Un día en el metaverso
Publicidades inmersivas, avatares, 5G, conciertos y foros de discusión. Breve reseña de un día en el metaverso.
Por Esteban Viú para La tinta
El 5 de noviembre, se realizó el Foro de Sociedades Digitales y, por primera vez, no fue presencial: fue en el metaverso. En el evento, que duró casi 9 horas, participaron y se encontraron actores de lo más diverso: el sector privado que busca desarrollar las nuevas tecnologías, el Estado a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, y también el avatar de Teresa Parodi, que fue la primera artista argentina en cantar en un evento del metaverso.
Uno de los objetivos del evento fue traspasar las barreras territoriales y garantizar el acceso a la mayor cantidad de personas sin barreras tecnológicas. Por eso, se desarrolló en una plataforma accesible desde distintos tipos de dispositivos, corriendo en sistemas operativos como Windows, Android e iOS, con una conexión a internet estándar y sin la necesidad de gadgets costosos. De esa manera, se privilegió la democratización al acceso de tecnologías que recién están viendo la luz a nivel mundial.
El primer paso para participar del Foro era crear un avatar, es decir, una versión digital propia. Se customizaba desde el color de pelo hasta el estilo de las zapatillas, pasando por la forma de las cejas y el grosor de los labios. Directo de fábrica, el avatar aparecía en una especie de plaza con mucho verde alrededor y montañas en el horizonte. El lugar transmitía una sensación de amplitud, con distancias variables y un cielo celeste con algunas nubes perdidas.
Ocupando la plaza, se podían ver puestos de atención de las diferentes instituciones o empresas que patrocinaban el evento. El grupo EVM se dedica a la consultoría para la transformación digital de empresas y organizaciones, y Alfred era quien atendía su puesto, una inteligencia artificial preparada para responder preguntas básicas sobre la empresa. También había un mostrador digital donde se ofrecían ejemplos concretos sobre planes para transformarse digitalmente. Todo estaba ploteado con las siglas EVM.
En la plaza, se formaban grupos de personas que frenaban a conversar entre ellos, la mayoría de diferentes nacionalidades. A medida que el avatar se acercaba a un grupo, las voces se escuchaban con más nitidez, como en la calle.
Otro stand cercano estaba ocupado por el Ministerio de Cultura, con muchas “pantallas” donde se proyectaban las diferentes políticas impulsadas desde el área. Se promocionaba una línea de crédito para producir series de ficción científica y también el Mercado de Industrias Culturales Argentina (MICA), que reúne emprendedores de los seis sectores de las industrias creativas: artes escénicas, audiovisual, diseño, editorial, música y videojuegos. Cada “pantalla” contenía un video individual que, si se pulsaba dos veces, se reproducía en toda la pantalla o anteojos de realidad virtual. Entorno inmersivo y algo invasivo.
Más allá de los formatos, es una buena decisión que el Estado tome un rol protagónico dentro del metaverso o, por lo menos, no le escape. Además de Cultura, estuvo el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que mostraba el lanzamiento de un satélite argentino. Sin la presencia de las instituciones públicas, el metaverso es regulado pura y exclusivamente por las empresas privadas, con un enfoque que privilegia la obtención de ganancias y la reducción de los costos laborales. Alfred de EVM es un proyecto para reemplazar a muchas personas que se dedican a la atención al público, como otros desarrollos tecnológicos que optimizan tiempo y recursos en comparación a la mano de obra humana.
Los temas que se discutieron en el Foro de Sociedades Digitales 2022 también son un motivo para que el Estado se haga presente: el futuro de los medios de comunicación, el problema de la energía, 5G, inteligencia artificial, ciberseguridad, impacto de la tecnología en la sociedad y deportes digitales fueron los más relevantes.
