólo conecta con balances de fin de año, con recuerdos dramáticos o con las fiestas del 24 y el 31. Antes, para muchos, sucede la mejor conexión: “¡Arrancó diciembre! ¡San Antonio!”
Algunos desde mucho antes, en los preparativos, anotándose para las distintas actividades; otros desde el lunes, martes y miércoles previo, acomodando obligaciones; otros desde alguno de los cuatro días del fin de semana largo, acumulando horas de vencimiento a cuestiones pendientes… Todos felices por estar ahí, cerca del río, al otro lado de la ruta, entre carpas, mates y músicas, a la sombra de los árboles de día, a la luz de los farolitos y las estrellas de noche, jugando con los chicos, pintando, cocinando, cantando, bailando. Siempre ente todos.
El año pasado se tomaron imágenes para un documental. Este es el avance:
¿Qué más decir? Nada, no había que decir nada. Todo lo que importa saber, o ya se sabe pero es hermoso volver a leer, está acá: Encuentro de San Antonio.
Fuente: Redacción 351.