La industria de los drones
Un estudio que forma parte del plan Argentina Productiva 2030 analiza cómo se integra la cadena productiva mundial en la fabricación de drones, cuáles son las oportunidades para la industria local de ingresar en este segmento y cómo juegan las regulaciones. ¿En qué sectores existe mayor potencial y cuáles son las capacidades locales?
Por Matías Alonso para Agencia TSS
La reducción en los costos de los componentes electrónicos y de las baterías de litio está haciendo que cada vez haya más robots a nuestro alrededor y muchos de ellos con capacidad para volar. Así, los drones dejaron de ser una rareza y se pueden encontrar tanto en filmaciones como en aplicaciones industriales y eventos sociales.
La producción a gran escala de estos dispositivos se ha concentrado en los países más desarrollados, pero la variedad de aplicaciones y la capacidad de poder adaptar drones a usos particulares podrían significar una oportunidad para aquellos países que no tomaron la delantera. Esa es una de las conclusiones del documento “La industria de los drones en la Argentina: Oportunidades para su desarrollo”, elaborado por el Centro de Estudios para la Producción y que forma parte del plan Argentina Productiva 2030.
El documento analiza este sector y su potencial en usos comerciales y civiles a nivel local. Las aplicaciones militares, que a nivel mundial se estima que abarcan un 59% de la industria de drones, serán analizadas en otro estudio posterior.
La producción comercial de drones está muy concentrada en el mundo y son pocas las oportunidades que tiene la Argentina para establecerse como un proveedor importante en el sector de hardware, aunque las inversiones locales podrían verse estimuladas en la medida en que se fabriquen en el país baterías de litio. Por el contrario, en el caso del software, aumentan las chances para desarrollos locales exitosos, sostiene Tamara Nairí Guler, autora del documento. En diálogo con TSS, Guler dijo: “Hay una concentración mundial en países asiáticos, algunos europeos y Estados Unidos, y eso hace repensar un poco el rol que puede tomar la Argentina en cuanto a la cadena de suministros. ¿Es efectivamente conveniente sumarse a esta cadena cuando en la repartición mundial hay tan pocos países productores y proveedores? La respuesta está en el análisis por pieza, y por componente, de esa cadena. Tenemos dos grandes: los físicos y los digitales. En este último, hay un gran avance en términos de código abierto, de empresas líderes que abrieron su software”. Muchos de los fabricantes de drones usan sistemas operativos de código abierto para ofrecer mayores capacidades de personalización para usuarios avanzados.
Componentes físicos de un dron
Según el informe, el uso principal de los drones está relacionado con la construcción, especialmente su uso en el monitoreo de suelos que debe hacerse antes de habilitar una obra. El trabajo de medición y monitoreo geológico previo a iniciar una obra es obligatorio y su uso con drones facilita la tarea.
En la Argentina, los principales usuarios comerciales de drones (el estudio estima que hay unos 161 operadores en la Argentina) son empresas ya consolidadas que los ofrecen como parte de su paquete de servicios. Además de rubros como el agro y la construcción, en el relevamiento, se ejemplifica con empresas que hacen control de stock en grandes bodegas comerciales y empresas de seguridad privada. También se menciona un proyecto de Aeropuertos Argentina 2000, la operadora de los principales aeropuertos del país, para instalar pequeños “vertipuertos” para el despegue y aterrizaje de drones de despegue vertical para el traslado de personas.
Otro caso mencionado es el de la empresa INVAP, que junto con Cicaré (diseño y fabricación de helicópteros) y Marinelli Technology, desarrolló el RUAS-160A en 2019. Se trata de un sistema de helicópteros no tripulados con múltiples aplicaciones, tanto de defensa y seguridad como civiles.
Regulaciones sobre los drones en el mundo
El estudio del CEP estima que, a 2019 –según datos de la Cámara Argentina de Empresas de Drones y Afines (CAEDYA) – en la Argentina, había alrededor de 16.600 drones, de los cuales, aproximadamente, 13.000 estaban registrados en la Administración Nacional de la Aviación Civil (ANAC). Esto ubicaba a la Argentina por encima de México y apenas por debajo de Brasil (líderes en el mercado regional), e incluso por encima de algunos países europeos.
Una de las críticas principales del documento es sobre la regulación argentina en la que se autoriza el uso de drones siempre a la vista del operador. Esta limitación es útil para el caso de drones pequeños que se utilizan para filmar en eventos concurridos, pero deja afuera aplicaciones industriales a grandes distancias como el monitoreo remoto de campos o de líneas de transporte de energía o gasoductos.
En nuestro país, todos los drones deben ser registrados y volados por un mayor de 18 años. Si se quiere volar con usos comerciales, hay que dar el examen teórico-práctico de miembro de tripulación remota, contar con seguro contra daños a terceros, volar a más de 30 metros de cualquier persona ajena a la operación del dron y a menos de 120 metros de altura. Solo con una autorización expresa de la ANAC se puede hacer un vuelo más allá de la vista del piloto (BVLOS).
Según el informe, la regulación fue central en el caso chino, cuando, en 2015, se eximió de registración a los drones de menos de 25 kilos que vuelen a menos de 120 metros de altura e hizo que pasara de haber 130 fabricantes de drones a 1.900 en siete años.
“Investigando el mercado global y las regulaciones del mundo, nos encontramos con una normativa argentina bastante vetusta que concibe a los drones no como aeronaves, sino, más bien, como un juguete. Ahí ya partimos de una limitación principal para el desarrollo del mercado. A medida que avanzan las regulaciones y se sofistican, encontramos avances en la producción y el desarrollo del mercado”, explicó Guler.
*Por Matías Alonso para Agencia TSS/ Imagen de portada: Agencia TSS.