Una de las particularidades del foro era dónde se discutía. Se podía acceder a dos grandes anfiteatros, uno preparado para recitales y otro para los disertantes de la jornada. Cuando el avatar ingresaba, podía tomar asiento o simplemente permanecer parado (no hay cansancio físico). Grandes pantallas con publicidades inmersivas dominaban los escenarios y una buena cantidad de audiencia esperaba. No había bullicio ni expectativa en la sala, los avatares esperaban silenciosos y pasivos.
Uno de los que habló fue el ex diputado nacional, Osvaldo Nemirovsci, al exponer sobre la tecnología 5G. Dijo que “como país, hay que comprender que, igual que cualquier otra tecnología importante, tenemos que desarrollarla en forma autónoma y soberana” porque “el futuro no se sueña, sino que se construye”. También apareció el debate de quién regula el metaverso. “Las grandes empresas tecnológicas de EE. UU., Europa y China tienen sus vínculos directos con el Estado, son casi parte del Estado a esta altura. Actúan en tándem. Pero no actúan de la misma manera hacia dentro de sus países que hacia afuera. Estados Unidos desarrolló un fino arte de regulación de sus empresas hacia dentro y potenciarlas hacia afuera”, agregó Nemirovsci.
Sebastián Lorenzo, presidente de Sociedades Digitales, profundizó el debate sobre el 5G y ejemplificó con el internet de las cosas. “El 5G nos va a permitir tener prácticamente todos los artefactos conectados a internet: cafeteras, control de luces de la casa y hasta los lavarropas. Hay que tener claro a dónde van todos esos datos de nuestra vida. Muchas veces se van afuera del país. Uno de los desafíos es conservar nuestra soberanía de datos, parte fundamental de nuestra soberanía política”, aclara.
Otro de los expositores del Foro fue el diputado español César Ramos, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Ramos dijo que la izquierda tiene que tener respuestas a las tendencias de futuro para garantizar el acceso a las mayorías. “No tiene lógica que la época de mayor avance tecnológico sea también la época que más se están incrementando las desigualdades”, dijo. El PSOE era otro de los patrocinadores del evento.
La ministra de Trabajo del país, Kelly Olmos, también dijo presente en la web tridimensional y habló sobre “el impacto que tienen las tecnologías de la información y comunicación en el mundo del trabajo, un aspecto absolutamente central”, y agregó que “nuestra aspiración es que constituyan una oportunidad de acceso al trabajo con derechos, en el marco de un compromiso social que sume al bienestar general”.
Sobre el final del día, llegó el número central: el avatar de Teresa Parodi subió al escenario y cantó dos temas para ponerle fin a una jornada extensa, pero poco agotadora: los beneficios de estar en casa.
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La versión beta de lo que puede ser el internet con su propia corporalidad ya ofrece la posibilidad de, por ejemplo, probarse ropa para saber cómo queda según el talle, la altura, el peso y otros parámetros regulables. Hay enfoques que plantean que el metaverso es una extensión de nuestras experiencias sensoriales y, en el evento, se deslizó la pregunta: “¿Y si podemos convertir a San Martín en profesor de historia por un rato?”.
Según un sondeo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el 45% de las personas nacidas entre 1995 y 2005 en EE. UU. se sienten más reflejadas en su versión online contra el 42% del offline. Durante la pandemia, el 60% de los jóvenes entre 13 y 18 años gastaron más en línea que presencialmente.
El metaverso todavía se encuentra en pleno proceso de construcción y, por lo tanto, la disputa del espacio comienza a tornarse importante. ¿Cómo va a funcionar? ¿Cuánta publicidad se va a mostrar? ¿Quién lo regula? ¿Qué se puede y qué no se puede hacer ahí? Son preguntas que solo se responden con participación y conscientes de la importancia de que nuestros datos sean regulados con claridad y transparencia. La falsa disyuntiva sobre si regularlos o no pretende dejarlos en manos de quienes lo regulan desde siempre: Meta (ex Facebook), Alphabet (Google), Amazon y Apple.
El futuro llegó hace rato, sí. La pregunta es qué hacemos con eso.
*Por Esteban Viú para La tinta / Imagen de portada: Esteban Viú.