Alerta: Emergencia Social
La alianza de movimientos sociales y organizaciones de la economía popular que viene impulsando la Ley de Emergencia Social logró este miércoles una nueva victoria frente a la política regresiva del macrismo.
La Confederación de Trabajadores/as de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Barrios de Pie consiguieron un acuerdo con el Gobierno Nacional para avanzar en reclamos para los sectores trabajadores más empobrecidos, así como un apoyo explícito a la aprobación de la Ley de Emergencia Social.
Esa victoria exigió grandes esfuerzos: masivas movilizaciones el 7 de agosto y el 18 de noviembre, la construcción de espacios amplios de unidad, y el diálogo y reconocimiento por parte de las centrales sindicales y la Iglesia Católica. Pero a no equivocarse: cada una de estas tareas, que hoy desembocan en un escenario favorable a nuestros reclamos, ha implicado la puesta en juego simultánea de múltiples estrategias de construcción. La lenta edificación de consensos en torno a la situación actual y las medidas que son necesarias, los gestos y paciencias que se necesitan entre todx lxs involucradxs; los debates en los espacios de base que regresan a las mesas de diálogo.
Todos estos hilos, que hoy tejen una victoria momentánea, son lo que Michel de Certeau llama tácticas: el juego y la astucia de los débiles, que transitan en territorios ajenos para derrotar -situada y frágilmente- al opresor.
Los puntos específicos incluidos en el acuerdo firmado ayer pueden encontrarse publicados en los comunicados oficiales de la CTEP, y hasta en el diario Clarín. Por eso no las presentamos acá. Pero hay tres grandes líneas de interpretación que nos parecen centrales para entender el escenario.
La primera es el carácter emergente de la crisis para la retórica del macrismo. No es una conquista menor haber conseguido que desde el Gobierno Nacional se nombre la Emergencia Social y menos aún que lo haga reconociendo que no se trata de un juego malintencionado de sectores kirchneristas. Este reconocimiento implica una grieta en el discurso de la gestión: acá ya no está todo bien, no hay pobreza cero ni habrá un próximo semestre que nos salve. La emergencia social nombra un estado de ALERTA: les obliga a detenerse, revienta algún que otro globo amarillo y sanciona con firma y sello oficial la situación de sufrimiento y malestar popular que sufre la inmensa mayoría de los/as habitantes del suelo argentino .
El reconocimiento estatal de la crisis y la universalización de algunas conquistas del campo popular son dos dimensiones “plus” a la victoria de ayer.
Por otro lado, el carácter universal de algunas victorias que los movimientos sociales hemos conquistado, tales como el aumento en los montos de los Programas del Ministerio de Trabajo y el bono de fin de año para las beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo/a. Estas conquistas adelantan un espíritu, que en la CTEP se viene discutiendo profundamente, que tiene que ver con la expresión y la lucha por y desde los sectores populares sin importar la procedencia organizativa o la tendencia ideológica.
Un último elemento que el escenario plantea creemos que es, justamente, su carácter subalterno. Como decíamos, una victoria no implica que la actual etapa deje de ser un escenario hostil para la clase trabajadora en general. No tardaron los capitalistas y voceros del poder internacional (free-market-in-english-please) en reconocer la traición del candidato PRO cuando había prometido reducir el gasto público y eliminar las llamadas “dádivas”. El contexto social, económico y organizativo -nacional e internacional- pusieron, sin embargo, punto y seguido a sus intenciones. La guadaña del recorte tuvo que pasar al altillo momentáneamente.
Mucho ha hecho Mauricio Macri en este año de gestión para devolver(se) a los sectores capitalistas porciones de riqueza en centenares de millones de pesos. De hecho, no debe entenderse la fuerte política social como algo opuesto al recorte: la crisis, el ajuste y la transferencia de ingresos hoy tiene a los sectores medios de la clase trabajadora como una de sus principales víctimas. Este desencanto con la promesa del recorte infinito del macrimo seguramente traerá enojo con algunos sectores –económicos, políticos, mediáticos- del bloque en el poder.
Sin embargo, el Alerta que ayer firmaron la CTEP, CCC y Barrios de Pie con Jorge Triaca (Min. de Trabajo) y Carolina Stanley (Desarrollo Social), modifica para muchas de nosotras el escenario de disputa. El reconocimiento estatal de la crisis y la universalización de algunas conquistas del campo popular son dos dimensiones positivas de la victoria de ayer. El escenario de hostilidad que la hegemonía neoliberal pueda profundizar y la falta de viabilización real de alguno de los acuerdos son los riesgos que todavía acechan. Nada nos dice que una nueva devaluación estival y el recrudecimiento de la inflación no diluyan parte de estas conquistas en meras restituciones.
El eterno desafío del “interior” frente al centralismo
Desde el “interior” del país hay un desafío más, un extra de complejidad, que se manifiesta en la subordinación a las dinámicas porteñas en el pulso de la política. No sólo los sectores populares estamos subordinados a un modelo de dominación general, sino que además nos ordenamos entorno a un centralismo histórico que nos ubica en una relación de dependencia con la Capital Federal. Esta realidad se expresa hoy con la pregunta por cómo las victorias firmadas en CABA se traducen y llegan a las –necesariamente diversas- realidades del interior del país.
En el actual contexto cordobés, además, el Gobierno Municipal (Cambiemos) y el Gobierno Provincial (PJ) parecen estar viviendo otra realidad. El fenómeno de los globos amarillos del ajuste y la sonrisa tiene su hogar privilegiado en esta provincia –donde Macri ganó el ballotage con más del 70% de los votos-.
Por sólo dar algunos ejemplos, mientas en Buenos Aires se firma un acuerdo por el aumento del 65% de recursos para merenderos, el Gobierno Provincial apuesta por cerrarlos: de plano, en diciembre. Ante la fuerte resistencia de los/as trabajadores/as, vecinos/as y organizaciones, el Ministro de Desarrollo Social Rodrigo Rufeil, explicó esta política de cierre compulsivo como el “fin del clientelismo”.
El intendente de Córdoba Ramón Mestre, por su parte, no reconoce ningún tipo de responsabilidad en el bienestar de los cordobeses: muros, segregación, violencia policial, desocupación, inseguridad, son las dimensiones que dan forma a la vida cordobesa.
Los gobernantes locales no están leyendo -como lo hizo situacionalmente el macrismo- el escenario de Emergencia Social, el malestar, el dolor, la fatiga, el cansancio, el hastío, la bronca, el hartazgo, de la clase trabajadora.
El desafío de las organizaciones y vecinoas cordobesas será, entonces, transmitir el estado de Alerta con aquel carácter emergente y rupturista, con un carácter universal, y un carácter subalterno. Desde abajo, a la izquierda, y para todxs las trabajadoras.
* Por Katrina Salguero Myers para La Tinta.
** Fotografías de En Movimiento Teve.